Fotografías: Grisel García
Las pintas callejeras dan testimonio de una revolución que los espacios intelectuales de élite todavía se rehúsan a reconocer. Son pocas las universidades, las galerías, los claustros o los museos donde nuestros nombres irrumpen pero no ya como un objeto a estudiar o un cuerpo a disectar o explicar, sino como un sujeto que agrieta y fisura los presupuestos cisgeneristas del arte y del saber. La muestra visual Voces Disidentes: ficciones, corporalidades y visualidades inaugurada el pasado 3 de mayo en la Casa de la Primera Imprenta de América de la Universidad Autónoma Metropolitana es una poderosa excepción —acaso un fortuito accidente que ha hecho posible que diez artistas trans y no binaries de México puedan llevar a cabo un ejercicio de reapropiación en torno al cuerpo y a la identidad trans—.
Mediante diversas propuestas visuales, les artistas aquí reunides nos recuerdan que las voces trans han salido a marchar llenas de furia y hartazgo para reivindicar su derecho a ser las narradoras de sus propias biografías; a narrarlas desde la fantasía y la ficción, desde la ensoñación melancólica o desde la parodia, pero siempre bajo el imperativo de arrebatarle al mundo cis-heterosexista ese poder casi bíblico de nombrar, organizar y jerarquizar los cuerpos. Cada obra aquí presentada desafía los tropos transodiantes tradicionalmente asociados a las cuerpas transgresoras. La imaginería ficcional empleada por cada autore desmonta las normas naturalizadas de cómo debe ser un cuerpo.
Multiplicándose y fragmentándose en una miríada de identidades y cuerpos, la marejada trans va ganando fuerza desbaratando los prejuicios de quienes imaginan una historia que siempre fue binaria y aburrida, con cuerpos invariantes y complementarios, una historia en cualquier caso cisexista y sin nosotrans. Sin embargo, las voces disidentes aquí reunidas revelan la infecundidad fecunda del deseo cuir y de su capacidad para engendrar otros cuerpos sin que en ello medie necesariamente un imperativo reproductivista.
Estxs artistas no buscan una validación mediante un acto confesional que acepte el lugar que nos ha otorgado la mirada cis. No somos unos cuerpos fallidos por los cuales deba de sentirse lástima. No se busca aquí acceder a lo humano reconociéndonos como cuerpos equivocados a los que la cis-generosidad deba salvar. No más de aquello, nos dicen estxs diez artistxs. No más de ese no lugar que es el olvido. No más el colocarnos como accidentes tardíos del capitalismo y sus secuaces. No más de ese lugar abyecto que nos vuelve cuerpos criminales y patológicos, cuya única salvación radica en el desprecio eterno hacia nosotrxs mismxs. No más de esos tantos otros lugares imaginados por otrxs y en los cuales se nos juzga como monstruosxs y aberrantes para castigarnos y condenarnos al odio o a la misericordia cisgenerista de quienes nos consideran subhumanos.
El arte trans es en todo caso una resistencia a la palabra del otrx. A su prejuicio. A su morbo. A su cerrazón. Es una reivindicación de esa carne que hace cuerpo a la fantasía, de una visualidad monstruosa, pero no por fallida sino por transgresora. Es, en cualquier caso, la proliferación de las posibilidades estéticas, pero también políticas y ontológicas. Aventurémonos, pues, a mirar estas obras para que nos cimbren e interpelen.
(Ciudad de México, 1981). Estudió Biología en la Facultad de Ciencias de la unam y es maestra y doctora en Filosofía de la Ciencia también por la unam. Actualmente es Investigadora Titular A en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceich-unam). Asimismo, es integrante del comité editorial de la revista Debate Feminista.