Vista de los pilares del Fridericianum durante el día de apertura de la feria de arte moderno documenta 15, en junio de 2022 en Kassel, Alemania. (Fotografía: Thomas Lohnes / Getty Images)
Del 18 de junio al 25 de septiembre de 2022 tiene lugar la décimo quinta edición de la documenta. Sin duda pasará a la historia como uno de los sucesos más renovadores de la escena artística, en virtud de su enfoque, que enfatiza el papel transformador de la cultura.
Entronizado como uno de los acontecimientos más importantes de la escena artística internacional, documenta nació en la ciudad alemana de Kassel en 1955 con la vocación de superar la estrechez de miras del nazismo, que había rechazado al arte moderno por considerarlo degenerado. Así, el sello de identidad de este evento quinquenal, también conocido como el “museo de los cien días”, es su actitud de apertura y libertad para el arte y la experimentación.
La curaduría de la presente edición estuvo a cargo del colectivo ruangrupa bajo el concepto rector de lumbung, término indonesio que refiere a las prácticas comunitarias en torno a los graneros de arroz. No se trata únicamente de la siembra, cultivo, almacenamiento y reparto del cereal, sino también del conjunto de acciones sociales de planeación, distribución y cuidados del territorio.
Es altamente probable que cada grupo étnico y cada cultura del planeta posea un concepto equivalente al lumbung (en México podría ser la milpa) para referir a prácticas comunitarias encaminadas hacia el buen vivir. Se trata, por tanto, de poner el énfasis en el concepto más que en la palabra, así como en su actualización y pertinencia en estos momentos en los que el consumo desenfrenado, la impericia de las clases políticas y el extractivismo rampante han debilitado el pacto social a escala planetaria.
Bajo esta premisa, el colectivo indonesio ruangrupa ha convocado a grupos de artistas/activistas de todo el mundo cuya acción incide directamente en sus contextos locales. Los cien días de duración de la documenta, y sus treinta y dos sedes, se convierten, así, en tiempo y espacios para la puesta en común de saberes y estrategias de acción desde distintas coordenadas del planeta.
El Festival sur le Niger, por ejemplo, es el acontecimiento cultural más importante del África Occidental. Surgido en 2005 en Bali, su programación incluye danza, teatro, artes visuales y música, dotando a los jóvenes artistas y emprendedores culturales de redes de apoyo y mentorías bajo una metodología de trabajo llamada Maaya entrepreneurship, que busca poner en práctica los valores Maaya de cooperación y ayuda mutua. El colectivo de artistas Project Art Work tiene su sede en el Reino Unido y desarrolla proyectos artísticos entre personas con neurodiversidades. La intención es generar plataformas en las que el arte y los cuidados puedan interactuar y potenciarse mutuamente. En Kassel, el colectivo ha desplegado una instalación en el Museo Fridericianum que comprende dibujo, pintura e instalaciones de sonido, además de una recreación del estudio del colectivo con sede en la ciudad de Hastings. Hay pintura gestual y colorida, pero también interesantes abstracciones geométricas, exploraciones matéricas y de color y juegos con la escala. La serie de dibujo en gran formato Cosmologías del cuidado es el resultado de investigaciones, entrevistas y coloquios entre los artistas y distintos grupos de neurominorías, familias y profesionales de la salud. La idea es hacer visible la compleja red de sistemas y relaciones que dan lugar a distintos modelos de cuidado alrededor del mundo.
Un artista del grupo Taring Padi de Yogyakarta, Indonesia, instala una parte de la obra 1000 cardbords frente a la Haus Rucker Rahmen. (Fotografía: Thomas Lohnes / Getty Images)
La documenta del lumbung no sigue el concepto de exposición como la mera reunión y despliegue de “obras artísticas”, pues su visión desplaza los horizontes de lo estético hasta el terreno de los haceres. Muchas sedes se han convertido en espacios de reunión, dotados de sofás, alfombras y mesas de trabajo que facilitan el desarrollo de talleres, charlas, lecturas públicas y proyecciones de audiovisuales. Otros muchos también permiten apreciar obras artísticas en formatos más o menos convencionales, pero siempre desde la perspectiva de que son el resultado, o correlato, de dilatados y complejos procesos culturales.
Un buen ejemplo de lo anterior es el colectivo haitiano Atis Rezistans, conformado por pintores, escultores y jóvenes artistas que desarrollan slam poetry, fotografía, video y performance. En 2009 Atis Rezistans fungió como anfitrión de la Bienal Guetto, que se ha celebrado en Puerto Príncipe ininterrupidamente desde entonces. Para esta edición de la documenta, se han reunido en la Iglesia de San Kunigundis piezas multiformes y variadas de algunos miembros del grupo, que van desde la escultura y la pintura hasta instalaciones sonoras o intervenciones arquitectónicas. La exposición incluye un memorial a los artistas que murieron en el terremoto de 2012, así como exploraciones gráficas de la revolución haitiana, discusiones de índole geopolítica y elaboraciones contemporáneas del vudú. Se trata de una magnífica exposicón en términos plástico-estéticos, sostenida sólidamente sobre la base de las piezas mismas; sin embargo, el transfondo social y comunitario (la manera de operar en colectivo) es lo que dota al grupo de la heterodoxia y riqueza que lo caracterizan.
En el Museo de la Cultura Sepulcral puede verse la instalación Manifold (2022), del artista mexicano Erik Beltrán, quien parte de una investigación sobre la idea de la representación de la individualidad, las relaciones y la colectividad. Inspirado en las teorías de Furio Jesi, Aby Warburg y Horst Bredekamp, Beltrán explora los procesos de edición, así como los mecanismos que definen, otorgan valor, clasifican, reproducen y distribuyen imágenes y discursos para crear conductas y valores sociales, culturales y políticos en las sociedades contemporáneas. El artista trabajó con investigadores de la Escuela de Bellas Artes de Kassel en la realización de entrevistas a ciudadanos de a pie acerca de cómo se ve la imagen del poder. El resultado es una instalación de gran impacto estético, que, una vez más, se sostiene sobre la base del conocimiento transversal y la generación de espacios compartidos para el pensamiento.
Liberty Leading the People - Eugene Delacroix (1830), de Mohammed Al Hawajri, de su serie Guernica Gaza (2010-2013), en documenta 15. (Fotografía: Thomas Lohnes / Getty Images)
La sensación al visitar la documenta es la de un caos fascinante: la agenda de eventos es inabarcable, proliferan nombres y personas, distintos registros visuales y lingüísticos se superponen y las ideas se mueven bajo una inercia ya imparable. La ciudad está tomada y desborda una energía contagiosa. En la sedes hay más grupos escolares que curadores, directores de museos o coleccionistas; muchos de los colectivos no se entienden a sí mismos como artistas.
El panorama que aquí se presenta es tan apabullante como esperanzador. Alrededor del mundo una gran cantidad de grupos humanos se enfrentan a la exclusión de sectores minimizados, violencias de todo tipo, desplazamientos forzados y la debacle medioambiental, desde “agenciamientos” en los que la cultura es muchas veces el centro catalizador de la movida social. Como era de esperar, su reunión en un mismo tiempo y espacio permite esbozar un mapeo mundial revelador y elocuente, en el que la desigualdad social y la crisis ecológica se ven acentuados en el Sur Global. Es un mapamundi cultural calcado de aquel de la geopolítica y la concentración de la riqueza.
Ahora bien, dentro del gran colectivo del Sur Global, la crítica ha señalado la poca presencia de ciertas regiones y el elevado número de otras. Ciertamente se espera que los grandes acontecimientos artísticos a escala mundial presenten un panorama plural e inclusivo más allá del mainstream y los intereses ocultos de mercado, pero conviene también mantenerse alerta frente a cierta aspiración enciclopédica y universalista, común en bienales y grandes exposiciones, bajo cuya perspectiva se corre el riesgo de caer en multiculturalismos blandos, regidos por sistemas de cuotas. En tal sentido, la curaduría de ruangrupa ciertamente está más concentrada en la región del sureste asiático, pero lejos de un defecto para juzgar, entiendo dicho enfoque como una buena oportunidad para conocer y potenciar a artistas, movimientos y pensadores de aquella zona del planeta.
A Family of Farmers, de Mohammed Al Hawajri, de su serie Guernica Gaza (2010-2013), en documenta 15. (Fotografía: Thomas Lohnes / Getty Images)
En el caso de América Latina, destaca la participación del colectivo Más Arte Más Acción (MAMA), de Colombia, y el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), liderado por la artista cubana Tania Bruguera. Mientras MAMA se enfoca en favorecer el pensamiento crítico mediante el arte en la costa del Chocó en el Pacífico colombiano, INSTAR se ha convertido en uno de los principales motores del movimiento civil frente a la represión política en Cuba. Para la documenta el colectivo colombiano ha puesto en marcha su concepto de espacios para la reflexión. En diferentes emplazamientos de Kassel, MAMA ha construido bancas de madera como microespacios para el pensamiento. Además, han generado un programa de residencias en las que artistas, escritores, científicos y activistas piensan conjuntamente sobre los retos de las luchas territoriales, el extractivismo ecológico y la crisis social en relación con el cambio climático. INSTAR, por su parte, ha puesto en marcha un ambicioso programa de diez exposiciones en cien días, acompañadas de conferencias, coloquios y un ciclo de cine. El objetivo es generar una contra-narrativa de la historia cultural de Cuba, con la intención de restituir una memoria histórica que permita su dinamización actual, así como hacer justicia a los intelectuales que han sido censurados por el régimen cubano a lo largo de la historia. La presencia de la Universidad Autónoma Metropolitana se dio en este contexto, mediante una charla de Yissel Arce Padrón en la documenta Halle de Kassel, en donde se puso sobre la mesa la intersección entre racismo y represión en los recientes casos de presos de conciencia en la isla.
La puesta en común es el gran logro de esta edición de documenta. Las redes de contacto están dando pie a constelaciones inter y trans regionales de activismo artístico y arte activista, así como una consciencia grupal sobre el panorama ampliado de la acción civil a escala planetaria. Lo anterior sin duda va a repercutir directamente en las agendas de los colectivos involucrados, en el corto y mediano plazo, irradiando también hacia sus continuadores y otros grupos similares. Haber sido incluidos en un acontecimiento cultural de semejante envergadura, también dará a estos grupos visibilidad y una relativa protección frente a los poderes a los que muchos, mediante sus acciones, se enfrentan (delincuencia organizada, gobiernos totalitarios, grandes empresas).
Aun desde un emplazamiento crítico, prevalece en este encuentro una sensación de esperanza, pues la documenta da testimonio de un mundo en el que las nuevas generaciones no permanecen indolentes frente a la injusticia, el ecocidio y los vicios del poder. Para los profesionales de las artes y la cultura, la presente edición también mantiene viva la esperanza en un medio artístico activo y propositivo, capaz de actuar más allá de los círculos especializados y los intereses de mercado, enfatizando el poder transformador de la cultura ahí donde más se necesita.
Primer día de visita en el Fridericianum. (Fotografía: Thomas Lohnes / Getty Images)