Ultramar reinterpretado

Miriam HUberman Muñiz
Junio-Julio de 2022

 

Fotografía: Foco alAire Producciones

 

En junio de 2021, Danza unam estrenó en línea el documental LOStheULTRAMAR – un recorrido para festejar la vida, dirigido y editado por Octavio Iturbe y basado en la obra coreográfica homónima de Marcela Sánchez Mota y Octavio Zeivy.

Era evidente de que se trataba de un documental: Iturbe creó una “expresión de un aspecto de la realidad mostrada en forma audiovisual” que podría catalogarse como “documental o película de montaje”. Es decir, un documental para el cual no se graba nada expresamente, sino que se elabora a partir de material existente, que el director organiza, para producir un discurso diferente. En este caso, Iturbe se basó en entrevistas y videos realizados por varios camarógrafos que acompañaron a los seres ultramarinos en sus múltiples recorridos y creó un nuevo modo de adentrarse en su mundo.

Así, aquí se examina el tratamiento coreológico que Iturbe le da a la pieza original: cómo la transforma y en qué la convierte. Considero que Iturbe hace algo que va más allá de un mero “discurso diferente”: reinterpreta la obra original. Se trata de una reinterpretación que presenta aspectos de los hilos conductores del medio de la danza (ejecutante, sonido, movimiento y lugar) que no serían perceptibles al ver la obra presencialmente: vemos cómo se visten los ejecutantes, cómo se ayudan entre ellos para colocarse las pantallas sobre la cabeza, cómo cierran los ojos mientras se las ajustan; escuchamos las experiencias de los observadores/participantes, sus intentos por expresar estas experiencias con y sin palabras; observamos la procesión, las danzas de las parejas y la gran danza circular del final captadas desde ángulos inesperados; de una toma a otra nos trasladamos de la Ciudad de México a Manizales, de Aurillac a Praga, y de Perugia otra vez a la Ciudad de México.

Nos hallamos ante reinterpretación que nos permite apreciar cómo el ojo certero, comprensivo y compasivo de Iturbe transforma a los observadores/participantes de la obra original en personajes/ejecutantes. Esta reasignación de roles se basa en la captura de la vasta gama de interpretaciones que son el resultado de las reacciones provocadas, las asociaciones desatadas y las emociones despertadas tanto por la presencia de esos seres provenientes de ultramar como por haber sido invitados por dichos seres a participar en la procesión y la danza.

La pieza original fue creada por Sánchez Mota y Zeivy en 2012. Se ha bailado sobre puentes y bajo arcos; frente a castillos, iglesias, museos, jardines de arte; en parques, salones, billares, galerías, estacionamientos, plazas, mercados, calles y avenidas. Los ultramarinos, según cálculos de ellos mismos, han dado alrededor de seis millones de pasos sobre el asfalto, el concreto, los adoquines y el pasto de numerosas ciudades de México, y varias de Colombia, Lituania, la República Checa, Alemania, Hungría, Italia, Francia. Donde sea que vaya, la obra LOStheULTRAMAR conmueve e inspira. Niños y niñas, jóvenes, adultos, personas en sillas de ruedas, de noche o de día, se unen a la procesión y bailan, primero con un ser ultramarino y después, todos juntos, en una danza circular.

Iturbe revela los motivos por los que LOStheULTRAMAR tiene tantos seguidores (literalmente). En primer lugar, es evidente que sus creadores no hacen concesiones a las modas: Sánchez Mota y Zeivy saben lo que quieren y lo consiguen, dando lugar a que haya una congruencia total entre su intención creativa y el resultado que producen. En este caso, quisieron crear una tribu urbana que recorriera el mundo y eso fue lo que hicieron, junto con Verónica Wong, Marsel Toledo, Elena Hernández, Inés Herrera, D’Enirio Pérez, Lucio Sosa, Luis Villegas, César Pérez, Esteban E. Hernández, Emmanuel Fragoso, Ángel Lara, Edgar Espinosa, Jonathan Villeda, Julia Barrios, Alicia Ocadiz, Arely Delgado y Norma Flores.

En segundo lugar, al mismo tiempo que los directores tienen metas absolutamente claras, el trabajo de Iturbe muestra el alto grado de adaptabilidad y flexibilidad que poseen ante las limitaciones y obstáculos implícitos en las idas y venidas de ultramar.

En tercer lugar, la edición de Iturbe pone de manifiesto que la integración de la forma y el contenido de la obra en sí es tal que hace posible la coexistencia de una estructura sólida con la capacidad de responder a lo imprevisto de manera efectiva y engañosamente natural; que la contención y concentración de las emociones y los movimientos dan pie a una identificación inmediata de las expresiones faciales, y que el amplio abanico de emociones expresadas tiene como resultado que el público de cualquier parte encuentra alguna o varias que le son familiares y, a partir de esto, elabora su propia narrativa.

Dicho esto, la reinterpretación de Iturbe hace patente el intricado juego de significados contrastantes que el público encuentra en la obra. Por ejemplo: es una marcha fúnebre, es una fiesta (pero sin tanta distracción); se rompen estereotipos, se rompe con la monotonía; es algo trágico, eufórico, nostálgico, alegre; hay quien lloraba, hay quien reía; para unos fue algo perturbador, extraño, escandaloso, demoniaco, para otros fue algo místico, maravilloso, profundo pero ligero, espiritual, metafísico; algunos se desesperaron, otros encontraron una paz interior. Y hubo hasta quienes los llamaron una comunidad extraterrestre y zombis.

Yo agregaría que el trabajo de Iturbe se vuelve un detonador para reflexionar sobre la relación entre pasado y presente; la (im)posibilidad de captar lo efímero, el momento (mágico), el fenómeno situacional; los conceptos de identidad y otredad, pertenencia y separación, soledad y comunión, colonización y descolonización, entre otros. 

Para quienes ya tuvimos una experiencia ultramarina, Iturbe ofrece una oportunidad de recuperar la memoria de un evento efímero y volver a celebrar: recorrer las calles y las plazas; recordar momentos anecdóticos y momentos significativos; escuchar experiencias parecidas y ajenas; sonreír y, tal vez, hasta llorar; sentir ganas de moverse y bailar otra vez.

Para quienes no han tenido una experiencia ultramarina, el documental será una oportunidad de ver cómo unos ejecutantes se transforman en seres ultramarinos, enigmáticos y cercanos a la vez; de apreciar la multiplicidad, riqueza, coincidencia y divergencia de interpretaciones que el público participante comparte. Y lo más interesante: lograrán percibir el impacto emocional de la intención expresiva de esos seres.

Y todos notarán que, por medio de la danza, en su expresión comunitaria, tenemos acceso a una sabiduría ancestral, espiritual, sanadora, o coreosófica, como la llamaría Rudolf Laban. Que el otro no necesariamente es el extraño, el enemigo. Que es uno como nosotros, como tú y como yo. La diferencia se vuelve complicidad, comunión, comunidad. Los seres ultramarinos no dominan —tú les das tus manos—; no te enseñan a bailar —reconocen que ya sabes bailar y sólo te invitan a que lo hagas con ellos y con los demás—; no buscan la uniformidad reificada sino la fisicalidad, la diversidad individualizada; no imponen una visión sino que permiten que cada individuo se exprese.

Al ver esta obra que reinterpreta otra(s) obra(s), que va y viene de Europa a América y de América a Europa, sin conquistar, sin invadir, sin dominar, sin colonizar, no queda más que preguntar: en estos tiempos de cambios y globalizaciones, ¿dónde queda ultramar?, ¿de dónde vengo y a dónde voy?, ¿de dónde vienes y a dónde vas?; ¿dónde quedaron los procesos rituales y las celebraciones comunitarias?, ¿dónde quedó el espíritu de la danza?, ¿en ultramar?

Tal vez esos enigmáticos seres provenientes de ultramar apunten hacia una nueva forma de ser seres humanos. De conocernos y reconocernos mediante la mirada del otro. De celebrar juntos nuestra humanidad. Así como aparece la tribu urbana, se va: con un rito de comunión que regalan al otro. Ultramar ha sido resignificado, reubicado y ahora, reinterpretado.

Fotografía: Michel Wiart

LOStheULTRAMAR. Un recorrido para festejar la vida

Dirección de Octavio Iturbe

México, unam, 2021.

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Miriam Huberman Muñiz

Docente, investigadora y crítica. Especialista en estudios coreológicos, concientización corporal y prevención de lesiones, historia de la danza y educación en danza. Licenciada en Historia (unam, 1986) y tiene una maestría en Estudios sobre Danza (Laban Centre for Movement and Dance, Londres, 1991). Directora de Espacio Laban.