ya fue
Pasado. Talones agrietados, tuétano. Húmedo interior del hueso.
Se podría saber, entonces. Qué metales pesados en el agua y en el aire,
qué proporción de omegas. El arqueólogo del futuro se encargará del análisis,
paso 1, distribución de frecuencias, paso 2, calcular la varianza.
Queda en el tuétano, todo se sabe. Olas de calor, olas de frío.
Días de lágrimas amargas, noches de agobio en Arenales.
Esperando el último corredor, veinte minutos, media hora.
Memoria de ese universo en que tocó decir “ya fue” y seguir a pie.
Sin diluvio, sin relámpago que salve.
maestro de calamarca
tocar el borde de la pluma azul
denso carmín tonos esmeralda
barniz sobre óleo sobre lienzo
tocar el borde de la pluma
lamerlo si fuera posible si se pudiera
cuando no estén los guías ni las devotas
con sus velas de colores
cuando se volteen yo tal vez podría
tocar con delicadeza con la punta
de los dedos la almohadilla sensible
frotar la pintura el barniz quitar el polvo
tocar con el dedo
tocar con los labios
soñar con atravesar rasgar la tela
entrar en sus mangas
en su dormir dorado