Dos poemas

Yolotlzin Othon
agosto-septiembre de 2024

 

 

Imagen: Pixabay

 

Señor del maíz

 

es esta la vestidura

con la que el ojo del cielo me observa

pero cuando el reino del ensueño se desliza por ella

se difuminan los límites que contienen mi espíritu en materia

 

¡y me siento el mito de los dos sexos!

 

Mi patrona es el maíz lúbrico

con el sexo ebrio de leche de maguey

con los dos pechos redondeados de tanto ser chupados, como el hombre partido que devora con la boca de la pelvis, como la mujer que acaricia la flor y la abre y la fecunda.

 

la prehistoria de mi especie

es la de los dos sexos siameses,

que se parten y luego se buscan y se encuentran y se parten y se repegan y mueren tal vez solos, pero inician siempre juntos

 

y es mi pelvis la que me enseña de erotismo

a penetrar siendo penetrado,

a imaginar que mi piel es el mapa que guía hacia mi interior,

a ensoñar mi cuerpo como una dualidad

            y sentir cómo preña, se preña y cobija con su vientre la luz

            que luego nace por mi sexo opuesto.

y la madre y el padre y el hijo se presentan en mi psique y se estimulan por el tacto y se viven en la noche del niño que juega a excitarse con sus pensamientos

 

y ahora entiendo

que el doble espíritu es mi hábito al cual ornamento con los gestos, que ilustran mi marcha diaria; como si dibujara en el espacio

un aura que se prolonga en el tiempo,

con esquirlas del canto elástico del zenzontle y el abanico de plumas del ave que corteja,

que se abre de dos en dos hasta llegar a cuatrocientas

 

y por eso no es una, ni dos mis voces

¡por eso canto como el zenzontle!

desde mi centro viajo en la espiral que asciende

con movimientos que me adornan con guirnaldas de flores, plumas y olores.

 

entonces,

verde rojo emplumado azul celeste

con la memoria

            de los huesos que cantan desde el polvo,

            de un árbol majestuoso que apenas es semilla

y no deja de expandirse ni en la muerte.

 

esta es la vestidura

con la que me mira el ojo del cielo

pero cuando el reino del ensueño se desliza por ella

se entremezclan los límites que contienen mi espíritu en materia

 

 

Transmutación

en vela, en cacao

 

el sol ya no está

dejó a su paso una noche de cuerpos convulsos

 

mi cadera

se proyecta

despliega sus alas            mariposa de osamenta

y se contrae y se dilata en la torrente entrópica

              anúnciate en la casa de mis antepasados

la llave que yergues abre las puertas de la manifestación

en mi próstata un desvarío sígnico                 debate mitológico

este es Poder ancestral

Puedo transmutar tu angustia

acoger tu cólera

Puedo amortiguar el látigo con que fuiste enderezado

resignificar tus duelos

 

nuestros cuerpos enserpentados

tu caricia que nos descarna

se fusiona nuestra sed

 

nos tornamos líquido

              húndete en esta mátrica fúndete

diluyámonos en el piélago

              disolvámonos

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Yolotlzin Othon

Licenciado en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato.