Ilustración: Maricarmen Miranda, Leonardo da Vinci, 1996, dibujo y collage, grafito, creta, pastel, tinta, objeto de madera, 34 x 31 cm, Acervo Artístico uam
Nuestra casa de estudios que está a punto de cumplir cincuenta años fue creada pensando en múltiples avances educativos e institucionales durante una compleja coyuntura política, social y educativa en los años setenta del siglo pasado. Ahí surge el modelo uam que tenía frente a sí dos misiones fundamentales que cumplir: por una parte, constituirse en una modalidad de educación superior que permitiera atenuar las consecuencias de la crisis de legitimidad del régimen político debido, entre otros factores, a la movilización que implicó el conflicto estudiantil de los años sesenta y principios de los setenta.[1] Así, las medidas gubernamentales plantearon la necesidad de ampliar la matrícula estudiantil creando nuevas instituciones de educación media superior y educación superior, entre ellas, las Escuelas Nacionales de Estudios Superiores (enep), los Colegios de Ciencias y Humanidades (cch), los Colegios de Bachilleres y por supuesto nuestra Universidad Autónoma Metropolitana.
Por otra parte, y es lo que me interesa resaltar aquí, la coyuntura de su creación implicó elaborar un proyecto que tuviera una riqueza educativa y pedagógica que implementara ideas de una educación progresista. Ideas que ya se venían perfilando en los planteamientos organizativos y de enseñanza en las décadas pasadas y que, en esa complicada situación, se presentaba una buena oportunidad para hacerlos realidad en una institución específica. De ahí, los principales elementos innovadores del modelo: el trimestre como la unidad periódica de enseñanza, evaluación del aprendizaje de manera no cuantitativa; integración institucional a partir de la departamentalización; interdisciplina como forma sustantiva de llevar a cabo la docencia y la investigación; contratación mayoritaria de profesores-investigadores para garantizar la vinculación entre docencia e investigación, entre otros. Muchos de estos rasgos del modelo uam se han mantenido con éxito y otros siguen siendo un importante reto.
Con respecto a la difusión cultural, el proyecto original de la uam partía de la idea de que la universidad pública debería estar al servicio de la población, sobre todo de los grupos sociales más necesitados, por lo cual debería de tener como un rasgo central el brindar oportunidades culturales para las áreas circundantes de las unidades académicas. Por tanto, la difusión cultural tenía que abocarse a generar espacios que permitieran a los habitantes de las zonas adyacentes acceder a la oferta de la cultura universitaria. Por supuesto, esto concuerda con la idea de que las unidades académicas iniciales, Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco, se instituyeron como polos educativos y culturales relativamente distantes de la infraestructura educativa y cultural tradicional de la ciudad, ubicándose en zonas conformadas por población trabajadora.
El objetivo de la vinculación de la difusión cultural universitaria con el entorno tenía en sus inicios dos tipos de acciones principales: en primer lugar, se planeaba que las Unidades deberían de instaurar casas de cultura y educación continua fuera de sus instalaciones universitarias a las que acudieran los pobladores de la zona, y así se constituyeran en verdaderos focos de desarrollo cultural comunitario.
En segundo lugar, organizar actividades culturales y de fortalecimiento comunitario abiertas a los vecinos de las Unidades mediante eventos y talleres culturales que tuvieran en mente al público externo de la universidad, principalmente público infantil y de la tercera edad. Las actividades se llevarían a cabo todos los días, pero sobre todo durante el fin de semana para facilitar la asistencia del público del entorno. A estas dos grandes modalidades de interacción con el público no universitario, en tercer lugar y algunos años después de su fundación, sobre todo gracias a los esfuerzos de Guillermo Serret Villanueva, Cecilia Lemberger y Carlos Montemayor, entre otros muchos, se creó la Dirección de Difusión Cultural dependiente de Rectoría General, que ha permitido generar una oferta cultural que si bien ha beneficiado a la comunidad universitaria, también y de manera fundamental, se ha dirigido a las personas del público en general.
A cincuenta años de fundada nuestra Universidad podemos decir que la lógica de que las Unidades estuvieran ligadas con su entorno se ha visto poco desarrollada, pues la imprevista realidad no percibida por los fundadores en esa época ha propiciado que las Unidades Académicas, más que ser centros de desarrollo cultural, se hayan convertido en espacios poco accesibles para la población circundante. Las casas de la cultura no llegaron a concretarse, salvo valiosos casos como la Casa de las Bombas en la Unidad Iztapalapa, que sigue funcionando de manera ejemplar, por tanto, muchas ideas al respecto se quedaron solamente en proyectos que no se llevaron a cabo. Por su parte, las actividades culturales de los fines de semana para pobladores del rumbo funcionaron solamente los primeros años de manera poco estable al punto que a finales de los setentas fueron eliminadas.
Por eso, la vinculación de la difusión cultural con el entorno y el público en general sigue siendo un reto importante que en gran medida, de manera histórica, lo ha cumplido la ahora Coordinación General de Difusión.[2] Hoy, la Coordinación cuenta con una infraestructura muy relevante fuera de las instalaciones propiamente universitarias, la Galería Metropolitana, el Teatro Casa de la Paz, la Casa Galván, la Casa del Tiempo, la Casa de la Primera Imprenta de América.[3] Estos espacios juegan un papel valioso dentro del patrimonio cultural de la uam y por ser externos tienen la responsabilidad de mantener la vinculación no solamente con la comunidad universitaria, sino también con el conjunto de la población. Espléndidamente, han sido, durante todos estos años, espacios muy relevantes para la cultura y las artes en el entorno de la Ciudad.
Como es sabido, durante la segunda mitad del siglo pasado las universidades públicas del país jugaban un papel central en la difusión cultural y la promoción artística a nivel nacional, pues cumplían el papel de fomentar y promover la cultura y las artes, ya que mayoritariamente los gobiernos estatales carecían de las instituciones especializadas abocadas a ello. Las universidades públicas eran fundamentales como promotoras de los eventos culturales, pues jugaban, y siguen jugando, el papel de instancias estatales de cultura que todavía no existían en las distintas regiones del país.[4] La uam ha contribuido cabalmente a cumplir con esa tarea. Si bien algunas veces ha existido la polémica si las universidades públicas deben continuar con esa tarea o no, ahora más que nunca, queda claro que para la uam promover y difundir la cultura es una actividad que debe ser conservada, reforzada y ampliada como lo que es, junto con la docencia y la investigación, una de las tres funciones sustantivas universitarias.[5] Se debe seguir atendiendo de manera enérgica y eficaz al teatro, la danza, la música, la cultura popular, las artes plásticas y todas las manifestaciones artísticas que comprenden la rica cultura nacional e internacional.
Nuestra Universidad tiene entonces a cincuenta años de fundada un reto importante, no sólo brindar un foco de cultura a la comunidad universitaria, sino también debe seguir siendo un referente cultural nítido y vigoroso para el conjunto de la población.
[1] Cfr. Casillas, Miguel; Gonzalez, Oscar y López, Romualdo, Una historia de la uam. Sus primeros 25 años. Universidad Autónoma Metropolitana. México, 1999.
[2] La ahora Coordinación General de Difusión ha pasado organizativamente por distintas fases. Su antecedente en la época fundacional es la prontamente desaparecida Coordinación Auxiliar de Difusión Cultural. Para ver sus modificaciones en el transcurso del tiempo puede consultarse Tomás Ejea, “La difusión y la extensión de la cultura”, en La uam: una visión a 45 años, Gonzalez, Oscar y López Romualdo (eds.), Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2019.
[3] Existen proyectos valiosos que no se han concretado totalmente como la Casa de Leonora Carrington, el inmueble de la calle de Uruguay y, en su momento, el centro cultural que se ubicaría en lo que fue la Tienda de Autoservicio de la uam, entre otros.
[4] Para ello se puede consultar Ahtziri Molina y Tomás Ejea, Entre la comunidad y el mercado. Los ámbitos y usos de la tercera función sustantiva en México, Universidad Veracruzana, Xalapa, 2019.
[5] La ley orgánica de la uam en su artículo 2 establece claramente como función sustantiva de la Universidad: Difundir y preservar la cultura.
Licenciado en Sociología por la uam Iztapalapa; maestro en Teatro por la Universidad Estatal de Nueva York; Egresado de la maestría en Historia del Arte de la unam; Doctor en Sociología Política, especializado en Política Cultural, por la uam Azcapotzalco. Es autor del libro Poder y creación artística en México.