I
El corazón es territorio del fuego primigenio. Su oquedad crece como el silencio de tus labios. La noche crepita, recorre las venas del sueño. El olvido se deja al azar, incluso, la ópera de la oscuridad abraza tus alas.
Palabras perpetúan el cálculo de la caída en el agua. Desde entonces el corazón es ceniza.
Cada quien ejecuta su mirar, dejando una estela de olvido, casi inimaginable.
II
En cada ruego tejes el significado del río. Con la paciencia de piedras simulas tus rezos. En el esparcimiento de las hojas los insectos están en armonía con tus ojos: revelación de un abismo. En cada ruego, mujer, oscurece el canto de tus ángeles, deidades de polvo esperando el opio en su ceguera.
El sueño se oculta. El agua vuelve a su azogue.
III
La muerte no espera después de tejer la ceguera de Ícaro. Todo pasa, dicen, mientras duermes. La noche es un animal que acecha en el cansancio de tu alcoba. Llega un rumor sordo de la infancia, visita inesperada que encalla con su marabunta de líquenes en la madrugada. Allá arriba, la luna es lejanía en su antigua página.
IV
Por las noches los gatos varían su invención errante. La sordez ejecuta blancos versos que en todas direcciones algo tuyo formulan. Algo de este cansancio y esta isla que eres cuando caes en un profundo sueño. Los gatos son ángeles que desperdician sus vidas. Ícaros felinos descendiendo en cada insomnio.
No pienses en el infierno del agua, Ícaro. No imagines tu muerte: tus días enjaulados en un corazón que pertenece, dicen, a las inscripciones del mar. No finjas tampoco las crines de la lengua amarga. No pienses en el amanecer, tu sueño es una inscripción vencida por los espejos.
V
En las noches, el silencio es una tropa de pájaros que concluyen el novenario y sueñas con el quejido de ángeles postrados en los puentes. El sueño te remite a las débiles maneras del párpado, nuberío próximo de las pupilas al despertar. Entonces, la muerte es la única manera de vencer a los ángeles que caen como un Ícaro falso.
Las palabras vuelan de tu boca. Las palabras se anudan a tu vuelo.
El corazón es un libro que muestra sus sueños. Ahí, buscas el sitio exacto para caer, Ícaro. Sigues intentando volar bajo la oscuridad de Brueghel.