Abstract del Proyecto Libro azul. Justa poética sobre la existencia de seres extraterrestres entre convencido creyente y escéptico depresivo

Fernando Trejo y Julio Toledo
Febrero-marzo de 2024

 

 

Fotografía: Rodrigo González Olivares, "El peso de la plaza", 16 de diciembre de 2023, Monumento a la Revolución.

 

 

 

Comienzo por decirte que descreo.

No puedo concebir

extraterrestres

ni viéndonos, buscándonos; 

pensando en invadir nuestro planeta. 

Segundos en que sientes el abrazo

de la noche sideral y fría, 

es solo —sin piel de reptil, ni rayo láser—

la pura soledad que se aglutina.

 

 

Sugiero que le creas a tus ojos.

No está de más mirar 

al “no” que de por sí nace con uno. 

Si yo pudiera ir hacia atrás,

salir de este planeta como luz

cenital que nos envuelve y abraza,

podría, quizá, explicar sin decir nada:

que no hay paredes aquí arriba,

no estamos solos en la casa.

 

 

Cuarenta y cuatro noches me he quedado despierto y sin cerrar los ojos.

No he visto más que luz artificial

y gente.

Gente mala y fea

multiplicándose; pegando en sus paredes posters

de ovnis ficticios 

a la misma hora en que Mulder 

toma daiquiris en su piscina de Los Ángeles 

y ríe. 

No. No hay nada. La pared existe: no ha caído.

 

 

Una noche,

de niño,

vi atravesar a una liebre 

la carretera oscura,

encendida, apenas, por los faros del Dart-k de mi padre.

 

Bajamos del auto

para saber qué luz se había

estampado ante nosotros.

 

El reflejo de una centella en el cielo

titilaba en el medallón del coche rojo.

 

Clareó por un momento

todo el descampado.

 

Silencio.

 

Sobre nosotros una madriguera de blancos conejos

giraba sobre las órbitas 

de algunas estrellas.

 

 

Te exhorto a deshacer esa ternura

Esa cándida 

mirada de quien ama

Atrae el astrolabio de la urgencia, 

mira bien -milagro al cabo- 

que Dios es un centímetro cuadrado. 

Y voy a sonreír, porque te quiero, al tiempo en que imagino parentelas

con dedos

largos 

verdes 

quizá grises. 

Permíteme subir los decibeles. 

Los pájaros no existen, nos dijeron. 

Y tercos inventamos plan de vuelo. 

No puedo descender hasta ese infierno, estás solo 

(dijo Cardenal) 

como astronauta.

 

 

Que algo me pase. 

 

Si yo tan solo fuera

un vaquero en una cinta de Jordan Peelé.

 

Ficción, que sea, no me importa. 

 

Estar de pie

en un helipuerto, 

como Kiersten Warren

cuando la nave espacial desintegra

la Torre Us Bank.

 

Que yo observe, quiero,

la mirada del alien 

en el cuchillo del Reverendo Graham Hess

porque ya no cree en Dios. 

 

Que no se manche este poema

con basura espacial 

que un exoplaneta arrojó a la galaxia. 

 

Quiero.

 

Yo siempre he querido

regresar a la tarde en que

una horda de perros callejeros

me salvó de ser asesinado

por un hombre disfrazado de E.T.

 

 

También 

vi Mars Attack y me doblé de risa.

Con clavitos oxidados fijé a este continente mis pies como de un perro. 

En medio de las fiebres 

del hijo 

rasqué constelaciones con la rabia

de quien cava con las uñas agujeros en el fango. 

         Soy un Santo Tomás 

en mitad de las Gemínidas: 

meteoros que caen: fenómeno astronómico.

Será lunes otra vez y 

al volver a la oficina, ni nave ni alienígena

no hay (otros) mundos que salven al mundo de sí mismo.

 

 

En 1947, el piloto Kenneth Arnold

vio lo que parecían 9 platos lanzados al agua

mientras volaba su aeronave cerca del Monte Rainier,

en el estado de Washington. 

 

Sería el primer avistamiento: 

9 platillos en el ancho azul marino de la atmósfera

se mantenían erráticos,

"como la cola de una cometa china", dijo. 

 

En 1998, una liebre cruzó la carretera Panamericana

a gran velocidad

para alumbrar a mis padres el camino.

 

Jamás perdieron ese brillo en sus ojos,

"era eso un ovni", dijeron.

 

Una noche de 2023, mi hijo y mi sobrino

subieron a descolgar ropa a la azotea de nuestro departamento

en San José Chapultec

y observaron en el cielo nocturno

una luz roja que no dejaba de seguirlos.

"Parecían los ojos de un conejo", dijeron.

 

La historia es un círculo que gira sobre su mismo eje

como un platillo volador

pero con diferentes personajes.

 

Prestando atención a los sonidos

Que grabaron desde el Voyager 2 y transmitieron

en cadena mundial 

el 6 de agosto de 1996, 

se escucha claro:

el espacio es un valle oscuro sembrado de amapolas tintineantes 

donde solo el pensamiento de un turista estelar les acompaña

al tiempo mismo que las imagina.  

Un racimo de preguntas se alza

en los circuitos de materia indescifrable

¿Dónde nace y rompe el silencio galáctico?

¿A qué caricatura se parecen los seres que me observan?

He ahí que se cifra el cosmos de la nada; la soledad

que tiñe de proezas estar vivo.

Las tristes cuatro y cuarto de la tarde

cuando la habitación

magenta en pleno

susurra el abismo del que salimos,

al que hemos de volver después de todo

como Novalis volvió después del verso

cada noche

al regazo del padre imaginado. 

 

Yo creo que siempre han estado ahí:

como un foco encendiéndose y apagándose,

detrás de una cortina de nubes. 

 

La constante se repite

una y otra vez. 

 

Elijo creer lo que a los ojos

de mis hijos 

les hace brillar. 

 

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Fernando Trejo

(Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1985).

Comunicólogo, diplomado en guion cinematográfico, actor y escritor. Autor de: Cuaderno invertebrado, Travelling, Solana, Las armas que me dejó la guerra y Junk, entre otros. Su obra ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Regional Centroamericano Rodulfo Figueroa 2015, el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal 2018 y el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2022. Es director general del Colectivo de Arte y Cultura Carruaje de Pájaros.

Julio César Toledo

(Chicontepec, Veracruz, 1977).

Poeta y dramaturgo. Es licenciado en Ciencias de la Cultura por la Universidad del Claustro de Sor Juana y cursó el posgrado en Literatura en la Universidad de Arhus, Dinamarca. Estudió Teatro en el inba y es egresado de la Escuela Dinámica de Escritores. Becario de la Latin American Performer Artist Foundation, Nueva York, 2007. Es autor, entre otros libros, de: Del silencio, Hombre, mujer y perro, Quicio, El fervor de la materia y Viajes Virgilio.