Maman, escultura de Louise Bourgeois en Ottawa, Canadá, 2014. Fotografía: Matt Wiebe, Wikimedia Commons
Elena Guiochins es una dramaturga que brilla en el teatro mexicano. Sus obras buscan, a su manera, formas esencialmente escénicas para hablar del acontecer de las relaciones humanas y, sobre todo, la relación de las personas consigo mismas. Su capacidad de profundizar la ha llevado a explorar estructuras que retan al tiempo y al espacio, que mezclan el pasado con el presente y que la memoria y el juego de realidades trastocan la percepción de nuestra realidad. Nos muestra las esencias de nosotr@s mism@s que en nada tienen que ver con la linealidad de los sucesos ni el rigor del espacio tangible en el que nos movemos.
Cada una de sus obras contiene una exploración distinta. Y va desde la reflexión del teatro dentro del teatro, como lo hizo en Mutis, hasta la identidad sexual, como en Traslúcid@ de 2016, transitando por leyendas prehispánicas o tradiciones mexicanas para hablar del acontecer de los niños.
Oda al olvido es la trilogía del teatro más reciente de Elena Guiochins, escrita de 2016 a 2018. En ella agrupa tres momentos fundamentales de una artista visual de origen francés que sobresalió por su atrevimiento al proponer esculturas arriesgadas; instalaciones con materiales no convencionales y que cuestionó las formas en la escultura: Louise Bourgeois.
La trilogía es biográfica con los recursos propios de las artes escénicas. No es lineal ni bidimensional. La memoria del personaje protagónico es el que guía la historia y, como la memoria, salta de tiempo y, por qué no, de realidades. Puede estar en un presente sin tiempo intentando recordar, queriendo volver al pasado para después olvidarlo.
La influencia del psicoanálisis y el budismo en la obra de Elena es fundamental para adentrarnos en su obra, porque la vida no es sólo como nos la pintan, la vida tiene tantos planos y dimensiones…, la vida va y viene en el tiempo, y en la vida se traslapan los personajes del pasado para incrustarse en el presente y trastornarles la vivencia de sus relaciones. Tu esposo no es tu esposo, sino que crees que es tu padre; o tu amante es tu esposo o tu madre eres tú misma. En el teatro esto se puede convertir en una realidad y es así como lo maneja la autora de Oda al olvido no sólo en esta trilogía sino en varias de sus obras. Este fenómeno que el psicoanálisis trabaja como neurosis se expresa en el teatro como posibilidades de realidad; así, comprendemos cómo la artista visual Louise Bourgeois insiste en afirmar que sus creaciones tienen que ver con los traumas de su infancia, y que su obra es producto de ese rencor que siempre le guardó a su padre, un hombre prepotente, violento y sobre todo, que humilla y hace menos a su familia, a su esposa y a su hija, para pisotearlas en su autoestima y dejarlas invalidadas y con dificultades de expresión. Elena Guiochins con maestría muestra esta problemática y las tres obras son una consecución de escenas respaldadas por una instalación con las que las titula y plasma contenidos. Así, la artista se manifiesta mediante sus creaciones, con distintos juegos escénicos y recursos de la invención que identifican aspectos de la historia de su vida.
El psicoanálisis está en Oda al olvido y es en la tercera obra donde representa los últimos años de la vida de la artista, cuando aparece el terapeuta. Y la etapa de la vejez es amplia porque Louise Bourgeois vivió hasta los noventaiocho años. Su obra fue ampliamente reconocida hasta que realizó, en 1982, cuando ella tenía setenta años, una retrospectiva en el Museo de Arte Moderno en Nueva York. En esta tercera etapa, Guiochins expresa eso que se llama transferencia al conferirle al psicoanalista la capacidad de ser el objeto del deseo de la psicoanalizada.
En Prendida de las lámparas, donde retoma la vida de Rosario Castellanos, el sicoanálisis también está presente pues para la escritora esa experiencia terapéutica fue fundamental. Escrita en 2008, la obra indaga los recovecos de la autora. Desdobla a su protagonista en tres ejes fundamentales: Rosario embajadora, Rosario estudiante y Rosario niña. El concepto da estructura y la libertad de fragmentar las características de un personaje; es lo que el teatro permite al volverlas en tres seres interdependientes que pueden coexistir en el escenario.
En la obra de Traslúcid@, donde trata la transexualidad, el protagonista-la protagonista recupera su esencia y la aceptación de su cuerpo y su espíritu con la ayuda de un terapeuta y activista transexual. Esta obra es lo más reciente de sus trabajos llevados al escenario. Se presentó en 2016 en la Sala Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, dirigida por la autora. Su estética correspondía al título, utilizando mamparas y objetos geométricos donde se trasparentaban cuerpos y eran definidos o indefinidos en este juego de la refracción. Para ella “Traslucid@ es una obra que reflexiona sobre el interrogante de la transexualidad donde el cambio de sexo no implica un cambio en la naturaleza esencial del individuo sino en la percepción de los otros hacia su persona y las consecuencias que este hecho implica”.
Si bien para Elena Guiochins la sexualidad y la relación con el cuerpo era el eje para esta obra, el centro en Oda al olvido es la relación entre la creadora y su obra de arte, la relación entre la biografía y la creación y, sobre todo, la reflexión que sucita en la artista su propio trabajo, la manera en que impacta y su relación con los otros.
Así como en Prendida de las lámparas Guiochins aborda tres aspectos de Rosario Castellanos, en Oda al olvido escribe tres obras de teatro en las que cada una cubre un período de tiempo. La primera obra, titulada Madre araña, abarca la niñez y juventud de Bourgeois; su vida en la casa familiar, la relación con sus padres, y nos comparte fragmentos del diario que ella escribió durante gran parte de su vida. Concluye con una fuerte escena, cuando se hace realidad lo que la artista escribió de los deseos que tenían ella y su hermano de descuartizar a su padre, haciendo referencia a la instalación que lleva el nombre de La destrucción del padre.
Mal haya quien mal piense es la segunda obra de la trilogía y, en ella, Elena ubica el periodo de madurez. Louise se enfrenta a los procesos de creación y reconocimiento social, a su matrimonio y los debates acerca de su arte. En la obra, los personajes principales que la acompañan son su esposo, su maestro Fernand Léger y Fama, que como metáfora y realidad la incita a decidirse a trabajar en su obra y la confronta con el mundo del arte. El motor de esta pieza intermedia es el reto que Fama le plantea con motivo de su exposición retrospectiva en el MoMA que ella tendrá que cumplir. Cual Mefistófeles, le hace firmar un contrato para sellar ese compromiso y la obra concluye cuando ella salta a la Fama.
La última etapa que registra la obra bajo el título La loca de la casa sucede años después de la muerte de su esposo, con el que compartió su vida en Nueva York treinta y ocho años. Es el tiempo de la vejez, cuando ya está consolidada como artista y se hace otras preguntas, más allá de la fama. ¿Habría querido ser mejor persona?, ¿amar a plenitud?, ¿relacionarme de otra manera con la gente? Su carácter rudo y su humor ácido y sarcástico la muestran con esa fuerza que se revierte contra ella y, al mismo tiempo, refleja el estado de invalidez al que obliga su edad avanzada. Ese carácter hiriente la marcó. Cuentan que, en su casa de Manhattan, realizaba reuniones con artistas para discutir sobre sus obras. Alumnos y coetáneos estaban deseosos de participar. A esas sesiones se les llamaban “Sunday bloody Sundays” (Domingo, sangrientos domingos) por el dolor que podían causar sus críticas.
En esta trilogía, Guiochins contempla tres épocas para desde ahí moverse en el tiempo y el espacio, rompiendo la cronología y el rigor del presente. Al recordar se trae el pasado al presente y al vivir en el presente se puede avisorar el futuro o comentar aspectos que pasarán después. El teatro hace presente todos los tiempos y en la presencialidad del espacio ubica un hoy y ahora perpetuo.
La autora de Oda al olvido supera la anécdota y la biografía de una artista, para saltar a un proceso más imaginativo de recreación, eligiendo desde dónde contarnos la historia y desde dónde mostrarnos al personaje. Su espíritu introspectivo en la dos últimas obras invitan a cuestionar los valores impuestos por la sociedad y enfatizar en la complejidad que define a un personaje. Su punto de observación es crítico e inteligente. Sus discusiones rebasan la explicación y abordan problemas artísticos y existenciales; de lo que define o no a una artista, de la relación con la muerte y con los afectos; de la importancia o no del reconocimiento en el mundo del arte, y las implicaciones que conlleva esta necesidad.
Elena Guiochins no se queda en los hechos, sino que mete su mano y su mente para desenvolver a los personajes y mostrarlos desde una interioridad espeluznante. Ella sabe desnudarlos y decirnos lo que son desde su perspectiva; así, tal cual, sin florituras y conmiseración. No es una autora melosa que quiere y consiente a sus personajes; es una autora que los quiere pero desea desentrañar sus verdades, mostrar sus contradicciones y decirnos, desde el teatro, lo que hay detrás de una simple historia de vida de una artista famosa y excepcional.
Elena Guiochins es una autora que ha pasado por distintos intereses en las artes escénicas. A la par que investigaba formas de expresión en el teatro para adultos, también se inclinó por el mundo. Su obra Juan Volado está inspirada en una leyenda totonaca; y Nuc, la niña de agua trata el universo de la infancia cuestionando la violencia ejercida hacia las niñas como sucede en los matrimonios de niñas con adultos y su consecuente abuso; no justifica una tradición popular sino que hace evidente cómo se encubre la violencia infantil hasta llegar a la muerte.
En Oda al olvido también existe esa violencia hacia la infancia y sin ser una obra infantil, habla de ello, de cómo Louise Bourgeois convirtió la agresión de su padre y sus relaciones familiares en la motivación principal de sus pinturas, esculturas e instalaciones; muestra cómo afectó su vida emocional y la imposibilidad de la artista para sentirse plena y feliz. El epígrafe de la primera obra de la trilogía es un dicho de Bourgeois: “La gente feliz no tiene historias”. Su obra artística es una venganza y una denuncia, expresando el odio y resentimiento a su padre, aunque, dicen, finalmente llegó a admirarla.
Para la construcción de sus personajes, la autora de Oda al olvido pone en cada escena una semilla que germinará en escenas futuras o en el mismo espectador, dándole guías que completen su imaginario y vinculen el arte de Louise Bourgeois con su proceso personal. La araña asociada a la madre, a los tiempos en que en el taller familiar tejían y reparaban tapices antiguos, cobra sentido. En escena madre e hija tejen simultáneamente a la araña, la escultura icónica de Bourgeois, que teje su tela de araña. Ella es su madre con la que dialoga, su obra de arte que la atemoriza, pero también su inspiración. Es una presencia que está y no está a lo largo de toda la obra.
En la trilogía de Elena Guiochins hay una instalación de la artista en cada escena. Ilustra sin palabras lo que sucede; simplemente con la fuerza visual y el contraste del conflicto. El teatro y la instalación conversan incansablemente en un diálogo paralelo que la autora pone en acción. Una conversación subliminal que nos llena de significados y sugerencias.
Oda al olvido consta de tres obras de teatro que —jugando con el nombre— juega con lo que afirma la artista plástica: recordar para olvidar. El personaje de Fama le pregunta en algún momento: “De qué sirve adentrarse en el pasado?” y ella le contesta: “Solo así puedo vivir en el presente”
Esta trilogía es un ejercicio de la memoria para sanar heridas, para reconocer el camino andado y reafirmar con estas palabras una vuelta de tuerca: recordar para crear.
Elena Guiochins es una dramaturga consolidada y versátil que ha proyectado en el teatro su capacidad de imaginar, de pensar y de trasgredir la realidad. Sumergirnos en su universo es nadar a contraflujo y llegar al fondo de las cosas y de las personas; ese fondo que no tiene tiempo ni espacio; que es sólo materia, energía y vínculos emocionales.
Oda al olvido. Trilogía de Louise Bourgeois
Elena Guiochins
México, UAM (col. Molinos de Viento), 2023, 272 pp.
Dramaturga, maestra, crítica, periodista y productora de radio. Su intensa labor teatral la ha hecho merecedora de importantes reconocimientos como el Premio Punto de Partida UNAM con Casa llena, el Premio Nacional de Dramaturgia por Habitación en blanco, el Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón por El codex Romanoff y el Premio Nacional Rosario Castellanos en prensa escrita, entre otros.