ANCIANA
Una mujer en bata
una curva
su espalda
Una mujer camina lento
respira el aire intoxicado
por el recuerdo de sus hijos
los dientes de leche
su ombligo y el mechón de pelo
guardados en una servilleta
Una mujer
una caja
su memoria
dos anillos
monedas
y una muñeca
las promesas
Una mujer oblicua
el pozo estaba lejos de su casa
nueve años y veinte litros en cada hombro
Un cuerpo enfermo
los ojos secos
el astigmatismo
y la miopía heredada de la abuela
y el luto
y el silencio
y la deshonra
Una mujer aterrada por el tiempo
La vergüenza
de una mujer curva es
su cuerpo
y las manos
del hombre
el padrino
un secreto
y la abuela trabajando
y la niña abandonada
arrojada al fuego
y la abuela echando las tortillas
y la niña
y el padrino
y el cuerpo
Una caja de Pandora
es la memoria de la mujer curva
La tristeza
el soliloquio frente a la estufa
el aceite caliente
la artritis
hora de la medicina
el diálogo imaginario
una radio que suena todo el día
y mañana
y otra vez
y la mesa puesta
y la espera
y nadie llega
Esta es la soledad de una mujer curva
ORFANDAD
Tu cuerpo es un muro.
Trata de explicar a la boca
que la palabra es una plaga
que habita entre las grietas,
un insecto que transita
las venas secas de esta casa,
un hogar con la memoria teñida de humo.
Tu cuerpo es un muro.
Trata de explicar a la boca
que ahora es una mancha de humedad
en la pared de esta tumba
a la que tus hijos llamaron casa.
Tu cuerpo es el muro y el muro se quiebra,
el muro es un hueso y el hueso se abre para alumbrar la verdad,
el muro es la muerte y la muerte es tu madre.
El niño dice que te oye cantar todas las mañanas.
El muro se quiebra
y los hombres barren
tu voz hecha polvo,
levantan trozos de tu cuerpo,
piedras con las que tropezamos en el camino.
Es de mala suerte andar
sobre la memoria de un muerto,
dormir a su lado,
olvidar su rostro,
llevar una mujer a la cama
de la que habita el muro.
Papel tapiz color mentira
sobre el cuerpo;
sobre la voz hecha polvo,
una piedra.
Nada se crea: el niño dice que ve fantasmas.
Nada se destruye: el padre derrumba la memoria.
Todo se transforma: tu cuerpo es el muro.
DEMENCIA
El corazón de mi madre es una cueva:
desde el fondo,
una niña desesperada
grita mi nombre.
Son los ojos de mi madre que se desmoronan
el espejo de piedra en el que me miro.
Una araña sin norte pasea en sus pupilas
una araña histérica teje su párpado,
una araña hila su noche definitiva.
Mi madre es un cuervo:
en el aire florece su canto negro.
La voz de mi madre ilumina la casa,
relámpago permanente,
herida que no cesa.
Mi madre no recuerda nombres
y me he vuelto un eco estéril
un balbuceo.
Es el cuerpo de mi madre
un río irregular que se desborda;
su voz desata la tormenta,
rompe las palabras,
es un látigo su boca.
La memoria de mi madre
es un pueblo fantasma
de alegrías grises
de dolores sepia,
paisaje de sílabas rotas.
Su miedo llena los huecos en los rostros.
La memoria de mi madre
es un sitio estático
y remoto
al que la niña de la cueva
ha huido.