La difusión cultural en la UAM

Vicente Francisco Torres
Diciembre de 2023-enero de 2024

 

 

Pedro Friedeberg, Peces, jarrones, zapatos y sillas, aguafuerte y aguatinta sobre papel, 2003, Acervo Artístico UAM


Antes de que la uam Azcapotzalco me abriera sus puertas como profesor, supe de sus tareas de difusión cultural gracias a dos personalidades que tenían un papel importante en la literatura nacional: Carlos Montemayor y Evodio Escalante. Montemayor era un poeta y narrador de prestigio que jugaba también un papel destacado en la traducción y en la consolidación de los narradores indígenas. Evodio sonaba mucho porque acababa de publicar José Revueltas, una literatura del lado moridor y porque desde el suplemento Sábado, del periódico unomásuno, a menudo se enfrascaba en polémicas que se hicieron célebres. Evodio era muy respetado porque sus textos periodísticos siempre fueron inteligentes, sobrios y bien informados. Sobra decir que tanto Montemayor como Escalante eran dueños de plumas eficaces y agudas. En mi mente ellos están asociados a la osadía de la revista Casa del tiempo, que publicó un texto pionero sobre la literatura gay, de Luis Mario Schneider, y a la colección Molinos de Viento, que lanzó libros de Mempo Giardinelli (El género negro), Francisco Tario (El caballo asesinado) y otro de un condiscípulo mío, Francisco Castañeda, quien publicó un libro sobre Ramón Gómez de la Serna que estuvo preparando durante todos sus años de estudio en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam: Ramonólogos.

A fines de los años setenta tuve el honor de que Evodio Escalante fuera miembro del jurado que me examinó cuando concursé por una plaza para entrar a laborar en la uam Azcapotzalco.

Cuando llegué a nuestra institución me encontré con Sandro Cohen, José Francisco Conde Ortega y Arturo Trejo Villafuerte, el segundo también condiscípulo mío. Los cuatro ejercíamos el periodismo cultural en diversos medios, pero particularmente en Sábado. Con el paso del tiempo cada uno marchó por caminos personales; yo anduve en Revista de Revistas, El Nacional, Comunidad Conacyt y varias publicaciones académicas, como Texto Crítico.

En Azcapotzalco establecimos gran camaradería con profesores como Miguel Ángel Flores, Antonio Marquet y Severino Salazar. Arturo Trejo Villafuerte, Conde y quien esto escribe quedamos marcados por los muchos años en que trajinamos por las redacciones periodísticas. Por esto nos dieron la espalda los profesores que fueron llegando después porque, decían, nosotros no éramos investigadores y ellos sí pues cargaban costales de teoría literaria. Nosotros bebimos en las fuentes de la literatura, con sus hacedores, aunque no dejamos de volver a la Facultad para obtener un título de posgrado.

La revista semestral y monográfica Tema y Variaciones de Literatura nos daba —y nos sigue dando a los sobrevivientes— una coherencia milagrosa porque todos éramos como chivos que tiraban al monte. Si bien dábamos nuestras clases, asesorábamos tesis y tesinas y nos reuníamos en tertulias literarias que caminaron por diferentes bares del centro histórico, cada quien se apartaba a escribir una novela, un poema o un ensayo. Todo sin contar los libros que, también en soledad, preparamos en el encierro doméstico.

La uam exige a sus profesores realizar tareas de docencia, investigación y difusión de la cultura. Todos dimos y seguimos dando clases en las distintas licenciaturas que ofrece la uam Azcapotzalco y también impartimos clases en los dos posgrados que tenemos. Ni qué decir de los libros que publicamos lo mismo en la editora institucional que en diversos ámbitos. La difusión de la cultura fue y sigue siendo una tarea central para todos nosotros. Antonio Marquet, Óscar Mata y Enrique López Aguilar también cumplen con creces las tres tareas señaladas.

Aunque teníamos abiertas las puertas de diarios y revistas nacionales, siempre volvíamos a Casa del tiempo, aunque fuera para publicar un epitafio a algún colega.

Hoy contamos con más medios para hacer la tarea de difusión cultural, como los programas de uam Radio; allí seguimos colaborando con un entusiasmo al que se han agregado colegas como Alejandro Ortiz Bulle-Goyri, un hombre de teatro.

Francisco Conde, Severino Salazar, Arturo Trejo, Miguel Ángel Flores y Sandro Cohen ya murieron. Antonio Marquet, Óscar Mata, Enrique López Aguilar, Vladimiro Rivas, Víctor Díaz Arciniega y yo somos los únicos sobrevivientes. Pero del grupo que vivió las noches de ronda en las pasadas tres décadas, tal parece que me tocará apagar la luz y cerrar la puerta.

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Vicente Francisco Torres

(Ciudad de México, 1953).

Ensayista y narrador. Doctor en Lengua y literatura Hispánicas por la unam. Es profesor-investigador en la uam-a. Desde 1998 es miembro del sni (Nivel ii). Premio Internacional de Ensayo Alfonso Reyes 1997 por La rebambaramba y Premio de Periodismo Cultural inba/Delegación Cuauhtémoc 1988 por Narradores mexicanos de fin de siglo.