Aquí habita la ausencia

Grisel García / Oscar Zárate
(Fotografías: Grisel García y Oscar Zárate. Texto: Oscar Zárate)
Febrero-marzo de 2022

 

 

Fotografía: Grisel García

Fotografía: Grisel García

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Fotografía: Grisel García

Fotografía: Grisel García

Fotografía: Oscar Zárate

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Fotografía: Oscar Zárate

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Fotografía: Oscar Zárate


La Ciudad vacía nos dejó ver todas las cicatrices, las de ella, las de nosotros, las tuyas.

Fuimos pateando los días y dejamos de vernos a la cara, leer la mirada de la ciudad que estira sus manos para alcanzarnos, para acariciarnos. Y tú y yo y todos damos la espalda por que nos sentimos poderosos, islas, reciclados de dogmas. Nos comimos el calendario sentados en el jardín de nuestros pensamientos. El sol nos rodeaba ciego, lívido, con la intención de abrir las ventanas para gritar que respirar es peligroso, riéndose de nosotros y nuestra soberbia. Repasamos el amor, el odio, una apología de nosotros mismos inundó los espejos, nos apretó a las paredes: saber que estás donde siempre hiciste falta, saber que no estás donde te repites cual reflejo.

Un hombre, una mujer tan común como la muerte; aún así, abrimos la puerta del caos, por que nos gusta el caos, un botón que enciende el mundo, que te da la posibilidad de creerte omnipresente, aunque por dentro el miedo nos toca la espalda con sus dedos fríos.

Los días y las noches se acumularon en la jícara del tiempo. Habría que beberla para saberte vivo y no para saciar algo que no tiene nombre. Empezaron a olvidar nuestros nombres y nos enumeraron. La desesperación y las cenizas se amontonaron en las manos. La ciudad se llenó de un canto fúnebre, el vacío que antes se instaló ahora nos dejaba una armonía triste de viento y susurros. Las paredes empezaron a reclamarnos, las calles se levantaron en armas hartas de la soledad y el hambre. Todo el desorden nos alcanzó para escupirnos desde las banquetas la consigna: “Tu cuerpo es tu casa, quédate ahí”.

No entendimos que para vivir todo debe involucionar, hacer una pausa y mirarse las manos, sentir el parpadeo, el aleteo del mundo. Olvidaste estrechar tus manos, ahora desconfías de un saludo, desconfías de un beso, hablas de cerca con el monitor que se abre en tus palmas y creemos en la salvación psicodélica, en la salvación ascórbica y buscas el perdón por un pecado que aún no has cometido.

Vimos la ciudad deshabitada de cuerpos, de voces, de la sinergia de las horas, de los números astutos anunciados en la Torre que inaugura Madero, puntal que levanta la carpa del cielo del Centro Histórico. Deshabitada de nosotros, impasible a las ausencias. Quién habitará la Ciudad si no aprendimos a sembrar flores, si cortamos la cabeza de la serpiente, si tememos a la lluvia, y llenamos de cemento la piel de esta metrópoli insaciable.

Habita la ausencia nuestro cuerpo, nuestras voces, porque hemos dejado crecer una hiedra con sus puntas afiladas.

La ausencia habita los ojos de los autos, de los aviones que bajan tristes a la tierra estéril.

Una pandemia abrió las cicatrices que por años habíamos ocultado, y esta ciudad sobrada de ausencias nos amordazó para escuchar: un instante, un suspiro, una ausencia: la nuestra.

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Grisel García

(Ciudad de México, 1990)

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la uam. Productora audiovisual independiente. Ha producido proyectos documentales en colaboración con la Unidad Cuajimalpa de la uam. Desempeña trabajo comunitario en el barrio de la Merced con la Colectiva Barrio Chido la Meche.

Oscar Zárate

(Ciudad Ixtepec, Oaxaca, 1983)

Gestor y promotor cultural independiente. Estudió Ciencias y Técnicas de la Comunicación en Oaxaca de Juárez, así como en la Escuela de Escritores de Yucatán, Leopoldo Peniche Vallado. Coordinador del Taller de Lectura chituguí, en Ciudad Ixtepec, Oaxaca.