Sustancia de Hígado es el primer libro de la escritora salvadoreña Michelle Recinos. Censurado por el gobierno de Nayib Bukele, publicado por la editorial española Altamarea, este volumen reúne una serie de relatos en los que, de manera perturbadora y punzante, se narran algunas de las formas en las que la violencia sistémica se inscribe en el tejido social del país centroamericano, aunque la experiencia demuestra que no se trata de violencias contingentes, sino localizables a lo largo y ancho de Latinoamérica.
En cada uno de los nueve cuentos que componen el libro, la ganadora del premio de cuento del festival literario Centroamérica Cuenta, otorgado por la revista Carátula, tematiza cómo es que la exposición constante a la brutalidad conduce hacia una suerte de anestesia colectiva en donde la capacidad de asombro y la empatía se erosionan. A través de una prosa descarnada y sin adornos, relatos como “Casting”, “Por motivos de control de calidad” y “Andrés 3000” nos sumergen en una suerte de hiato existencial en el que el asco es precedido por el asombro ante la falta de tacto de sus protagonistas, para quienes, como afirma Layla Martínez en el prólogo del libro, titulado “Una urticaria, una roncha, una herida”, “la violencia es tan habitual que ni siquiera tiene la capacidad de alterar su vida cotidiana [...], están tan acostumbrados que ya no es capaz de sorprenderles o alterarles, mucho menos de indignarles”.
La autora nos refiere a escenarios y personajes ordinarios como las mujeres que conforman la mesa directiva de la Fundación Querubines, que abusan de una madre adolescente con tal de obtener una foto de su hermoso bebé para promover los actos solidarios de la Fundación; o la sangre espesa de los representantes de la Casa Refugio, quienes revictimizan a una mujer violentada con tal de conseguir ganancias por una campaña para concientizar a la población sobre la violencia de género, que consiste en vender una réplica inflable de su agresor.
En este libro, la atrocidad se narra fríamente, pues sin una intención sensacionalista, Recinos refleja la escalofriante cotidianidad con la que los personajes experimentan una serie de afectos y actos denigrantes, convirtiéndose en la encarnación y el testimonio de los que no tienen palabras. Lo que le sucede a la protagonista del último relato es un ejemplo de ello. En “Andrés 3000”, una mujer víctima de violencia de género e intento de feminicidio se presta para realizar una campaña de concientización con Casa Refugio, una asociación que pretende ayudar a las mujeres en situación vulnerable. Para ella, el abanderamiento feminista y el lenguaje incluyente de Gilma, su coprotagonista, se convertirán poco a poco en el mecanismo mediante el cual revivirá las violencias de las que fue víctima, dodo ello, sólo para darse cuenta de que Gilma perpetuaría el ciclo con la siguiente víctima:
Sintió que se meaba, se vomitaba y se cagaba. Todo al mismo tiempo. Quería salir corriendo. No quería pasar por la puerta de colores, ni por el pasillo de alfombras, ni bajar de nuevo por el elevador para llevarla estrictamente hacia donde había indicado sin permitirle ver los secretos que ocultaban los otros veinte pisos. Quería saltar desde la ventana para ahorrarse formalidades innecesarias.
Esta estrategia narrativa resulta particularmente efectiva al generar en el lector una sensación de inquietud y desasosiego ante la banalización del sufrimiento. Los personajes que habitan en el universo (no) ficcional de la autora son seres al límite. Sus vidas están moldeadas por la necesidad, la violencia y la ausencia de oportunidades. Son madres adolescentes que venden a sus hijos por una suma irrisoria para campañas publicitarias; son mujeres desaparecidas convertidas en titulares frívolos para el deleite de unos cuantos onanistas, pero también son empresas que lucran con el dolor de las víctimas; mujeres frívolas que instan a los demás a ceder ante sus caprichos, que son capaces de traicionar a su mejor amiga por una noche de sexo o que, simplemente, hacen como si el ruido, los gritos y el dolor de quien está del otro lado de la línea telefónica no importaran más que solicitar la entrega a tiempo un mueble, aun y cuando, a través de la televisión, testifican doblemente el acto violento, como en el relato más breve de todo el libro, “Encargo”.
Así, en Sustancia de hígado, Michelle Recinos construye un mosaico de existencias fracturadas que revelan las estructuras de poder y las dinámicas de opresión que perpetúan la injusticia, al mismo tiempo que nos sumerge en un universo en el que la miseria y la insensibilidad humanas se exhiben con crudeza, y en donde la explotación y la indiferencia se han normalizado hasta convertirse en una sustancia tóxica que impregna la vida cotidiana.
La brevedad de los relatos contribuye a la intensidad de la lectura, dejando en el paladar un sabor amargo y persistente, como la “sustancia de hígado” que da título al libro. Dicha economía del lenguaje es uno de los mayores aciertos de la propuesta autoral, pues con frases cortas y contundentes, Recinos transmite sin titubeos la aridez emocional y la brutalidad de los entornos que describe, predominantemente marginales y azotados por la precariedad. En sus palabras no hay espacio para el sentimentalismo; la realidad se presenta en su forma más descarnada, obligando al lector a confrontar la incomodidad de presenciar la deshumanización en sus múltiples manifestaciones.
No obstante, la contundencia de la propuesta de Recinos también puede percibirse como un arma de doble filo. Si bien su estilo directo y su mirada implacable son fundamentales para transmitir la crudeza de la realidad que aborda, en algunos momentos se echa de menos una mayor exploración psicológica de los personajes. Aunque entendemos sus motivaciones y las circunstancias que los moldean, a veces quedan relegados a meros instrumentos para ilustrar la tesis de la autora sobre la deshumanización. A pesar de esta observación, esta obra se erige como una lectura necesaria, capaz de mostrar la deformidad ética y moral del mundo contemporáneo en el sur de nuestro continente.
En Sustancia de hígado, Michelle Recinos no busca ofrecer consuelo ni soluciones fáciles; su objetivo parece ser más bien el de sacudir la conciencia de quienes tienen la vena para recorrer sus páginas, confrontándolos con las consecuencias devastadoras de la indiferencia y la violencia estructural. La prosa concisa y la mirada implacable de Michelle Recinos logran un impacto profundo, invitando a la reflexión sobre nuestra propia capacidad para ser empáticos y nuestra responsabilidad ante el sufrimiento ajeno. La fuerza de su denuncia y la pertinencia de su temática convierten a este libro en una contribución significativa a la literatura latinoamericana contemporánea escrita por mujeres —María Ospina, Camila Sosa, Fernanda Melchor, María Fernanda Ampuero y Gabriela Cabezón Cámara, entre muchas otras—, que hacen del cuerpo vulnerable y violentado el territorio desde el cual problematizar la violencia abyecta que atraviesa al territorio.
Sustancia de hígado
Michelle Recinos
Prólogo de Layla Martínez
Madrid, Altamarea, 2024, 136 pp.