puerta cerrada
Es la casa,
pero no encuentro la puerta.
El zaguán
las macetas
dos bancas para las visitas
que van de paso.
En el patio,
frágiles flores,
y el jazmín del fondo
con su oscuro regazo de juegos.
El secreto está ahí:
lo revelan los pájaros
que revuelan en sus jaulas estrechas,
sin que nada sospechen mis hermanas,
mientras alzan los brazos hacia
las ramas altas.
Abren los ojos sin alcanzar
los últimos rayos de sol,
o la luna de azahares
de los naranjos
con los fantasmas
del anochecer.
Envuelta en el humo
de la cocina, junto al aroma
del membrillo, que brinca el cazo de cobre,
y quema el recuerdo, y aviva
el agridulce sabor de la vida,
mi abuela.
En el cuarto de estar, máquinas de coser
emprenden su carrera
y mecedoras mecen
viento de la mañana.
Ya no la encuentro, y era sólida
sólida y resistente, ésta es la llave,
pero ya no entra por la cerradura,
o ya no es la misma
puerta.
(De Tornasol, 1997)
Abre la puerta
Abre la puerta
para que pase el huracán.
Sólo queda la niebla
o el recuerdo de la niebla.
El estruendo pasó y cada cosa vuelve
a su lugar.
El arrastrar del viento
no ha dejado más huella
que el sabor de la sal.
Todo vuelve a su curso,
avanza la noche.
La madrugada será puntual.
(De Tornasol, 1997)