Bajo el silencio del mundo, de René Rueda Ortiz

Sofía Mendoza Santiago
Marzo- abril de 2021

 

 

La enfermedad, dice Susan Sontag en uno de sus ensayos, es un reino en el cual todos residimos por un tiempo. La permanencia, sea corta o prolongada, sutil o voraz, nos devuelve cierta nostalgia; como una especie de secuela de la que nos es imposible escapar ya estando sanos. Como si la enfermedad viviera sólo en tanto su condición metafísica opera en un cuerpo. Todo esto es, a la vez, una metáfora de la impresión de una lectura.

Bajo el silencio del mundo, del autor guerrerense René Rueda, nos confronta con la visión más lacerante e inexorable del virus vih; aquella vivida por los personajes de los que atestiguamos la agonía a lo largo de siete breves relatos presentados en dos partes: “Desgaste” y “Linfoma”. La composición de este libro anima la alegoría de un cuerpo que se va deformando sigilosamente hasta el último estertor: “Respira. Paso a paso baja por un costado del proscenio y entra en la sombra”, de tal modo que la suerte de los protagonistas de pronto se confunde con la de un lector que excusa la aparición de ciertos síntomas.

Personajes conformados por referencias reales en tanto tienen el soporte de la ficción: mediante ella nos es posible observar a un Reinaldo Arenas, ya enfermo, sumergido en el ensueño que le permite acercarse a su padre antes de aquel suicidio que le devuelve la libertad; a un Néstor Perlongher que pasa sus días buscando vivencias que le ayuden a bosquejar la vida (en la sombra) de ciertos hombres que ocultan una realidad innombrable todavía, la suya misma esclarecida por el Kaposi; a un Michel Foucault portador de una caja misteriosa (quizá la que el mismo autor francés consideró la caja del conocimiento filosófico) que modifica el orden de todo aquello ocurrido a su alrededor y se va asemejando, cada vez más, a una caja mortuoria.

Estas situaciones que viven los personajes borran los lindes entre lo referencial histórico y la invención; nos recuerdan con frecuencia al modo de aparecerse Tlön, Uqbar, Orbis Tertius dentro de una conversación entre dos escritores ya reconocidos en el mapa cultural argentino. Y es que el ardid del que Borges desprende una forma nueva de narrar sucesos de dubitable existencia compromete a los escritores posteriores a precisar más el arte de la mentira. El autor René Rueda honra esta tradición (que no busca serlo) partiendo de hechos verificables (el suicidio de Arenas, la labor periodística de Perlongher en el año 85, por mencionar un par) para dibujarnos las imaginadas maneras de presentarse la enfermedad en la vida de estos seres: alegoría de lo posible en la exageración de lo real.

Por otro lado, no todos los relatos emanan del mito detrás de estos escritores de quienes se han dicho públicamente datos biográficos, hay cuentos que protagonizan sujetos venidos de otro sitio dispuesto a la sombra: Martín Olivos, un hombre que evoca su vida con Reve mientras lo observa ya como un cadáver; un profesor universitario del que sabemos un cierto secreto gracias al cuaderno desde el cual le habla a su madre; y un hombre llamado Clemente que encuentra su propia sentencia de muerte bajo la forma de un perro llamado “Virus”. Y, no obstante, las historias convergen en el retrato sacralizado del filósofo Michel Foucault que, hacia el final, hace una aparición teatral por fuera de lo convencional en el séptimo texto de este libro.

Es aquí donde el linfoma sale a la superficie mediante el teatro de los Ejercicios finales. El silencio del mundo se vuelve un abismo frente al cual los personajes mismos crean una puesta en escena al margen de lo convencional, necesariamente en el carácter real que juega repetidas veces a ser ficticio. Entonces comprendemos, como lectores, que la enfermedad proviene también de cierto estadio de la escritura: “Que el espectador abandone su papel y que se convierta en víctima o victimario”.

Bajo el silencio del mundo nos lleva, más allá del deleite, a la certeza de que ya no podría tomarse por cierto aquello que recibimos como auténtico en lo vivencial; que la invención surge de un abuso de la realidad, como dice el autor en cierto momento, y ya no de su pretensión de semejarla o suplantarla. Todo indicio de aparente veracidad biográfica y testimonial es también un puente para falsear y, por tanto, para narrar. René Rueda complica, con este libro, la aparición de una obra posterior que se vanaglorie de ser innovadora por su modo de representar la realidad.

Bajo el silencio del mundo

René Rueda Ortiz

México, An.alfa.beta, 2020

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Sofía Mendoza Santiago

(Estado de México, 1992)

Poeta, narradora, investigadora y ensayista mexicana. Maestra en Teoría Literaria por la Universidad Autónoma Metropolitana. Ha publicado la plaquette Sal diluída (La Cábula, 2012), y participa en el libro colectivo Furiae (Piedar Bezoar, 2017).

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