Los juegos de verdad: una genealogía de las pragmáticas analíticas y políticas de Michel Foucault

Adrian Fundora García
Abril-mayo de 2024

 

En el libro de reciente aparición Juegos de Verdad: Poder, Disciplina y Gobierno en Michel Foucault, Donovan Hernández Castellanos esboza una nueva travesía genealógica y analítica sobre la obra extensa de Michel Foucault, con el propósito de releer una de las preocupaciones más latentes en la obra del autonombrado artificiero: los regímenes pragmáticos, racionales y relacionales de la verdad-política.

El volumen toma la forma narrativa de una biografía intelectual en donde se produce un diálogo cruzado entre Michel Foucault y el autor, mediante el arsenal analítico del primero y la preocupación por las diatribas conceptuales del filósofo francés sobre el fenómeno totalizante del poder, por el segundo. La búsqueda de la “verdad” cobra importancia aquí como una suerte de vehículo directo o trasversal que sirve para entender el resto de los fenómenos, ante lo cual Foucault se preguntó: “(…) cómo el gobierno de los hombres precisa de la verdad para poder conducir las acciones humanas”. Bajo esta visión, Michel Foucault quedaría legitimado como un auténtico “pensador de la verdad”. En este sentido, el libro se inscribe en un esfuerzo mayor de su autor por un “rastreo arqueológico” acerca del pensamiento crítico del siglo xx.

El autor deja clara su intención metodológica desde las páginas iniciales mediante un distanciamiento de cualquier análisis situado sobre las áreas comunes de categorías abstractas y trascendentales, para construir su reanálisis foucaultiano mediante la articulación pragmática entre “sujeto-gobierno-verdad”. Un ensamblaje relacional que permite desarrollar —con menor normatividad y mayor apertura heurística— lo que Hernández Castellanos identifica como los “regímenes de veridicción”. De acuerdo con el artificiero, estos han sido histórica y políticamente racionalizados con la misma validez que cualquier otro régimen económico o político en donde saber y poder aparecen enredados y mezclados. En sus términos: la “verdad” no existe como entidad en sí misma, sino que es producida como cualquier otro objeto —de las ciencias o de la política— el cual puede estudiarse como un régimen de verdad, con sus respectivos “juegos pragmáticos de la veridicción”,  políticas de la verdad y observación de “escalas, cambios y repeticiones de temas”, cuyo valor principal es el potencial de la pragmática analítica ejercida por Michel Foucault para rastrear la “red de relaciones” alrededor de ejercicios específicos del poder racionalizado por las políticas, en épocas y lugares concretos, como la locura, la enfermedad, criminalidad, sexualidad, gobierno de las poblaciones, etc. Todo esto conduce a la consideración de Foucault, antes que otras cosas, como un “filósofo de la experiencia”.

A grandes rasgos, este tipo de ejercicio de pensamiento se inscribe en la continuidad kantiana de Foucault como un crítico de la razón política de los ejercicios microfísicos e históricos del poder. Dos de las interrogantes principales que fueron ventiladas por el autor en estos nuevos fractales o rutas analíticas son: ¿por qué los sujetos están atados a un régimen que los hace decir la verdad y la extrae de sus cuerpos? ¿Cómo instaurar un arte de gobernar que no caiga en el exceso de Estado?

Al extender el análisis anterior, dos de los senderos analíticos más importantes de todos los que fueron identificados sobre la construcción de las racionalidades políticas de los ejercicios del poder son: las relaciones entre la historia política y las políticas de la historia. Esto último fue muy importante para Michel Foucault tras haber sostenido que la historia de Occidente —y de la cultura occidental, por extensión— no puede verse disociada del modo en que la “verdad” ha sido inscrita y producido sus efectos. En particular, el punto de discusión es cómo la historia política siempre implica una política de la historia, ante lo cual es importante analizar la veridicción de los diversos regímenes de la “racionalidad occidental”. Según el autor, esto es posible mediante un cuestionamiento de aquellos conjuntos específicos de discursos y saberes que han aspirado a ser “verdaderos” y no pueden entenderse ya más como “verdad” o “falsedad” en sí mismas, sino mediante sus propios “efectos de verdad” y sus respectivas consecuencias políticas. Su conclusión es que la “historia política de la verdad” se corrobora por los efectos que sobre lo “real” han producido determinados actos y discursos, los cuales ha sustituido —o renovado, más bien— el arte de gobernar, entendido —de acuerdo con Foucault— como toda una auténtica tecnología política.

Para cerrar, no menos importantes resultaron las analogías de Donovan Hernández sobre fenómenos recientes y viejos, que deberán observarse de acuerdo con sus nuevos bríos, ante lo cual, es completamente factible recuperar la pragmática-analítica y los dispositivos foucaultianos de pensamiento. Uno de estos fenómenos es la crisis de veracidad que atraviesan los grandes relatos de las racionalidades políticas actuales y su contraste con el neoliberalismo. Este último aparece cada vez más como uno de los conjuntos de tecnologías gubernamentales contemporáneas, heredadas de la postguerra del largo siglo xx y que todavía sigue imponiendo un “nuevo juego de verdad”, al dejar que la economía —en abstracto y aparentemente neutra— sea la entidad que produzca los signos del poder político. Si bien el Estado contemporáneo puede ser visto en términos de Foucault como un “régimen de gubernamentalidades múltiples”, el “buen gobierno” tiende a ser interpretado, actualmente, como aquel que se conduce mediante el uso de la economía, lo cual ha terminado por instituir esta ciencia como una auténtica “tecnología del poder” que gestiona sus propios formalismos, “ilegalismos tolerados” y, en última instancia, sus propias verdades.

Sin duda, las pragmáticas analíticas entrelazadas entre Donovan Hernández y Michel Foucault cobran relevancia mediante este trazado genealógico acerca de los juegos y rejuegos políticos con la verdad, por adentrarse en preocupaciones contemporáneas que atañen no sólo a la filosofía sino a otras ciencias sociales y políticas. Por tanto, este libro representa —aparte de una demostración acerca de la vigencia del aparato crítico y conceptual de Michel Foucault— un esfuerzo transdisciplinario por problematizar fenómenos y conceptos recientes de enorme relevancia para mostrar cómo las distintas convenciones e invenciones de lo “político” atraviesan aún las relaciones sociales y la veracidad de los grandes y pequeños relatos culturales de la humanidad.

Juegos de verdad. Poder, Disciplina y Gobierno en Michel Foucault

Donovan Hernández Castellanos

México, El Diván Negro, 2023, 274 pp.

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Adrian Fundora García

(La Habana, 1991). Máster en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana de México (UIA, 2021) y doctorante del mismo programa. Es Licenciado en Estudios Socioculturales (UNAH, 2015) y autor de ensayos sobre antropología y sociedad cubanas.