Antropofagia (1929), Tarsila do Amaral
Sólo la antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente. Filosóficamente.
Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todos los individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De todos los tratados de paz.
Tupi, or not tupi: that is the question.
Contra todas las catequesis. Y contra todas las madres de los Gracos.[1]
Sólo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago.
Estamos cansados de todos los maridos católicos sospechosos en situación dramática. Freud acabó con el enigma de la mujer y con otros miedos de la psicología impresa.
Lo que encorsetaba la verdad era la ropa, el Impermeable entre el mundo interior y el mundo exterior. La reacción contra el hombre bien vestido. El cine americano informará.
Hijos del sol, madre de los vivientes. Encontrados y amados ferozmente, con toda la hipocresía de la suadade por los inmigrantes, por los traficantes y por los turistas. En el país de la Cobra Grande.
Fue porque nunca tuvimos gramáticas ni colecciones de viejos vegetales. Y nunca supimos lo que era urbano, suburbano, fronterizo y continental. Perezosos en el mapamundi del Brasil.
Una conciencia participante, una rítmica religiosa.
Contra todos los importadores de la conciencia enlatada. La existencia palpable de la vida. Y la mentalidad prelógica para que la estudie el Sr. Lévy-Bruhl.
Queremos la Revolución Caraíba.[2] Más grande que la Revolución Francesa. La unificación de todas las revueltas eficaces en dirección del hombre. Sin nosotros Europa no tendría siquiera su pobre declaración de los derechos del hombre.
La edad de oro anunciada por la América. La edad de oro. Y todas las girls.
Filiación. El contacto con el Brasil Caraiba. Ori Villegaignon print terre. Montaigne. El hombre natural. Rousseau. De la Revolución Francesa al Romanticismo, de la Revolución Bolchevique a la Revolución Surrealista y al bárbaro tecnificado de Keyserling. Caminamos.
Nunca fuimos catequizados. Vivimos a través de un derecho sonámbulo. Hicimos nacer a Cristo en Bahía. O en Belém do Pará.
Pero nunca admitimos el nacimiento de la lógica entre nosotros.
Contra el Padre Vieira. Autor de nuestro primer préstamo, para obtener comisión. El rey analfabeto le dijo: ponga eso en papel pero sin mucha labia. Se hizo el préstamo. Se gravó el azúcar brasileño. Vieira dejó el dinero en Portugal y nos trajo la labia.
El espíritu se rehúsa a concebir el espíritu sin cuerpo. El antropomorfismo. Necesidad de la vacuna antropofágica. Para el equilibrio contras las religiones del meridiano. Y las inquisiciones exteriores.
Sólo podemos atender el mundo oracular.
Teníamos la justicia, codificación de la venganza. La ciencia codificación de la Magia. Antropofagia. La transformaón permanente del Tabú en tótem.
Contra el mundo reversible de las ideas objetivadas. Cadaverizadas. El stop del pensamiento que es dinámico. El individuo víctima del sistema. Fuente de las injusticias clásicas. De las injusticias románticas. Y el olvido de las conquistas anteriores.
Itinerarios. Itinerarios. Itinerarios. Itinerarios. Itinerarios. Itinerarios. Itinerarios.
El instinto Caraíba.
Muerte y vida de las hipótesis. De la ecuación yo parte del Cosmos al axioma Cosmos parte del yo. Subsistencia. Conocimiento. Antropofagia.
Contra las élites vegetales. En comunicación con el suelo.
Nunca fuimos catequizados. Lo que hicimos fue Carnaval. El indio vestido de senador del Imperio. Fingiendo ser Pitt.[3] O figurando en las óperas de Alencar lleno de buenos sentimientos portugueses.
Ya teníamos el comunismo. Ya teníamos la lengua surrealista. La edad de oro.
Catiti Catiti
Imara Notiá
Notió Imara
Ipeju
A Negra (1923), Tarsila do Amaral
La magia y la vida. Teníamos a relación y la distribución de los bienes físicos, de los bienes morales, de los bienes merecidos. Y sabíamos trasponer el misterio y la muerte con el auxilio de algunas formas gramaticales.
Pregunté a un hombre lo que era el derecho. Él me respondió que era la garantía de ejercicio de la posibilidad. Ese hombre se llamaba Galli Mathias. Lo devoré.
Sólo no hay determinismo donde hay misterio. ¿Pero qué pitos nos importa eso?
Contra las historias del hombre que comienzan en el Cabo Finisterre. El mundo no datado. No rubricado. Sin Napoleón. Sin César.
La fijación del progreso por medio de catálogos y televisiones. Sólo la maquinaria. Y los transfusores de sangre.
Contra las sublimaciones antagónicas. Traídas en las carabelas.
Contra la verdad de los pueblos misioneros, definida por la sagacidad de un antropófago, el Visconde de Cairú: —Es la mentira muchas veces repetida.
Pero no fueron cruzados los que vinieron. Fueron fugitivos de una civilización que estamos devorando, porque somos fuertes y vengativos como el Jabuti.
Si Dios es la consciencia del Universo Increado, Guaraci[4] es la madre de los vivientes. Jací es la madre de los vegetales.
No tuvimos especulación. Pero teníamos adivinación. Teníamos Política, que es la ciencia de la distribución. Y un sistema social planetario.
Las migraciones. La fuga de los estados tediosos. Contra las esclerosis urbanas. Contra los Conservatorios y el tedio especulativo.
De William James a Voronoff. La transfiguración del Tabú en tótem. Antropofagia.
El pater familias y la creación de la Moral de la Cigüeña: Ignorancia real de las cosas + habla de imaginación + sentimiento de autoridad ante la prole curiosa.
Es necesario partir de un profundo ateísmo para llegar a la idea de Dios. Pero la caraíba no lo necesitaba. Porque tenía a Guarací.
El objetivo creado reacciona como los Ángeles de la Caída. Después Moisés divaga. ¿Pero qué nos importa eso?
Antes de que los portugueses descubrieran el Brasil, el Brasil había descubierto la felicidad.
Contra el indio de antorcha. El indio hijo de María, ahijado de Catarina de Médicis y yerno de D. Antonio de Mariz.
La alegría es la prueba del nueve.
En el matriarcado de Pindorama.
Contra la Memoria fuente de la costumbre. La experiencia personal renovada.
Somos concretistas. Las ideas se apoderan, reaccionan y queman a la gente en las plazas públicas. Suprimamos las ideas y las otras parálisis. Por los senderos. Creer en las señales, creer en los instrumentos y las estrellas.
Contra Goethe, la madre de los Gracos y la Corte de D. Juan VI.
La alegría es la prueba del nueve.
La lucha entre lo que se llamaría Increado y la Criatura — ilustrada por la contradicción permanente del hombre y su Tabú. El amor cotidiano es el modus vivendi capitalista. Antropofagia. Absorción del enemigo sacro. Para transformarlo en tótem. La humana aventura. La terrena finalidad. Con todo, sólo las puras élites consiguieron realizar la antropofagia carnal, que trae en sí el más alto sentido de la vida y evita todos los males identificados por Freud: males catequistas. Lo que sucede no es una sublimación del instinto sexual. Es la escala termométrica del instinto antropofágico. De carnal, él se vuelve electivo y crea la amistad. Afectivo, el amor. Especulativo, la ciencia. Se desvía y se transfiere. Llegamos al envilecimiento. La baja antropofagia aglomerada en los pecados del catecismo: la envidia, la usura, la calumnia y el asesinato. Peste de los llamados pueblos cultos y cristianizados, es en contra de ella que estamos actuando. Antropófagos.
Contra Anchieta cantando las once mil vírgenes del cielo, en la tierra de Iracema
— el patriarca João Ramawo fundador de São Paulo.
Nuestra Independencia aún no ha sido declarada. Frase típica de Juan VI: —¡Hijo mío, pon esta corona en tu cabeza, antes que algún aventurero lo haga! Expulsamos la dinastía. Es necesario expulsar el espíritu bragantino, las ordenanzas y el rapé de María da Fonte.
Contra la realidad social, vestida y opresora, catastrada por Freud —la realidad sin complejos, sin locura, sin prostituciones y sin penintenciarias del matriarcado de Pindorama.
OSWALD DE ADRANDE
En Piratininga
Año 374 de la Deglución del Obispo Sardinha
(Revista de Antropofagia, Año I, No. I, mayo de 1928)
[1] Figura se severidad moral y de la reverencia debida a la virtud como emblema de una fijación psicológica de la cultura intelectual brasileña (N. del T.)
[2] De acuerdo con Jorge Schwartz, el término caraíba alude a dos pueblos indios; los caribes, que habitan en el norte, y los tupis, que habitaban el litoral al momento de la llegada de los portugueses a lo que eventualmente sería la costa brasileña (N. del T.)
[3] Para Jorge Schwartz se trata de “la máscara europea, parlamentaria, que ocultaba las estructuras de la servidumbre” (N. del T.).
[4] Jací y Guarací son personajes de una leyenda del río Amazonas, que versa sobre cómo nació el río por el amor entre el Sol “Guarací” y la Luna “Jací”, y su consiguiente separación (N. del T.)