Enunciar(Ser)

Celia González
diciembre 2022 - enero de 2023

 

 

Fotografía: Norma Patiño

 

La Feria de Arco fue el evento protagonista del 23 al 27 de febrero en la capital española, sin embargo, las propuestas más relevantes de la ciudad se encuentran en sus instituciones públicas. La lógica propia de la feria como espacio dedicado a la comercialización hace difícil visualizar las obras debido a la cantidad y forma de exhibición de las mismas, organizadas en stands. Es importante destacar las iniciativas de la feria en busca de reconocer la calidad de las obras y curadurías presentadas y así fomentar el mecenazgo institucional. Un ejemplo de ello son los diversos premios entregados durante Arco a galerías y artistas individuales. En particular llaman la atención el premio Opening by Allianz y el premio arco/beep de arte electrónico. Este año, el primero fue dedicado al mejor stand de la sección “la devolución del valor de su espacio”, y premió a la galería East Contemporary por su propuesta curatorial con una fuerte mirada estética y política. El segundo fue entregado a la obra “Echos” de la Galería Ángels Barcelona, una escultura posthumana ubicada en el contexto de la comunicación durante la pandemia.

No obstante, las instituciones culturales de Madrid, dedicadas a sistematizar y fomentar discursos y formas de artistas locales e internacionales, siguen ofreciendo las propuestas más relevantes. Durante la semana de Arco Madrid estuvieron abiertas al público tres exposiciones alojadas en espacios institucionales que sobresalían por la calidad de sus propuestas: Museo Reina Sofía, Museo Centro de Arte Dos de Mayo y Centro Cultural Matadero Madrid.

La primera de estas exhibiciones es la retrospectiva de la artista cubana Belkis Ayón Colografías, expuesta en una de las salas del Museo Reina Sofía. Ayón fue una de las artistas más importantes de la escena del arte cubano, innovadora tanto técnica como temáticamente, sus colografías —técnica de grabado que utiliza diferentes texturas y grosores de cartulina, cartón y engomados para producir una matriz— a gran escala son muy poco habituales en el mundo del grabado, medio que generalmente prefiere los formatos pequeños o medianos por las complejidades técnicas que implica la realización en gran formato.

Ayón escogió el gran formato, a modo de retablo religioso, para llevar a imágenes su investigación sobre la sociedad secreta afrocubana Abakúa, exclusivamente masculina. Las colografías de Ayón no representan estrictamente la constelación y los rituales de los Abakúa sino que para la artista es una oportunidad de abordar preguntas y sentimientos existenciales, quizás, más cercanos al catolicismo, como la salvación o el arrepentimiento. Es precisamente la figura femenina en representación de Sikán, mujer sacrificada por los Abakúa, la protagonista de muchas de las obras de Ayón. La constancia de esta figura pudiera sugerir que es a través de Sikán que la artista se relacionaba con el mundo Abakúa.

Explicar las obras de Ayón es siempre difícil, sus imágenes habitualmente en blanco y negro son poderosas precisamente por enigmáticas. Es imposible despegarse de los ojos blancos de Sikán mirando siempre al público y difícil no imaginarlos como representaciones de los propios ojos de Ayón. En 1999, a los treinta y tres años, la artista se suicidó dejando su asombrosa producción incompleta. Esta exposición en el Reina Sofía es la primera retrospectiva de Belkis Ayón en Europa. La  muestra es una oportunidad de obsrrvar en conjunto tanto las impresiones colográficas como las matrices producidas por la artista.

Por su parte, Espejo y Reino/ Ornamento y Estado, del artista español Álvaro Perdices se podía encontrar en el Museo Centro de Arte Dos de Mayo. La exposición en su totalidad puede ser comprendida como una única instalación compuesta por una serie fotográfica, una estructura arquitectónica transparente (de aluminio y vidrio), un grupo de objetos y dos videos. Perdices recurre a la obra como archivo para atender desde adentro dos instituciones relacionadas con el pasado franquista de España: el desmantelamiento del Museo del Ejército ubicado en el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro y los talleres de ebanistería del Centro Penitenciario Ocaña I en Toledo.

Del primero hace una serie fotográfica que recuerda la mirada de un detective, se fija en escenas generales y en los pequeños detalles de un sitio en momentánea destrucción, que pronto dejó de existir tal cual se puede observar en las imágenes. Es precisamente el contrapunteo entre archivo como dispositivo de conservación y destrucción, como proceso de deconstrucción y problematización de la historia, el interés en esta exposición. Del segundo espacio, los talleres de ebanistería del Centro Penitenciario Ocaña I en Toledo, son los muebles de estilo “remordimiento” o “castellano”. Aún con polvo y a medio desembalar, fueron ubicados en el medio de la sala y rodeados por una estructura transparente que el público atravesaba para descubrirlos. Los muebles producidos por presos del franquismo en el taller de ebanistería y el Museo del Ejército compartían el “estilo castellano”, síntoma de un proceso político que gestionó una estética conservadora para auto representarse.

Las imágenes de uno de los videos exhibidos recorre el Museo del Ejército ya desmantelado, sitio que acumula capas de historia de la conformación del Estado español y que ahora sólo podemos visitar tal como existió mediante este archivo. Sin embargo, no se trata de una descripción del espacio en general, el recorrido del video nos adentra a detalles, cables, huecos, suelos que parecieran no tener valor histórico alguno pero que hablan de quienes han habitado estas instituciones.

En algunas de las fotografías del espacio desmantelado del antiguo Museo del Ejército aparece el reflejo del artista y la cámara, sutil, casi inadvertido, pero es posible distinguir su cuerpo desnudo ¿Postura desafiante ante la historia franquista de España, ante el Estado y sus instituciones, acción mágica para revertir los efectos estéticos y políticos del “estilo castellano” o simple gesto de ruptura ante un pesado trabajo de arqueología visual?

La última muestra es una instalación sonora de alta complejidad técnica The Murder of Crows, de los artistas visuales reconocidos internacionalmente Janet Cardiff y George Bures Miller. The Murder of Crows se presentaba en el centro Cultural Matadero Madrid a partir de las 5pm. Entrar a la sala de Matadero “Cerrado por obras” para ver esta exhibición fue más cercano a adentrarse a una pequeña sala de conciertos que a una convencional exposición de artes visuales. La instalación sonora inmersiva compuesta por noventa y ocho bocinas de diferentes tamaños y esparcidas por la sala tenía una duración de treinta minutos, y funcionaba durante cuatro horas en bucle, por lo que no era necesario escucharla/verla desde su punto de inicio.

Según el folleto de sala, el diseño sonoro de The Murder of Crows está inspirado en El Sueño de la razón produce monstruos, de Francisco de Goya, en un mundo devastado, sin rumbo y, ciertamente, la sensación de desolación que provoca la instalación sonora es inmediata. No es posible describir aquí un recorrido conceptual como en el caso de la instalación Espejo y Reino/ Ornamento y Estado, esta instalación hablaba de futuro, de uno catastrófico, inminente e inevitable y lo hacía a través de los sentidos.

Las sillas de la sala fueron ubicadas alrededor de una mesa donde había sido colocado un objeto mitad megáfono (expansor de sonido) y mitad fonógrafo (grabador de sonido). Sin embargo, la instalación estaba diseñada para ser recorrida y las bocinas funcionaban como personajes, y los espectadores guiaban su mirada al unísono a un mismo aparato cuando comenzaba a emitir algún sonido, a hablar: pájaros, murciélagos, el mar en furia, un paisaje, una voz humana describiendo un sueño, un cataclismo. El volumen de la instalación era considerablemente alto, de hecho, lo advierte la información sobre la muestra y la sala estaba semioscura, con luces específicas que iluminaban ciertos personajes/bocinas. La sala recordaba a una pequeña catedral mientras el órgano estaba siendo tocado, entre solemne y triste, preocupante.

Ya hace unos años que tanto en las artes visuales como en las ciencias sociales el futuro es un tema constante, no para imaginarlo tecnologizado, sino como una preocupación casi inmediata; un futuro a corto plazo sostenido por un presente en ruinas, donde el antropos necesita aliarse al resto de las especies a fuerza. The Murder of Crows tiene la capacidad de hacer sentir la inmediatez de este problema: estamos al borde un abismo y no lo vemos.

Colografías, Espejo y Reino/ Ornamento y Estado y The Murder of Crows son tres exposiciones muy distintas, acuden a recursos visuales y conceptuales variados y parten de referencias y genealogías diversas. Los ojos de Sikán grabados por Ayón, las fotografías de instituciones franquistas desmanteladas realizadas por Perdices y las bocinas/personajes de Cardiff y Bures Miller son todas enigmáticas, tienen una capacidad aurática que va más allá de la singularidad de la obra, nos afectan como espectadores sensibles, intelectualmente curiosos e informados, pero también como a humanos pos-pandémicos al borde una guerra.

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Celia González

(La Habana, 1985)

Artista visual y antropóloga cubana. Graduada de la Universidad de las Artes, máster en Antropología visual por flacso, de Ecuador. Cursa el programa de doctorado en Antropología Social en la Universidad Iberoamérica, de la Ciudad de México. Algunas de sus principales exposiciones son Cross Currents / Intercambio Cultural, Smart Museum of Art y National Museum of Mexican Art, Chicago, 2019; Itinerarios xxv, Centro Botín, Santander, 2019, y Otro amanecer en el Trópico, Reinbeckhallen, Berlín, 2018.