Página 110 del libro Nobilità di Dame, de Fabritio Caroso
La danza es una manifestación artística efímera, cuyo medio de trabajo es el movimiento del cuerpo en un espacio y tiempo específicos. El público percibe un espectáculo de danza de forma presencial, sin embargo, se han utilizado diversos medios de registro para hacer perdurar este arte que acontece de manera fugaz. Actualmente para esto son indispensables la fotografía y el video, inventados a finales del siglo XIX. No obstante, el hombre ha bailado a lo largo de toda su existencia, así que ¿cómo podemos saber las maneras en las que se movían las primeras civilizaciones cuando no existía el video?
A lo largo de la historia del ser humano, la danza se ha desarrollado mediante dos funciones principales: mediante un carácter social, que revela formas de expresión de las sociedades y comprende danzas rituales, populares, sacras, étnicas, entre otras; y por otro lado, mediante danzas con función de espectáculo, con un propósito más artístico, y que son enseñadas con técnicas académicas, como la danza clásica, la moderna, la contemporánea o la danza jazz.
Las artes visuales y la danza poseen una relación dialógica y se han vinculado desde sus orígenes, lo cual es evidente en las representaciones gráficas de distintas épocas. Bailar, al igual que dibujar, son actividades innatas del ser humano, actividades que realizamos naturalmente casi desde que nacemos. Las fuentes históricas de las danzas antiguas son principalmente iconográficas, representadas en objetos decorativos, murales o piedras talladas; estos registros han facilitado mucho el estudio del movimiento, porque sin ellos sería difícil la reproducción y el conocimiento de las danzas antiguas. Por ejemplo, mediante los gráficos en las antiguas vasijas griegas se puede saber sobre las danzas de esa época. De igual manera, se han estudiado imágenes de cuerpos bailando en pinturas rupestres dentro de cuevas del periodo paleolítico; dibujos y pinturas en las pirámides egipcias; muros y objetos de las culturas prehispánicas; esculturas griegas y romanas; ilustraciones en manuscritos de la Edad Media; y posteriormente, pinturas y grabados de la época barroca y periodos subsiguientes, hasta llegar al surgimiento de la cámara fotográfica.
En la Edad Media la danza comenzó a tomar un nuevo propósito estético y se separaron los bailes de la Corte de los populares, porque se buscaba que los aristócratas fueran elegantes y se diferenciaran de lo que se bailaba en la calle. Sin embargo, las danzas cortesanas continuaban teniendo tanto una función social como de entretenimiento, y fue hasta el Renacimiento que adquirió un sentido de arte. En esa época hubo una gran búsqueda humanística y es considerado como el periodo del inicio del ballet. Los maestros de danza comenzaron a establecer reglas y escribieron los primeros tratados; el primero del que se tiene registro es del maestro Domenico da Piacienza[1] (siglo XV), que fue retomado y ampliado después por su alumno Guglielmo Ebreo,[2] quien incluyó también danzas de los Medici, la familia más rica y poderosa de Florencia. Para ellos los espectáculos eran fundamentales, porque se convirtieron en la evidencia principal de su poder. Esos primeros documentos fueron hechos como manuscritos, aunque posteriormente la imprenta de tipos móviles (inventada por Johann Gutenberg en 1440) y las nuevas técnicas de grabado, como el aguafuerte, facilitaron la difusión de los siguientes escritos coréuticos.[3]
Las figuras ilustradas que aparecen en los tratados impresos permiten entender mejor los movimientos y las posturas de las danzas cortesanas. Aparte de algunas prendas de vestir del siglo XVI que se conservan, las imágenes son una muestra notable de la forma de vestir de ese periodo y la manera de colocarse la ropa.
El manual Nobilitá di Dame (o Il ballarino) de Fabritio Caroso,[4] publicado en 1580 e impreso en 1600 en Venecia, contiene descripciones de las reglas de baile, acompañadas de algunos grabados, partituras que se tocaban y también dibujos de las trayectorias de movimiento de los bailarines. Esta es una importante fuente para los historiadores de la danza, ya que muestra los orígenes de la notación coreográfica y permite entender el uso del espacio y los desplazamientos de los intérpretes.
La figura de los maestros de danza fue relevante porque además de enseñar a los nobles a bailar, hicieron estudios teóricos de las técnicas corporales con estilos únicos que registraron en sus textos. Así como Caroso, existieron otros maestros que escribieron manuales con descripciones de pasos, como es el caso de Thoinot d’Arbeau, quien publicó el tratado Orchesographie (1588), Cesare Negri, autor de Le Gratie d’Amore (1602/1604) y Gregorio Lambranzi, creador de Nueva y curiosa escuela de los bailes teatrales (Neue und curieuse theatralische Tantz-Schul, 1716).
En el siglo XVII hubo un notable incremento de los tratados de danza en toda Europa, principalmente en Francia, a causa de la fundación de la Real Academia de Danza (Académie Royale de Danse) del rey Luis XIV, conocido como el Rey Sol. Ahí se estableció un sistema de reglas y terminología de la técnica académica, creado por el maestro de danza del rey: Pierre Beauchamp, quien formuló un método universal para transcribir los movimientos en símbolos gráficos que fuera fácilmente reconocible por todos. Este fue difundido de forma escrita por Raoul-Auger Feuillet, un alumno de Beauchamp. En 1700 Feuillet publicó el libro Coreografía o el arte de describir la danza (Chorégraphie, ou l’art de décrire la dance),[5] en el que se muestran figuras gráficas de direcciones del cuerpo, secuencias de pasos de las danzas barrocas, trazos de los cambios de posición y dibujos de los recorridos en el piso por medio de patrones de signos.
Más adelante, algunos maestros de danza, bailarines y coreógrafos crearon otros sistemas de notación dancística, entre los que se encuentran Pierre Rameau (s. XVIII), Rudolf Benesh (s. XX) y Rudolf von Laban (s. XIX y XX). El coreógrafo y teórico de danza húngaro Laban planteó la relación de las orientaciones del movimiento y la organización armoniosa de secuencias en el espacio. Actualmente su método de notación es el más utilizado en todo el mundo, pues se asemeja a un pentagrama vertical de movimientos.
En todo momento está presente el trazo en una pieza coreográfica: desde el cuerpo de los bailarines que crean trazos invisibles en el espacio, hasta los dibujos de las ideas de algunos coreógrafos, además de que los sistemas de notación permiten recordar las obras con mayor facilidad. También los escenógrafos y vestuaristas bocetan sus diseños y se hacen guiones de los planos de iluminación. En conclusión, la danza siempre ha estado vinculada con la comunicación visual, son lenguajes en constante diálogo, cuya cercanía ha contribuido a la preservación del movimiento por siglos.
[1] Da Piacenza, Domenico, 1498, Trattato dell’arte di ballare e danzare, pergamino italiano de la Biblioteca Nacional de Francia, Milan, Italia. https://bit.ly/3jTjoxy
[2] Ebreo, Gugliemo, 1873, Trattato dell’arte del ballo, Gaetano Romagnoli, Bologna, Italia.
[3] Coréutica es un término propuesto por Rudolf von Laban, que se refiere al análisis o estudio práctico del movimiento en el espacio de manera armónica.
[4] Caroso da Sermoneta, Fabritio, 1600, Nobiltà di Dame (Il ballarino), Venecia, Italia. Escaneado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
[5] Feuillet, Raoul-Auger, 1713, Chorégraphie, ou L’art de décrire la dance par caracteres, figures et signes desmonstratifs, chez Michel Brunet dans la grande salle du Palais (consultado en la Biblioteca Nacional de Francia), París, Francia.
Mexicana, diseñadora gráfica, ilustradora y bailarina de danza contemporánea. Estudió la maestría en Ciencias y Artes para el Diseño en la Universidad Autónoma Metropolitana, con una estancia de investigación en la Università degli Studi di Firenze. Ha complementado su formación en Europa en la escuela Le immagini della fantasia, en Sàrmede, Italia. Ha participado en exposiciones colectivas en México, Corea e Italia, así como en proyectos editoriales independientes. Trabajó en el Estudio del ilustrador Gerardo Suzán y desde 2015 se desarrolla como artista y profesora de artes y diseño.