Imágenes: portadas de algunos títulos de la colección Molinos de Viento
A dos años de haberse instrumentado la Dirección de Publicaciones y Promoción Editorial, y con motivo del 35 aniversario de la Universidad Autónoma Metropolitana, la Rectoría General publicó, en 2009, el Catálogo histórico (1974-2009) en el que por vez primera mostraba todos los libros que las unidades académicas habían producido mediante sus áreas de investigación, jefaturas, divisiones, coordinaciones y direcciones, además del catálogo de difusión cultural de la Rectoría General. Con ello se pretendía iluminar el “corpus bibliográfico” y mostrar gráficamente la historia de la institución que cerraba una etapa de la producción editorial para dar inicio a otra.
En el parteaguas, no obstante, quedaba incumplida la intención autocrítica que justificaba el antes y después de la producción editorial de la UAM, entre otras razones, porque el primer catálogo histórico carece, paradójicamente, de una mínima historia editorial de sus colecciones y series a manera de presentaciones, de una síntesis analítica sobre las políticas institucionales del libro universitario a lo largo de sus administraciones, de un recuento a manera de inventario de sus talleres y departamentos editoriales y de distribución, de sus agentes, actores y colaboradores invitados o de casa; es decir, de la suma de historias posibles que lograse proyectar el futuro de nuestra universidad en materia editorial.
Lo anterior no demerita en lo absoluto el gran esfuerzo que implicó la edición y publicación del catálogo, por el contrario, al día de hoy resulta un instrumento documental de gran valor que permite, a manera de incursión, cartografiar las colecciones que dan identidad a nuestra comunidad universitaria y la tarea pendiente de analizar nuestras prácticas editoriales, así como nuestra actual oferta académica para formar profesionales y estudiosos de la edición. En respuesta a esta aspiración crítica que despierta la lectura de un catálogo histórico, quisiera esbozar una breve nota a propósito de la historia por emprender de las inteligencias que han tramado las veintitantas colecciones, coediciones, series y ediciones fuera de colección que constituyen las actividades editoriales de la Rectoría General, como la colección Molinos de Viento, una de las más significativas por su naturaleza inaugural en las actividades de difusión de la UAM. Con este apunte espero contribuir, en palabras del editor y ensayista Adolfo Castañón, “en el beneficio de la comunicación y de la conversación, y de hecho podría imaginarse a ésta como un ir y venir” entre catálogos, como el que se espera se publique para conmemorar el medio siglo de la fundación de nuestra universidad.
El escritor, filólogo y traductor Carlos Montemayor creó Molinos de Viento en 1980, como una colección de bolsillo numerada, lo que sugería a sus lectores coleccionarla, y su nombre recuerda lo mismo al clásico combate de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha en el capítulo VIII de la primera parte, que al Canto V de Altazor del poeta vanguardista Vicente Huidobro.[1] Montemayor lanzó esta colección durante su gestión como primer director de Difusión Cultural (1980-1983), y desde el inicio le confirió un versátil perfil a partir de series según el género literario: poesía, cuento, novela, biografía, ensayo, teatro, cine, etcétera. A más de cuarenta años de su aparición, Molinos de Viento ha presentado diversos rostros, según las edades de su personalidad gráfica que ha permitido reconocerla o no a lo largo de su historia.
En su infancia se distinguió por su sobriedad monocromática, el color fue el único elemento de variación para distinguir las series por género literario, y por su sencilla pero estable identidad gráfica. Después de la dirección de Carlos Montemayor, Molinos de Viento experimentó cambios reconocibles, que funcionan como guía para identificar al menos cuatro periodos de gestión editorial anteriores a 2007. De esta forma, cada periodo buscó darle una estabilidad visual a la colección, por lo que se pueden observar cinco épocas de búsqueda por una identidad gráfica. El amplio catálogo de Molinos de Viento consigna en 2020 un total de 172 títulos, pero su identidad gráfica ha sufrido alteraciones no siempre justificables a lo largo de su vida.
El inicio de las labores de la nueva Dirección de Publicaciones y Fomento Editorial se caracterizó por el relanzamiento de Molinos de Viento, su rescate representaba darle vida al patrimonio universitario. Para ello se realizó el inventario del acervo, y se identificó que de 2002 a inicios de 2007 no se había publicado ningún título, durante cinco años la colección literaria más significativa de difusión cultural no había tenido presencia en la comunidad universitaria. Para ello fue vital atender diferentes aspectos, como el análisis de la identidad gráfica en cada una de sus épocas: la etapa inaugural de la colección fue de 1980 a 1983; la segunda de 1984 a 1991; la tercera va de 1992 a 1993; la cuarta etapa de 1995 a 2002; la quinta de 2007 a 2009; y la sexta de 2010 a la actualidad. El análisis de esta periodización derivó en la creación de un nuevo diseño que recordara su aspecto material originario y le confiriera su carácter de colección de bolsillo.
Posteriormente, con el apoyo de un comité integrado por figuras académicas y editoras de diferentes instituciones públicas se evaluó reeditar los títulos formativos y emblemáticos con la intención de acercar de nueva cuenta a las generaciones pasadas con las actuales y ampliar en su temporalidad al público universitario. También se seleccionaron ciertas obras que rebasaban su identificación local a una más general, títulos que pudieran ser reconocidos por lectores de Molinos de Viento de otras épocas, obras en ediciones agotadas. De esta forma se lograría, por un lado, seleccionar algunos de los “clásicos” de la colección que acompañaran a nuevos títulos en su relanzamiento; y, por el otro, obtener los lineamientos de su identidad gráfica que sintetizara visualmente la historia material de Molinos de Viento, para resignificar las series y buscar un equilibrio en los elementos distintivos, sin descuidar aquellos que particularizan cada título.
El nuevo diseño de la colección estuvo a cargo de Maricarmen Miranda Diosdado, egresada de la licenciatura de Diseño de la Comunicación Gráfica con especialización en ilustración en la UAM-Xochimilco. Además de sus trabajos en ilustración y diseño editorial, también se ha destacado en la escenografía y ambientación.[2] La relación de Miranda con la colección como parte de la comunidad UAM no sólo la acercaba a ella afectivamente, sino que también concentraba su experiencia formativa con la recreación de su identidad gráfica. El resultado fue un diseño integral que buscó sintetizar algunos de los elementos más representativos en la trayectoria gráfica de la historia de Molinos de Viento, y que permitiera un juego libre en el diseño de cubiertas, según la “Guía de uso” que se realizó para su consulta. Este manual incluye las características gráficas, logos de la colección y de la institución, composición de portadas vertical y horizontal para imagen y sus plantillas, fuentes tipográficas, cajas para la composición textual según el género y paleta de estilos. El objetivo fue alentar la consulta permanente de la “Guía de uso” en el proceso de la producción editorial y asegurar una permanencia y respeto de la identidad gráfica de la colección, al tiempo que una flexibilidad en el diseño y una apertura a nuevos géneros literarios.
Los títulos reeditados que volvieron a poner en circulación Molinos de Viento fueron Los caracteres de la escritura china como medio poético, de Ernest Fenollosa, el número uno de la colección, y El naufragio del Deutschland, de Gerard Manley Hopkins, ambos títulos traducidos por Salvador Elizondo. Acompañaron a estas obras emblemáticas las novedades de ese año, Las poquianchis, de Javier Robles y Tomás Pérez Turrent, y de este último guionista y crítico de cine también se publicó Canoa como homenaje luctuoso; también se incluyó Los niños de Morelia, de Víctor Hugo Rascón Banda, la última obra del dramaturgo publicada en vida; y en poesía, El centinela de la galaxia, del rumano Marin Sorescu, con traducción de Omar Lara. Con el apoyo de un comité, el programa se planteaba el análisis de reediciones y la evaluación de las novedades anualmente, de tal forma que la permanencia y la alternancia de los clásicos de la colección permitieran rememorar y actualizarla.
En el relanzamiento de colecciones de difusión, la importancia en el análisis de los elementos del diseño que distinguen sus trayectorias es indiscutible, así como la influencia de la comunicación visual en la identidad gráfica que prestigia la labor editorial universitaria; como ha señalado Marina Garone, “para generar esas identidades, el editor y diseñador deben actuar de forma articulada en pos de una buena ecología semiótica”. El uso racional del diseño en las prácticas editoriales contribuye al cuidado de los proyectos institucionales y sus identidades gráficas, asegura también el reconocimiento del patrimonio cultural universitario, y promueve el conocimiento histórico de la labor editorial.
[1] Carlos Montemayor también fundó la Colección Cultura Universitaria y la revista Casa del tiempo de la UAM.
[2] Maricarmen Miranda participó en la edición a cargo de la editorial Fábrica de Letras de El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha, por la que fue premiada con el primer lugar en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de 2001, como mejor edición ilustrada.
Investigadora, académica y editora mexicana. Licenciada en Letras Hispánicas, Maestra en Letras Latinoamericanas y Doctora en Letras por la unam. Es profesora investigadora de tiempo completo de la licenciatura en Letras Hispáncias en la Unidad Iztapalapa de la uam.