Johan Mijail (Santo Domingo, República Dominicana, 1990) publicó Chapeo en 2021 bajo el sello editorial de Elefanta. Autodefinida como escritora y performer transfeminista, Mijail narra para gritar, desde el cuerpo mismo de la escritura, los movimientos y expresiones de la carne y la médula de otras, otros y otres como ella, que habitan las periferias geográficas y culturales de la isla dominicana.
Su grito no sólo representa una postura íntima, sino también una postura política y revolucionaria que lucha en contra del eurocentrismo, la heteronorma y la colonialidad. Chapeo está escrita así, con una historia donde los cuerpos trans ejercen la libertad del singar por dinero y por gusto: en efecto, eso es chapear. Conscientes del placer y el goce sexual, las chapeadoras se apropian de su cuerpo a contracorriente de las burlas, la discriminación, la humillación y el desdén de los otros habitantes que, en cambio, pertenecen a la heteronorma. En la novela, el cuerpo negro y travesti es el protagonista que recorre la isla de Santo Domingo para escupir en la cara del sistema y de la sociedad, para alzar la voz en nombre de todos los seres silenciados y exterminados del mapa local.
El chapeo es, entonces, una “acción de cobro político”[1] según Mijail. La experimentación sexual va de la mano del imaginario religioso del yoruba, mediante el cual el cuerpo manifiesta su libertad, su sensualidad y su propio ser en el mundo. En “Los Misterios” de esta religión afrocaribeña, la diferencia permite la conexión y así lo describe nuestra protagonista: “Imagino que todes Los Misterios se alinean inventando una cosmovisión espontánea que va de mi cuerpo a cada uno de los corazones sensibles que hay en el país. / Nunca me siento sola en el trayecto”. La conexión, incluso, va más allá: llega al cuerpo mismo de la escritura. Con los Misterios, la narradora ha intentado inventar “micro cosmovisiones que hicieran del lenguaje personal algo más ratatá, intentando tomar una posición discursiva frente al abismo que producía entre mi cuerpo y el de los demás el régimen político de la blanquitud” (p. 77). Dicho vínculo sólo es posible gracias a la diferencia, a esa brecha histórica y separatista que es el color, y en las disidencias recae el discurso que intenta “armar un entramado completo de palabras donde cualquiera pudiera, después de una conexión con sus negricias, escupir su rabia a través de una poética antirracista”. Las identidades sexuales y de género se revelan en constante transformación a lo largo de la trama.
Quien narra la novela en primera persona afirma su postura política y su lucha emancipadora, porque ella es mujer, aunque no quieran, porque “Hay mujeres inmigrantes (…) malas (…) indígenas (…) con pene (…) con contradicciones hormonales (…) negras (…) mentalmente inestables (…) con VIH (…) empobrecidas". La diversidad se vindica también en los discursos, manifiestos, proclamas y procesos políticos invisibilizados. Por ello, nuevamente hay un grito que exclama que el feminismo afro existe y requiere representación; se redacta, así, el “femidiarioblack”, para hablar de aquellos feminismos que no nos son tan ajenos, de la violencia histórica ejercida por la supremacía racial, de la inclusión de las feministas trans y negras al movimiento. Asimismo, el “manifiesto antirracista” está ahí, tomando el espacio que quiere y merece para denunciar las muertes, los despojos, la discriminación en contra de los esclavos afrocaribeños racializados y oprimidos desde siempre. La escritura funciona como campo abierto para la marcha de todos los cuerpos invisibilizados; la lengua acaricia las palabras y las escupe, el lenguaje se hace así: con rabia y valor.
Dentro del imaginario yoruba, el lenguaje se transforma para comunicarse con la deidad. Constantemente, los lectores nos vemos ante la encrucijada de fragmentos ininteligibles, extraños; es decir, otros. Y ahí nos quedamos, suspendidos ante el desierto del significado, convirtiéndonos en los intrusos de un mundo ajeno e intraducible. La escritura misma es un nado arriesgado, pues el uso del lenguaje inclusivo (-e) y de las descripciones explícitas sobre la sexualidad trans pone a prueba la tolerancia de los lectores; nos coloca frente al otro (al otre) en toda su libertad y diferencia, lo que puede generar diversas respuestas, desde la incomodidad y el rechazo hasta la fascinación y la empatía.
La narración de Mijail es chapeadora en sí misma: goza y prostituye su cuerpo al gusto. Rechaza, en su postura política, el lenguaje racista y normalizado en frases como “Trabajo como negro para vivir como blanco”, “Nunca falta el prieto en el arroz”, “Sonríe para que te vean de noche”, “Pero en realidad tú no eres tan negro, eres más bien, morenito”, “Hay una mano negra en todo esto”. Los eufemismos y los chistes racistas violentan, representan, crean identidades por debajo de lo “aceptable”. Y por ello son tan relevantes los ritmos caribeños que se filtran en la novela, porque no se autocensuran. Por eso, la escritura de Mijail chapea y, con música de fondo, invita a los cuerpos a expresarse libremente, al son de los ritmos caribeños, proclamando el perreo y el dembow que atentan contra el silencio del deseo físico y la sensualidad, que nombran sin eufemismos, que salen de noche a habitar los barrios para, a todas luces y a todo pulmón, convocar la horda del chapeo al tiempo que se arrebata el altavoz para establecer un micrófono abierto para todos los presentes.
Johan Mijail se propone, a través del cuerpo del lenguaje escrito, reivindicar y habitar los márgenes mediante la libertad; busca vindicar el lugar de las disidencias dentro de la historia y de la isla dominicana; escribe para revelar que, en la infinita diversidad y genealogía de los actores culturales, políticos y sociales, “Soy porque otros fueron” (tal como dicta el ubuntu de la filosofía africana), y ya viene siendo tiempo de reconocerlo a viva voz y a toda piel. ¡Que viva la negritud, que viva el ritmo, el baile, la noche, el cuerpo! ¡Que viva el chapeo y sus chapeadoras!
[1] Martha Rojas, “El chapeo reivindicala disidencia de raza y de género en República Dominicana”, entrevista a Johan Mijail, en Regeneración (24 de diciembre de 2021). Disponible en https://regeneracion.mx/el-chapeo-reivindica-la-disidencia-de-raza-y-de-genero-en-republica-dominicana/
Chapeo
Johan Mijail
México, Elefanta Editorial, 2021, 77 pp.
(Ciudad de México, 1994).
Es licenciada en Letras Hispánicas por la uam. Ha publicado poesía, reseñas, ensayos literarios y cuentos en revistas culturales electrónicas e impresas. Cursó el Diplomado en Escritura Creativa y Crítica Literaria de la unam. Su primer libro de cuentos, Puntos de no retorno, se encuentra en proceso de publicación bajo el sello de Ediciones Delirio.