La danza de la muerte en Chilpancingo

René Rueda Ortiz
junio-julio de 2025

 

 

Sin título, (detalle), Christian Becerra, de la serie Todas las cosas deben morir. Papel moneda mexicano y pasaportes mexicanos sobre papel, 2018.

 

1

La plaza está flanqueada por estatuas. La tarde cae sureña, entre el viento que trae, desde los montes, los rastros de un buen calor. El palacio municipal ha resistido terremotos; sus columnas muestran el progreso que existió hace mucho, cuando se intentó la justicia y el gobierno en Chilpancingo.

Las pláticas se dan en clave de murmullos: “La vida tiene que seguir”, se dice. Un antiguo vendedor de pay de queso ronda, pues afuera del palacio, la gente se congrega. Parejas jóvenes, al cruzar por ahí, se detienen ante cartulinas fijadas en el suelo que muestran rostros de personas desaparecidas, junto a un moño luctuoso hecho con veladoras. Alguien pregunta la razón y su acompañante responde: “Es por lo que pasó en Jalisco…”.

Cuántas cosas habrá visto el vendedor de pay si, desde hace décadas, recorre el centro con una charola de suculentas rebanadas que han alimentado los juegos de varias generaciones que un día partieron en busca de una vida mejor. Eso dejan entrever las imágenes de este presente que ha caído como losa y que se manifiesta en las páginas del periodismo independiente o a sueldo, en redes sociales, en testimonios y en las ficciones que el Estado se inventa para ocultar responsabilidades: esas imágenes acompañadas de un rumor que provoca escalofríos: “En México se están llevando a los jóvenes a la fuerza”.

 

2

En México, y en consecuencia en Chilpancingo, una entidad rectora ha puesto a danzar a la sociedad en una ronda —como la de la escuela primaria, donde se obligaba a los niños a participar—: todos tomados de las manos, con las caras vueltas hacia el centro y la espalda ofrecida a la realidad, mientras cantan: “Jugaremos en el bosque, mientras el lobo no está, porque si el lobo aparece, a todos nos comerá”, pero ahora, a diferencia de la remota infancia nadie pregunta: “¿Lobo estás ahí?” pues hay pendientes que se presentan como la consecuencia de la ronda: trabajar, estudiar, escoger una serie televisiva, escribir un libro, dar una clase, creer que, al ser personas de bien, excelentes ciudadanos, el terror tiene que ser algo lejano; tantas cosas que conforman la vida en México y que son como una mordaza física, emocional y social.

Una entidad rectora es dueña de México; es —en correspondencia con las órdenes de la educación básica que obligaban al alumnado a danzar, a brincos y vueltas como animales adiestrados— maestra de México: la entidad ideológica del terror. En el poema “Fuga de muerte”, publicado en 1947, Paul Celan canta:

 

Leche negra del alba te bebemos de noche

te bebemos de mañana y al mediodía

te bebemos de tarde

[...] un hombre juega con serpientes

Grita toquen más dulce la muerte

La muerte es un maestro de Alemania

y grita toquen más oscuro los violines

luego ascienden al aire

convertidos en humo

sólo entonces tienen una tumba en las nubes

donde no están encogidos.[1]

 

Es posible recuperar aquella lápida que se concreta en el estribillo de “Fuga de muerte”, obra desde la que Celan interpretó el terror del campo de exterminio: “La muerte es un maestro de Alemania”. Y es posible también adaptar esos versos a México, ya que la revelación del terror, además de contabilizarse y hacerse evidente en los territorios y las arquitecturas de la destructividad humana, subsiste en la posibilidad que un individuo tiene para imaginar y condolerse por otro ser humano que ha sufrido su propia destrucción a manos del poder implacable del Estado: experiencia reproducida hasta la enajenación e inserta en la historia moderna y contemporánea del país.

El terror se ha conocido en todas las épocas del hombre[2] y, cuando se desarrolla en una sociedad hasta articularse en entidad ideológica[3], se caracteriza por acrecentar la necesidad de conservación del individuo y de sus seres queridos. Alguien gobernado por el terror no ve, no escucha ni siente la inequidad de la existencia, pues de hacerlo, entiende que pone en riesgo su vida y la de los suyos. La entidad ideológica del terror advierte que no es posible socorrer al prójimo, porque en el exterior los representantes del crimen y el Estado vigilan y sancionan .

Dentro de la entidad ideológica del terror, aquel que ejerce la voluntad[4] de socorro cuestiona los estatutos sobre los que se asientan las políticas de paz y seguridad, y pocos están dispuestos a experimentar las represalias. De modo que, en un medio regido por tal entidad, al hacer oídos sordos ante la violentación del prójimo, también se niega la figura del testigo.

 

3

El palacio municipal es un punto de referencia de la plaza y, por tal motivo, es el lugar donde se congregan los deudos de la entidad ideológica del terror. Afuera, desde luego, porque las frescas oficinas son para los burócratas. Afuera, en el lado diestro de su fachada, a los pies del monumento titulado “El hombre hacia el futuro”, el Colectivo Guerrero No Más Desaparecidos se manifiesta la tarde del 16 de marzo de 2025 en señal de duelo por los terribles hallazgos de campos de entrenamiento y muerte en Teuchitlán; pegan, sobre las letras gigantes que dicen “Chilpancingo”, fotos de familiares desaparecidos, también proclamas y fichas de búsqueda. Ante el micrófono, las activistas se esfuerzan para que la voz no se les quiebre al momento del pase de lista de los ausentes. Hay muy pocos espectadores. Es probable que, para la mayoría de los peatones, condolerse por el dolor ajeno ya signifique apoyar la idea de que se vive en un Estado fallido, o avalar el hecho de que el terror existe como herramienta de control, y aunque la plaza luzca la hermosura de sus árboles, resulta imposible no hacerse la pregunta que Xhevdet Bajraj supo plasmar en versos: “Por qué razón el sol nace incesantemente hermoso/ Si los tanques aplastan niños y flores/ Y las madres escupen la vida, se maldicen a sí mismas”.[5]

¿Por qué ningún espectador alza la voz ante cada nombre que las buscadoras gritan con desgarradura? Pienso que los procedimientos de la entidad ideológica del terror sobre la figura del testigo lo han desprovisto del compromiso político, la dignidad y la capacidad de decir no a los poderes cuando éstos aprietan la pinza de la represión, el viejo non serviam desaparece en el vaivén de los cuerpos que se esfuman y el resultado es un tipo de sujeto que habita los mismos espacios, pero que entiende su propia existencia como una que ya no quiere atestiguar, aunque se detenga ante las asambleas del duelo, porque ha sido orillado a ser un espectador.

 

4

En su calladez, la gente ante el palacio parece decir: “Jugaremos en el bosque mientras el lobo no está”. Entre tanto, las buscadoras mantienen su existencia dolorosa que mira la degradación causada por la entidad ideológica del terror, la cual concretó una nueva medida de realidad a partir de “La danza de la muerte en Chilpancingo” (denominación que utilizo para referir los hechos sangrientos de septiembre, octubre y diciembre de 2024), donde fueron asesinados el aspirante a Secretario de Seguridad Municipal (27 de septiembre); el Secretario General del Ayuntamiento (3 de octubre), y el recién electo Presidente Municipal de Chilpancingo (6 de octubre), quien fue secuestrado, decapitado y expuesto ante los medios de comunicación locales y nacionales como un animal de caza. Un día después, su cortejo fúnebre fue encabezado por la danza de los tlacololeros; las notas de flauta y atambor, antaño festivas, producían una pesadumbre que ni los pájaros ni la limpidez del cielo contrarrestaban.

Y el dolor no era porque estos políticos fueran probos en sus trabajos, pues ni siquiera tuvieron oportunidad de demostrar sus capacidades, era algo colosal que se imponía, una serie de revelaciones sociales: “A partir de ahora no existe poder humano que resguarde a la gente. La vida es de quien puede venderla y arrebatarla. Bienvenidos al tiempo de los canallas”.

Así, entre cuerpos que bailan al son de las balas o del tajo de feroces machetes, “La danza de la muerte en Chilpancingo” avanza como la reformulación de una de las más importantes tradiciones de la ciudad: “El Teopancalaquis”[6], suspendido en 2024 porque el principal organizador de la festividad fue acribillado afuera del templo de San Mateo, cuando se disponía a encabezar las danzas hacia la casa de Dios.

Chilpancingo bebe de noche, de tarde y de mañana: terror. Comerciantes y empresarios son baleados por los danzantes del crimen. ¿Cómo escapar? ¿Existe alguna posibilidad de hacer notar, por encima de la entidad ideológica del terror, que el lobo nos circunda y que tiene la capacidad de arrebatar cualquier vida?

Cada semana, mujeres adolescentes son desaparecidas para el provecho de sujetos viles y poderosos. Mientras tanto, a la par de la danza, vienen también las buscadoras, sobre ellas la guadaña y entre sus manos la vela encendida de quien atestigua y clama ante el silencio social: “No puedes despojarme de ningún bien [...], no puedes corromper ninguno de mis recuerdos; lo único que puedes hacer es quitarme mi ‘yo’, y yo ya no era nada”.[7]

 


[1] Paul Celan, Sin Perdón ni olvido. Antología, México, uam, 1998, p. 39. (Trad. José María Pérez Gay).

[2] Se resalta el concepto para dirigirlo hacia una dimensión que mira en dichas épocas el establecimiento, diseño y dominio del sistema patriarcal.

[3] Según Teun van Dijk, las ideologías se definen como sistemas de cognición social, como elementos organizadores de actitudes y de otras representaciones sociales compartidas por los miembros pertenecientes a un grupo. “Semántica del discurso e ideología”, Discurso y sociedad, 2008 2(1), p. 202.

[4] Voluntad. Una de las Potencias del Alma, que tiene por objeto el bien conocido, cuyos actos son el querer, y no querer. “Assi, que una potencia del ánima es la que quiere el fin: esta llamamos voluntad”. Diccionario de Autoridades.

[5] Xhevdet Bajraj, El tamaño del dolor, México, Era, p. 74. 

[6] Tradición que celebra la visita a la casa de Dios con danzantes de los cinco barrios de Chilpancingo que hacen un recorrido hacia la Catedral de Santa María de la Asunción. Se lleva a cabo el 24 de diciembre por la noche.

[7] Armando González Torres, Sobreperdonar, México, Libros Magenta, 2011, p. 51.

Ir al inicio

Compartir

René Rueda Ortiz

Maestro en Teoría Literaria por la uam-i. Obtuvo el premio estatal de cuento María Luisa Ocampo 2005. Becario del pecda Guerrero en 2008 y 2011. Becario de narrativa en la Fundación para las Letras Mexicanas de 2012 a 2014. Becario del Fonca en 2018. Autor de los libros Impía vida (2015) y Bajo el silencio del mundo (2020).