El rap como
un movimiento literario

Danger AK
Febrero-marzo de 2024

 

 

Fotografía: Rodrigo González Olivares, "El peso de la plaza", 16 de diciembre de 2023, Monumento a la Revolución.

 

Generalmente, los movimientos literarios se establecen por la academia a posteridad, es decir, post mortem de sus militantes, esto con el fin de clasificar y estudiar más fácilmente el fenómeno (los muertos no contradicen, pues). Sin embargo, hay algunos movimientos de autoadscripción, como los surrealistas o los estridentistas, colectivos de autores que “manifiestan” sus ideales o formas específicas en el ejercicio literario. 

Esto último es lo que pretendo proponer con el presente ensayo, un movimiento literario de autoadscripción para que no se nos estudie ya muertos, sin poder defender nuestras posturas y motivaciones artísticas y políticas. Dejaré de lado la música y me concentraré en la mitad más incisiva y discursiva del rap: sus letras. Y no todas sus letras, sino específicamente las de un movimiento que me he atrevido a bautizar como los #Barristas, ya me explicaré más adelante. 

Empecemos con los hechos. La academia nos dice que un movimiento literario debe reflejar el contexto social, político e histórico en el que se circunscribe. Nadie puede negar que el rap al ser la voz de los estratos más bajos de la sociedad, y al contener tantas palabras en cada canción debido a la estructura lírica que caracteriza sus obras, es la música que más habla sobre las vivencias de la llamada clase obrera, en las calles de las ciudades, los pueblos y las rancherías. Porque contrario al pensamiento de los citadinos y contrario, sobre todo, a la etiqueta de “urbano” (perteneciente de la ciudad) que la industria le ha pegado a los “productos” de rap y hiphop, el rap está en todos lados —los urbanos, los semirurales, los rurales— y ha sido documentado por lo menos en doce lenguas originarias indígenas en México. 

La academia también nos dice que los movimientos literarios se definen por ciertas manifestaciones comunes, de contenido o de estética. Un reconocible uso característico de las palabras. Y definitivamente en el rap lo tenemos, pero sobre todo en un juego que sucede dentro del juego. Me explico: en el rap le llamamos el pen game, el juego de la pluma (usamos muchos anglicismos por la influencia de los latinos y afroamericanos que iniciaron el movimiento en el Sur del Bronx, en Nueva York), un consensuado ejercicio lírico que crea complicidad entre raperos y consumidores de Rap en todo el mundo. El juego consiste en la creación de versos “codificados” con una técnica estética específica a la que llamamos “barras”, las cuales son una especie de aforismos contundentes o sentencias creativas, casi siempre dilógicas o polisémicas, creadas mediante la homonimia, la anfibología y muchos otros recursos literarios. 

Sin embargo, para captar estos dobles sentidos, además del pensamiento lateral, hay que estar conscientes del marco referencial, casi siempre callejero. Es decir, si rapeamos:

 

Laboratorios clandestinos, 

hay química en el barrio / 

Morros controlan el plomo, 

no usan el tubo de ensayo. 

 

En estos pareados asonantes jugamos con el campo semántico de la química, pero hacemos alusión a la realidad de las drogas y la violencia que se vive en nuestras calles. Utilizamos “tubo” como un eufemismo para arma o pistola. Esa palabra es el “equívoco” que provoca la anfibología, la ambigüedad deliberada que crea complicidad en quien la comprende al escucharla. Y esa persona por lo general no la escucha accidentalmente pues pertenece a ese nicho exclusivo de los #barristas, y vive buscando barras entre la paja lírica de la mayoría de los rap’s que suenan por ahí, excepto cuando escucha a sus raperos favoritos, esos que ya sabe son garantía. En ese caso ya espera la dilogía para decodificarla, la antanaclasis (recurso que conociste en repetir la misma palabra pero con un significado diferente cada vez que aparece) para adivinarla y rematar el final del patrón al unísono con la voz de su artista. Eso le permite emocionarse y ser parte activa del juego de las barras. 

Las batallas de freestyle —los combates de rimas improvisadas al ritmo de rap—, al ser un fenómeno masivo, han ayudado a popularizar el concepto de “barras”, que en sus inicios sólo se refería a las líneas que se escriben como sinónimo de versos. Sexteen bars era la forma de denominar las 16 barras escritas en los 16 compases musicales que forman la estrofa más común en una canción de rap (casi siempre en un compás musical de 4/4 se coloca un verso de arte mayor). Sin embargo, su concepto ha ido evolucionando. Pasó a definir un buen verso, luego a definir una buena punchline (línea de remate con una idea fuerte cuya diferencia con las barras actuales es que ésta era más directa, menos metafórica o con menos wordplay), y a lo que es actualmente: una frase construida con mayor complejidad y que requiere de cierto contexto para entenderse de manera integral, hacer comunión con ella y preguntarle al de al lado “¿sí la captaste?”; o acaso explicársela al despistado que pregunta: “¿por qué?, no le entendí”, y quedar entre tus amigos como el héroe de las barras. 

Y esto sucede en todos los idiomas. Pongo un par de ejemplos de barras en otras lenguas que cumplen las mismas características y cuando se ejecutan en vivo el público dice: “¡barras!” O “¡bars!” O su homónimo en el idioma donde se pronuncien, porque esto sucede en todos los países del mundo. 

 

1. “Real G’s move in silence like lazagna”.


Usando la “G” como homónimo de “Gansters” y como las letras “G”, el Rapero Estadounidense Lil Wayne dice en esta barra que las verdaderas “G’s” se mueven en silencio como en la lasaña, que en inglés se escribe “lazagna”, en cuya  pronunciación la “G” no tiene sonoridad.

 

2.“Pour vous, Verlan est un mauvais investissement”.


La traducción al español de esta frase sería: “Para ustedes, el Verlan (slang callejero de los suburbios franceses que consiste en invertir las sílabas de las palabras) es una mala inversión”. Aquí el rapero francés Oxxo Puccino está jugando con la dilogía de la palabra “inversión”, donde la primera hace alusión a “invertir algún recurso para después obtener beneficios” —lo dice por raperos blancos privilegiados que intentan aprender Verlan para fingir ser más callejeros—, y la segunda en “invertir el orden de las sílabas de una palabra”. 

Hay quien establece una diferencia entre una corriente literaria y un movimiento. En este caso, la corriente no funda una escuela, ni un cúmulo de autores y obras, sino enarbola una estética e ideología en común. Por tanto, los #barristas cumplimos con ambas, además de influenciar a otras corrientes literarias contemporáneas. Lo digo con conocimiento de causa y podría adjuntar algunos ejemplos, pero me extendería demasiado. Bastaría con mostrarles algunos hallazgos en poemarios de autores contemporáneos, casi todos jóvenes, a los que llamo “palabreros híbridos”, porque vienen de la poesía tradicional, académica o popular, pero se han alimentado de otras manifestaciones artísticas de la palabra, el slam poetry, el spoken word, y por supuesto, el Rap de los #barristas. En estos hallazgos es fácil reconocer la fórmula #barrista filtrándose en el remate de alguna décima, asomándose en alguna copla o construyendo la idea principal de su verso libre. 

Por último, sé que la academia nos dice que estas características estéticas comunes deben situarse en un contexto histórico y geográfico o se convierten en ooparts (objetos fuera de su tiempo). Pero yo digo que eso ya es obsoleto. La globalización actual permite a los movimientos artísticos trascender los territorios y los límites espaciotemporales para sumar influencias, militantes y adeptos alrededor del globo —como ya se ha demostrado que han hecho los #barristas mediante el rap—. Y como símbolo de esa globalización donde la Internet ha sido clave, agregó un hashtag (#) a la palabra  “barristas”.

Por tanto, querido lector, si para usted es nuevo esto que estoy narrando y le pareció interesante, le invito a adentrarse a este mundo de ideas y juegos de palabras, a veces muy profundos y complejos, y cuando no, por lo menos creativos. Y si tú ya eres un —o una— colega barrista y estás leyendo esto en papel, te guiño ese tercer ojo antes que des vuelta a la hoja.

Y si lo estás leyendo en formato digital, te guiño ese tercer ojo antes que cierres la pestaña. ¡Barras!

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Danger AK

(Tijuana, 1986).

Joel Alfredo Martínez, mejor conocido como Danger AK, es campeón estatal y nacional de distintos torneos de freestyle, incluyendo Cervantes en rap del Festival Internacional Cervantino. Como parte del programa Alas y raíces incorporó el rap como herramienta educativa en distintas escuelas secundarias en zonas socialmente conflictivas de México y en prisiones, en 2019.