Políticas culturales y diversidad sexual: museos, censura y rupturas

Maai Ortíz
Junio-julio de 2022

 

 

8491, Homosexual detenido en una comisaría, México, ca. 1925, col. Archivo Casasola, Mediateca INAH

 

La censura de las representaciones en torno a la diversidad sexual tienen una amplia y polémica trayectoria en el mundo. A nivel internacional, se han conocido casos que han dado la vuelta al mundo por causa de los escándalos mediáticos que han traspasado fronteras. En 2012, por ejemplo, fue atacada la exposición “Obscenity” del cineasta Bruce LaBruce en la Galería La Fresh, en Madrid. El autor es reconocido por sus filmes homoeróticos. En aquella ocasión, sus fotografías vinculadas al catolicismo y el erotismo provocaron el enardecimiento de grupos religiosos que consideraban una blasfemia tal exposición. Sin embargo, LaBruce no fue el primero en inaugurar estas polémicas escenas. Hacia 1989 fue censurada la exposición “The Perfect Moment”, de Robert Mapplethorpe, en la Corcoran Gallery, en la ciudad de Washington. Para algunas voces especializadas, tal acción catapultó al artista, el cual se distingue por sus fotografías homoeróticas, dando especial trato a los cuerpos de hombres negros, por lo cual fue sumamente cuestionado. Estos eventos ocurridos en galerías no han sido muy diferentes de los acontecidos en instituciones museísticas mexicanas, así como en particulares circunstancias históricas, donde la política cultural institucional se mantuvo durante muchos años blindada ante las expresiones artísticas sexodiversas.

Para escenificar el contexto mexicano, no puedo pasar por alto dos obras emblemáticas en la historia del arte en México que retratan el surgimiento de los discursos nacionalistas aunados a la postura machista y homofóbica. Cabe señalar que hasta recientes años se ha optado por la institucionalización de la diversidad sexual como política de inclusión, de manera enfática en las posturas y acciones de la Secretaría de Cultura, misma que ha convertido en “grupos de atención prioritaria” a las disidencias sexogenéricas para la generación de una oferta cultural y artística.

La primera obra nos remite a 1901, cuando el famoso y reconocido grabador de Aguascalientes, José Guadalupe Posada, creador de la garbancera, mejor conocida como la catrina, realizó un famoso grabado del baile de los 41. En esa escena fueron exhibidos públicamente varios hombres reunidos en una fiesta donde una parte de ellos estaban vestidos de mujer (travestidos), razón por la cual se convierten en una escena histórica llena de burla y escarnio por parte de la sociedad mexicana. Por cierto, el caso más notable fue el del yerno de Porfirio Díaz, historia que llegó hasta hace poco tiempo a una reconocida plataforma de contenidos audiovisuales por Internet.

La segunda obra también nos regresa a principios de siglo XX, con el artista Antonio Ruiz, el Corcito, cuando pinta Los paranoicos (Los espiritufláuticos), donde aparecen Salvador Novo, Roberto Montenegro y Xavier Villaurrutia, quienes formaban parte del grupo llamado Contemporáneos. En este cuadro, en el edificio de fondo, se perciben las fechas: 1810-1941; este último número se refiere nuevamente al baile de los homosexuales, de la mencionada redada porfiriana, afirma Teresa del Conde. La pintura evocaba una visión burlona respecto a la homosexualidad de los escritores, así como una actitud detractora al amaneramiento y el travestismo.

En el caso de las exposiciones en reconocidos museos nacionales, es fundamental recordar lo sucedido en 1968, durante el año bianual México-Inglaterra, cuando la directora del Museo de Arte Moderno, Carmen Barreda, y el escritor Agustín Yáñez, secretario de Educación Pública de Gustavo Díaz Ordaz, ordenaron retirar de una exposición las obras del artista británico David Hockney, ya que contenían en su composición hombres desnudos o semidesnudos, con evidentes evocaciones homosexuales.

Otro blanco de críticas homofóbicas en el Museo de Arte Moderno, en 1999, fue el artista Nahúm B. Zenil, quien es considerado como uno de los máximos exponentes del neomexicanismo. Esta vez el descrédito vino de una investigadora del Cenidiap. En un ensayo titulado “La obra de Nahúm B. Zenil: una aproximación a la pintura pornográfica y obscena” la autora críticaba tajantemente la exposición “El gran circo del mundo” usando locuciones como: “experiencia escatológica y pervertida”, “nos obligaba a entrar para salir del hartazgo obsceno y hasta repugnante”, “[en] el gran circo del mundo el artista mostraba públicamente sus reiteradas perversiones sexuales”.

Sin embargo, Zenil ya había sido cuestionando y censurado en 1997 por el gobierno federal. En aquella ocasión, fue durante la Semana Cultural Lésbica Gay, cuando la obra ¡Oh Santa bandera!, expuesta en el Museo Universitario del Chopo, sede histórica de este evento cultural, fue retirada por disposición oficial, puesto que en la obra de Nahúm, el autor se representa agachado mientras lo penetra la bandera mexicana. La obra fue considerada una ofensa a los símbolos patrios.

 

Sin título, 45 x 54 cm, autor no identificado, 1953, impresión en papel algodón, Acervo Gabriel Barajas, Colección Somos Voces

 

Aunque es importante reconocer que, después de esos actos de censura, el Museo de Arte Moderno abrió sus puertas al Festival Internacional por la Diversidad Sexual, con la ya adulta Semana Cultural Lésbica Gay, impulsada por José María Covarrubias (La Pepa), Jorge Fichtl y el Círculo Cultural Gay desde 1987. La ruptura con décadas de homofobia fue resquebrajada mediante la pieza Amor de Papel, de Fernando Osorno, que iluminó literalmente el Jardín escultórico del MAM con su monumental biombo de papel montado en seis bastidores, donde cada panel representaba una alusión al amor homoerótico.

La censura en exposiciones ha sido un problema histórico para las colectividades sexodiversas en el arte. Sin embargo, nuevamente en 2014, se dio otro polémico evento por causa de una exposición que no era necesariamente vinculada al público sexodiverso, pero que fue leída desde cierta mirada homofóbica. En aquel año, fue retirada la página del Museo Nacional de Arte de Facebook debido a la denuncia de sus imágenes que formaban parte del proceso de difusión de la muestra “El hombre al desnudo”. Ante el escándalo, el Munal abrió otra cuenta, oficializó sus disculpas a las personas ofendidas y pidió no denunciar las imágenes. Es importante recordar que esta exposición ya había tenido problemas en 2012, año en que fueron censurados los carteles de los artistas Pierre & Gilles, elegidos para publicitar la exposición “Nackte Männer”, realizada en el Museo Leopold, Austria. Esta pareja de artistas homosexuales son célebres por sus fotografías que abordan la homosexualidad y el desnudo masculino desde una mirada erotizada.

Otro acto —en esta ocasión en un museo privado— ocurrió en 2017 cuando se dio un intento fallido de intervención drag por parte de Mikonika en el Museo de Memoria y Tolerancia (MMyT). Ante el suceso, algunos activistas y personas LGBT+ se mostraron a favor de realizar una manifestación, emitir una declaración o simplemente evidenciar las prácticas discriminatorias de este recinto a través de distintos medios. A pesar de la disputa que se dio en redes sociales a partir de las declaraciones de las autoridades del MMyT, el caso quedó a la deriva y, como muchas noticias, pasó de moda. Este acto sembró dudas acerca del discurso de inclusión, tolerancia y no discriminación del museo, temas a los que debe su existencia.

Estos son solamente algunos hechos que antecedieron otra polémica exhibición suscitada en marco de la celebración a Emiliano Zapata hacia 2019. Durante este año se decidió construir una nutrida oferta cultural para recordar a esta emblemática figura de la historia mexicana, misma que sería coordinada por la Secretaría de Cultura a cargo de Alejandra Frausto. Tal anuncio fue publicitado en las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador. Nadie imaginó que la exposición en el Palacio de Bellas Artes, organizada por esta dependencia, terminaría cerrando el año con un polémico desencuentro entre grupos y familiares zapatistas, el gobierno federal y la comunidad homosexual.

El evento que detonó el zafarrancho cultural fue una pintura del artista chiapaneco Fabian Chairez, la cual causó gran indignación a la familia de Emiliano Zapata. Es importante decir que el autor había participado ya en el Festival Internacional por la Diversidad Sexual, así como en varias de sus exposiciones en distintas sedes, tales como el Museo Universitario del Chopo, la Galería José María Velasco, entre otros espacios expositivos como la desaparecida Galería Hazme el Milagrito, la cual fue prácticamente la primera galería de arte homoerótico en México —por cierto, cabe mencionar que una de las pinturas de Fabian fue la imagen del cartel del fids en 2017, cuando se celebraban los treinta años de este evento, prácticamente el más longevo de Hispanoamérica—. Esto es trascendente, porque sus obras ya habían sido expuestas en espacios institucionales en otros años sin registrar algún desencuentro.

Me interesa subrayar los antecedentes porque mi intención es dar cuenta de una memoria de ciertos actos y obras que han marcado la historia no contada de las expresiones artísticas de la diversidad sexual en el campo de la cultura. Ya que si bien la pintura de Chairez causó gran conmoción por sus efectos masificadores y virales, potenciados por las redes sociales, en realidad tales actos intimidatorios, violentos y represivos contra las expresiones culturales lgbt+ tienen, como ya he descrito, una larga historia en México y el mundo.

Uno de los objetivos de la Semana Cultural Lésbica Gay —plantea José María Covarrubias en un documento resguardado en el fondo i (CAMeNA/UACM)— radica en: “La necesidad de no volver al silencio, después de haber tomado las calles y otros lugares sociales. Seguimos buscando que los espacios de todos sean de todos”.

José María Covarrubias, La Pepa —como era conocido y nombrado entre la gente—, se aferró a la necesidad de difundir las expresiones artísticas y culturales en la Ciudad de México mediante los diversos eventos que organizaba con el apoyo del Círculo Cultural Gay de aquella época. Instrumentalizó lo que ahora reconocemos como gestión cultural para irrumpir y resquebrajar las políticas culturales sexofóbicas que oprimieron y aún oprimen las expresiones artísticas sexodiversas.

Si bien la figura de La Pepa fue polémica en toda la extensión de la palabra, debe reconocerse el gran esfuerzo y empeño que depositó en cada una de las actividades realizadas para sacar adelante año con año una amplísima oferta cultural multidisciplinaria que ha pasado del consumo interno entre la población sexodiversas a las dinámicas institucionales de la programación oficial de la ahora Secretaría de Cultura, surgida hacia 2015.

Por cierto, existen registros hemerográficos de las diversas disputas que José María Covarrubias emprendió contra autoridades en diversos niveles institucionales, medios de comunicación, sin olvidar las incontables anécdotas acerca de sus acciones “políticamente incorrectas”. Sin embargo, y a pesar de las críticas a su carácter y proceder, logró consolidar un proyecto cultural y artístico que cuestionó a la sociedad citadina, y cimbró —mediante una oferta cultural sumamente politizada— a toda una generación que luchó en el Movimiento de Liberación Homosexual desde sus distintos frentes y agrupaciones activistas.

La singular batalla de la Pepa fue la visibilización de las expresiones estéticas y culturales de la diversidad sexual. No pocas veces riñó contra instancias por la defensa de la libertad de expresión, manifestándose en desacuerdo total ante toda censura o acto que consideraba homofóbico o moralista. Es importante reconocer su arduo trabajo en la transformación de una política cultural incluyente. La aparición de librerías, centros culturales y otros espacios independientes que ofrecen amplias carteleras culturales para el público sexodiversas como Somos Voces, Eucalipto 20 y otros espacios ya desaparecidos, son producto de aquella lucha que aún no ha cesado.

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Maai Ortíz

Cursa el Posgrado en Humanidades en la UAM-X. Maestro en Comunicación y Política y Licenciado en Arte y Patrimonio Cultural/Gestión Cultural (UACM). Colabora en la Coordinación del Foro Cultural Somos Voces y en el Festival Internacional por la Diversidad Sexual.