Ilustración del libro A practical systematic treatise on fractures and dislocations, Andrew Jackson Howe, Cincinnati, C.F. Wilstach & co., 1870
En la reciente entrega de la serie Vendrá la muerte y tendrá tus dientes, conviven a pesar de sus épocas y lugares de nacimiento, “Ortodoncia”, uno de los insólitos cuentos del mexicano Francisco Tario y “La dentadura”, escrito por la española Emilia Pardo Bazán. Ambos relatos navegan a través de los tiempos para imponerse y reclamar su justo lugar entre los dípticos recientes.
En primera instancia, el lector se encontrará con “La dentadura”, un texto de corte lineal que no interrumpe la forma clásica de los cuentos tradicionales. La narración serena nos encamina hacia la historia de Águeda, una joven de provincia que vive secretamente enamorada de Fausto, el mozo más atractivo del pueblo, quien pronto viajará a la gran ciudad para probar fortuna. La separación inminente no es motivo para que el amor florezca. Entiéndase amor en los términos más alejados del idealismo y más cercanos al realismo. El amor como flirteo: un intercambio de cartas, de charlas, de paseos. El deleite por la cercanía de la belleza, la lozanía y la juventud. Un tierno noviazgo.
El verano transcurre en compañía mutua y la inseguridad femenina de Águeda crece ante la paulatina indiferencia de Fausto. Ella arremete con preguntas. Precisa que se le confirme si hay interés. Fausto responde con honestidad. Admite que todo en la joven es bello, digno de aprecio, de gozo y éxtasis. A excepción de la dentadura. Resulta parca la respuesta de Fausto a ojos de Águeda. La honestidad de su novio la irrita, la opaca, la vence. Pero un halo de esperanza renace y así busca ayuda para lograr cierta especie de revancha. Resuelve cambiar toda su dentadura a fin de erradicar cualquier defecto que le impida merecer la devoción de Fausto.
La descripción del proceso quirúrgico es repugnante, grotesca. Uno a uno los dientes le son arranados a Águeda, no conforme con la minuciosa descripción, la voz que narra se encarga de dejar claro que no existían los anestésicos en esa época. La misma voz que narra sumerge al lector en una escena donde no sabemos si compadecer a Águeda o reprobar su acción girando levemente la cabeza de un lado a otro lado.
Este relato sin duda aviva la crítica a la superficialidad. Podemos diseccionar la palabra inseguridad y atravesarla desde la crítica social. La percepción que tiene de sí misma la tierna Águeda se viene abajo ante el rechazo de su amado. Por otro, lado la honestidad de Fausto no tiene reparo. Si el lector es ávido de relatos que pongan en duda los valores, las emociones y sienta especial inclinación por los que sostengan justo equilibrio entre la emoción y las ideas, seguramente incluirá “La dentadura” en su repertorio de tesoros narrativos.
“Ortodoncia”, de Francisco Tario, pertenece originalmente al libro Una violeta de más. La historia es narrada en primera persona. La voz de un hijo relata un caso misterioso y familiar. De buenas a primeras, sin una explicación coherente, el padre pierde toda su dentadura a edad temprana. Ante este insólito acontecimiento el padre se ve forzado a usar toda clase de prótesis dentales que no dan resultados. El relato surge in media res, cuando la crisis del conflicto hierve. Las alternativas no funcionan. Los especialistas no tienen respuestas. La descripción de la vida cotidiana es caricaturesca. Las dentaduras del padre se le escapan de la boca a la menor provocación, le impiden hablar con claridad y soltura. Despierta burlas y chascarrillos. La situación irrita a la esposa. Además, los gastos en ortodoncia demeritan la economía familiar.
Un cambio drástico sucede. Dentro de la boca del padre chimuelo se aprecia el tierno nacimiento de una muela. La esperanza se aviva y el temperamento familiar muta. La alegría se instala en la casa. La familia vuelve a reunirse en torno al nacimiento de un nuevo diente. Los cuidados se vuelcan hacia las frágiles encías que abren paso al prodigio.
La imprudencia o el destino hacen su jugarreta. En términos literarios conviene hablar de absurdo. Hacia el final del relato todas las expectativas se derrumban ante el trágico desenlace. Sin duda estamos ante un relato que juega con el misterio, la comedia, la vanidad y ofrece ridiculizar las frágiles relaciones humanas que se caen tarde o temprano, como los dientes.
(Cruz Grande, Guerrero, 1985)
Es autora de las plaquettes Café Bausch (Colección La Ceibita, feta), Geografía negra (Verso Destierro) y La rueca de Gabrielle (Ediciones de Otro Tipo). Ha sido becaria del Fonca y del pecda Guerrero. Ha colaborado con la plataforma literaria Liberoamérica.