¿De qué hablamos cuando hablamos de ciencia ficción? Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio, de Andrea Chapela

Nora de la Cruz
Julio-agosto de 2021

 

Lo he dicho anteriormente, en otros comentarios sobre este mismo libro: no soy lectora asidua de ciencia ficción, así que no podría calificarme de conocedora. La pregunta que da título a esta reseña deriva justamente de esa experiencia: reconozco el deslumbramiento que me produjeron libros como Las Cosmicómicas o Congreso de futurología, vinculado estrechamente con su capacidad para estimular la imaginación y crear espacio para una reflexión sobre lo humano; sin embargo, estoy segura de que las convenciones, los detalles finos de lo que ahora se llama ficción especulativa, se me escapan.

Por eso me acerco con cautela a Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio, de Andrea Chapela, una colección de cuentos publicada por editorial Almadía, promovida con gran entusiasmo y bien recibida por los lectores, pues en relativamente poco tiempo los ejemplares comenzaron a escasear. Celebrada por doquier, reafirmó mis sentimientos de inadecuación, pues no conseguí encontrar en este libro nada que me entusiasmara, no digo que con la misma intensidad que Calvino o Lem, sino en absoluto.

Entiendo que una afirmación tan categórica merece una detallada explicación. Ansibles está compuesto por nueve relatos unidos por una premisa: cada uno de ellos gira en torno a un dispositivo tecnológico. Según el discurso con el que se promueve, dichos dispositivos crean situaciones que tensan o apelan a las relaciones humanas. Puede ser que esta expectativa (creada) haya influido negativamente en mi lectura: lo que encontré no fueron las relaciones humanas en un amplio espectro, sino que la mayoría de las historias presentaban una sola posibilidad del amor romántico, la historia que se trunca apenas iniciada —o incluso antes de iniciarse— porque una de las partes tiene que ir al extranjero y la otra tendrá que quedarse. Lo que está en juego para los personajes en todos los casos es muy poco, casi nada, de manera que yo como lectora me preguntaba constantemente por qué esta historia se repetía tanto, con el mismo —escaso— nivel de profundidad, si realmente no daba, en mi opinión, ni para un solo relato (no digamos para siete).

Lo anterior no parece tan grave, todo autor tiene derecho a sus obsesiones. Sin embargo, hay un descuido más grave que se le puede recriminar a Chapela como narradora: elegir el género especulativo, pero esquivar las oportunidades narrativas que daban más juego justamente para especular. El ejemplo más vistoso de ello es quizá el cuento “Como quien oye llover” (¿homenaje a Octavio Paz en el título?). En él se inspira la llamativa portada del tomo, que muestra una Ciudad de México inundada, devuelta a su naturaleza lacustre. No se puede decir que Chapela sea la primera en pensar en esta posibilidad, pero elegirla como escenario no dejaba de ser interesante. Lamentablemente, su exploración se queda corta, al menos en mi lectura. No nos enteramos en su relato de las múltiples implicaciones que esta transformación pudo haber tenido para una ciudad tan monstruosa como ésta; por el contrario, la ciudad inundada cumple una función de mera escenografía para situar lo que en comedia romántica se llama un meet cute, el inicio de un amor aparentemente irrealizable porque una de las partes —como en otras historias— se irá a estudiar al extranjero. Particularmente contradictorio me pareció que, cuando las protagonistas realizan su recorrido por la ciudad sumergida, sus observaciones se concentran en el pasado (nuestro presente) y sospechosamente evaden todo ese segmento de la historia que nos mostraría lo que no hemos vivido, es decir, lo que le permitiría a la autora justamente especular. En medio de esa cita romántica, como parte del escenario, una de las chicas señala, a lo lejos, a los que no pudieron irse y siguen viviendo en las ruinas. No se dice más al respecto, el romance continúa y yo como lectora me quedo con ganas de saber más acerca de esos personajes, que en esa sola mención me despiertan mucho más interés que las protagonistas en todo el relato.

Por otra parte, si bien la premisa del libro está enfocada en proponer dispositivos y especular en torno a ellos, este mecanismo me pareció fallido en la mayoría de los casos. La relación entre los dispositivos y las historias en ocasiones resultaba forzada, las historias, repetitivas, y en algunos casos los dispositivos no eran tan asombrosos u originales, sino análogos a algunos ya existentes, acaso exagerando —tímidamente— sus capacidades. Probablemente los dos ejemplos más logrados del libro, en los cuales la tecnología y el relato tienen una relación que se percibe orgánica y no redundante, son “La persona que busca no está disponible” y “El colapso de los estados superpuestos”. El primero es, de hecho, el que más me gustó de la colección, quizás el único, si he de ser completamente honesta. En él, la humanidad ha encontrado la clave de la “salud eterna” al poder sustituir sus órganos conforme enferman o envejecen. Una anciana plantea su deseo de conservar su cuerpo intacto y afrontar la enfermedad, pues eso le parece digno. En el núcleo de ese cuento hay una pregunta filosófica, esto es, auténticamente especulativa: ¿ampliar los límites del cuerpo nos deshumaniza? El acercamiento de la autora sigue siendo tímido, pero guarda más semejanza con lo que personalmente entiendo como ciencia ficción, dentro de mis limitaciones, claro está.

En suma, Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio es un conjunto de relatos mediano en términos narrativos, con debilidades técnicas evidentes y tímido en su especulación. Se entiende que es la obra de una autora joven, cuyo oficio sigue en desarrollo. Para algunos lectores, es suficientemente loable el atrevimiento de incursionar en el género de la ciencia ficción y eso debería considerarse por sí mismo un mérito. No comparto esa opinión, pero me produce auténtica curiosidad que existan autores que puedan crear obras sólidas y propositivas sin que se les reconozca ni difunda, mientras a otros se les aplaude y premia simplemente por intentar.

 

Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio

Andrea Chapela

México, Almadía, 2020, 208 pp.

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Nora de la Cruz

(Estado de México, 1983)

Autora de la novela Te amaba y me chingaste (Vodevil, 2018), y el libro de relatos Orillas (Paraíso Perdido, 2018). Compiladora del volumen Bidi Bidi Bom Bom: diez y cinco writers en torno a Selena (Paraíso Perdido, 2019).