Sueño de Ofelia. 2024 / De la serie: Los monaguillos no saben nadar / Juan Ruge
Una de las imágenes más sorprendentes que vi en mi adolescencia fue la de la destrucción de las Torres Gemelas. Las televisoras mostraban una y otra vez, desde diferentes ángulos, el momento exacto en el que dos aviones se impactaban en las torres. Sin Internet y en provincia, mi generación vio esas imágenes como si se tratara de una película. En el colegio todos querían contar lo que habían visto.
El estado de Michoacán tiene uno de los índices más altos de migración hacia los Estados Unidos. Casi todos tienen un familiar o vecino que vive en ese país. Muchos de mis compañeros decían que sus abuelos contaban que habían soñado que algo terrible pasaría. Muchos habían tenido una “premonición”: “el primo volvía del norte cubierto de sangre”, otros habían visto en sueños “una culebra de arena que se llevaba dólares rotos”, “otro más hablaba a su madre para contarle que Dios quemaba Estados Unidos”.
En los medios televisivos inició también la búsqueda de toda clase de premoniciones. Recuerdo haber escuchado a un conductor referirse a la “premonición” que a finales de los años sesenta había hecho Laurence Wien, un multimillonario neoyorquino que se había opuesto a la construcción de las Torres. Según las crónicas de la época, Wien estaba furioso porque el proyecto opacaría la majestuosidad del Empire State Building, del cual era dueño. El 2 de mayo de 1968, financió una plana completa en The New York Times donde aparecía con letras gigantes y tono apocalíptico “Mountains come to Manhattan”. El texto subrayaba los eventuales riesgos que las torres podían significar para los vuelos comerciales. También se había formado el Committe for a Reasonable World Trade Center, encabezado por Wien, y que llamaban la atención sobre un incidente ocurrido en julio de 1945, cuando un bombadero B-25, al mando del general William Franklin Smith Jr., se perdió en medio de la densa neblina neoyorquina y terminó impactándose contra el Empire State Building.[1]
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, los medios de comunicación recuperaron la historia de Wien. Sobre todo, una fotografía que se había publicado en The New York Times en 1968, en la que se ven las dos torres y la silueta de un avión aproximándose a ellas. La premonición de Wein fue mencionada en casi todos los programas especiales y hubo quien le llamó: un auténtico vidente.[2]
En los años ochenta, el músico alemán Karlheinz Stockhausen (1928 – 2007) escribió una pieza musical titulada El viaje de Michael en la que se imaginaba un avión estrellándose contra las Torres Gemelas.[3] ¿Coincidencia o premonición? Imposible saberlo, pero en esos días la gente miraba con una especie de terror sagrado al músico. Unos días después de los atentados del 11-S, Stockhausen protagonizó un escándalo en los periódicos al declarar que el atentado podía verse como una obra de arte: “lo que había ocurrido es, por supuesto —debemos entenderlo correctamente—, la más grande obra de arte jamás hecha. El hecho que los espíritus han realizado con un único acto es algo con lo que en música nunca podremos soñar. Esa gente practicó diez años duramente, fanáticamente para un concierto. Y entonces murieron. Y eso es la más grande obra de arte que existe en todo el cosmos”.[4]
Esta declaración causó mucha indignación; uno de los primeros en reaccionar fue el también músico Gyorgy Legeti, quien dijo: “Si de veras ha dicho eso, habría que encerrarlo en un manicomio”.[5] Pero no es que Stockhausen no entendiera la magnitud de la tragedia, era consciente de cómo la destrucción forma parte del ser humano desde que existe; Stockhausen ya había llamado la atención varias veces sobre la atracción que la destrucción genera en el ser humano. Y además, el músico no había sido el único en hacer declaraciones de ese tipo, J. Franzen también escribió en The New Yorker “Los artistas de la muerte que han diseñado este ataque deben haber gozado mucho con la terrible belleza de su acto”.[6]
El viaje de Michael forma parte del monumental ciclo operístico Licht, obra dividida en siete partes, y en la que Stockhausen trabajó desde 1977 a 2003. La primera parte se estrenó en la Scala de Milán en 1981. Sin embargo, no fue sino hasta el 2008, en el Wiener Festwochen, donde el segundo acto se puso en escena con el grupo catalán La Fura dels Baus.[7] Esta puesta en escena en el Festival de Viena fue en realidad un estreno póstumo, pues en el 2007 Stockhausen había fallecido, vivió sus últimos años con cierta amargura pues su querida ciudad de Nueva York le había marginado. La ciudad que había visto algunas de sus presentaciones más memorables ya no quería saber más de él.[8]
En Lo bello y lo siniestro, Eugenio Trías subraya cómo en la historia de la cultura occidental prevalece la presunción de que lo bello implica armonía y justa proporción; algo que sugiriera o implicara desproporción, desorden, infinitud, caos o destrucción quedaba inmediatamente fuera del ámbito de lo bello.[9] Sin embargo, con el paso del tiempo, la historia de las ideas constata la aparición de otros elementos que dan apertura a otro tipo de experiencias y formas de comprender la relación infinitud-perfección, belleza-destrucción, etc. Por ejemplo, la categoría de lo sublime, explorada por Kant en la Crítica del Juicio, significa la extensión de la estética más allá de la categoría limitativa y formal de lo bello. El sentimiento de lo sublime puede ser despertado por objetos sensibles, naturales o no, que son conceptuados negativamente, faltos de forma, desmesurados y caóticos, como por ejemplo, la destrucción de una ciudad.[10]
¿Es posible escenificar el concepto de lo sublime? Intentémoslo; para ello, pido al lector imaginarse a un joven fotógrafo dando un paseo por el Riverside justo cuando un avión de American Airlines atraviesa una de las Torres Gemelas. La “situación” irrumpe inesperadamente en el escenario una despejada mañana de septiembre en la que la gente se encontraba inmersa en su cotidianidad.
Cuando el joven fotógrafo ve que el primer avión atraviesa una de las torres se queda estuperfacto, sus piernas se entumecen y su mente se queda en blanco por unos segundos, el joven presa del furor y del miedo intenta controlarse; minutos después, un segundo avión impacta contra la segunda torre. Lo que está viendo le produce la sensación “de lo informe, terrible y caótico”. El joven se mira a sí mismo aterrado y a la vez fascinado por el “acontecimiento”. Claro que su reacción inmediata es “confusa y dolorosa”; el joven siente hallarse en un estado de suspensión ante ese acontecimiento que le excede y le sobrepasa. En un primer momento lo siente como “una amenaza que se cierne sobre su integridad”. Ante la incertidumbre, el miedo se apodera de él. ¿Qué está ocurriendo? ¿es real o una pesadilla? Minutos después, suenan las sirenas y el caos. El joven fotógrafo no se ha movido del lugar. Es absolutamente inverosímil lo que está viendo: en menos de una hora, la llamada Torre Sur comienza a derrumbarse. Parece una pesadilla y, sin embargo, la imagen no deja de serle fascinante. En este ejemplo, el sentimiento de lo sublime se alumbra en plena ambigüedad y ambivalencia entre el dolor y el placer. “El objeto que lo remueve debería, en teoría, despertar dolor en el sujeto, pues se trata de un objeto que de aproximarse a él quedaría destruido o en trance de destrucción”;[11] el joven no podría experimentar lo sublime de haber estado en una de las torres, experimentaría otro tipo de reacciones, desesperaciones. En medio de ese estado de suspensión en el que se encuentra, el joven experimenta una serie de sensaciones contradictorias; pues, entre el miedo y el horror se asoma en él un viso de placer, de fascinación, de conmoción, que el joven no se puede explicar.
[1] Cf. Dawn Jorgenson, “1968 ad claimed World Trade Center would pose risk to air navigation”, en Ksat Magazine, no. 9, 2021.
[2] Cf. “Las profecías sobre el atentado a las Torres Gemelas que se anticiparon 33 años” en La Vanguardia, Barcelona, 30/10/2019 https://www.lavanguardia.com/internacional/20191030/471293074281/profecias-atentado-torres-gemelas-33-anos.html. (Consultado 9 de marzo 2021).
[3] Cf. http://www.lebalcon.com/?encyclopedia=licht&lang=en
[4] Cf. The New York Times, September 30, 2001.
[5] Citado por Roberta Fosco, “Stockhausen aclara por Internet su visión del ataque a las Torres Gemelas” en El País, 17 de octubre de 2001.
[6] Íd.
[7] José Ángel Vela, “La Fura celebra a Stockhausen” en El País, 13 de mayo del 2008.
[8] Cf. Eugenio Trías, “Karlheinz Stockhausen. Música del tiempo”, en El Canto de las sirenas. Argumentos musicales. Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2007, pp. 735-760.
[9] Eugenio Trías, Lo bello y lo siniestro, Barcelona, De bolsillo, 2011, p. 35.
[10] Ibid., p. 36.
[11] Ibid., p.35.
Es escritora y académica. Doctora en Filosofía por la unam. Su libro Las damas fáusticas obtuvo el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas 2023.