Editorial

Haydeé Salmones
Marzo-abril de 2021

 

 

 

El 8 de marzo de 2020 fue la última vez que conviví con alguien que no habitara la misma casa que yo. En esa misma semana, comenzaron a anunciarse las medidas de confinamiento y distanciamiento social. Mi último atisbo de la “normalidad” fue una marcha, rodeada de amigas, colegas y desconocidas. Una marea morada. En éste, el año más largo, he echado de menos las risas, los cantos, la rabia y la ternura de todas las mujeres de mi vida.

Rememoro el 8M porque las protestas por la erradicación de las violencias en contra de las mujeres y la demanda de nuestros derechos se han convertido en la cara más visible de las luchas feministas. Con los reflectores encima, las exigencias sociales hacia las feministas y las mujeres que no se reconocen como tal pero que participan activamente han ido en aumento. Se nos exige coherencia y soluciones que el Estado tendría la obligación de garantizar.

Sin embargo, las prácticas feministas no se reducen a un día ni a un mes, tampoco al activismo en las calles. Las autoras que participan en la sección “Profanos y grafiteros” de este número imparten clases y talleres, escriben, graban podcasts, dirigen organizaciones civiles, forman parte de colectivos y publican en diferentes medios.

A la invitación para reflexionar sobre cómo viven su feminismo, cómo se refleja en sus luchas, en sus proyectos, en su cotidianidad, las respuestas fueron diversas. Los textos hablan de sentido de pertenencia, de comunidad, de espacios seguros, de placer, pero también de las razones que las llevaron a separarse del movimiento o de una corriente específica, de las otras múltiples opresiones que las atraviesan, del extrañamiento, de las violencias.

Este número versa sobre feminismos en un deseo de reflexionar sobre los acuerdos que nos convocan pero también sobre las diferencias que nos confrontan. No sé cuántas oportunidades tendremos este año de salir a las calles, de asistir a conversatorios, de participar en actividades organizadas por y para mujeres. Pero aquí estamos. Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio.

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Fotografía: Nirvana Paz