Speculum mundi

Bernardo Ruiz
Julio-agosto 2021

 

 

Eve of Perelandra, James Lewicky, 1959. Imagen: https://bit.ly/3wuGxeW


Terminaba la primera fase de la Iª Guerra cuando C. S. Lewis, menos conocido como Clive Staples Lewis (1898-1963), dejó la academia y se enroló para combatir como Subteniente de la Infantería Ligera de Somerset, en 1916. Participó en diversas batallas, mas al poco tiempo sufrió la fiebre de las trincheras, por lo que lo desmovilizaron. Ya repuesto, se reincorporó al frente. Joseph Loconte1 refiere que en la ofensiva de Riez du Vinage, C. S. fue herido por la metralla, lo que forzó su regreso a Inglaterra, donde volvió a sus estudios de literatura y lingüística medievales. Nueve años después, conocería en Oxford a J. R. R. Tolkien, con quien hizo amistad. Formaron junto con otros autores un club literario, los inklings, que sería su taller de escritura.

A C. S. Lewis se deben, además de la trilogía cósmica que lo hizo famoso, una serie de obras de diversos matices filosóficos y religiosos: Cartas del diablo a su sobrino, Pilgrim’s Regress, y Las Crónicas de Narnia, heptalogía muy difundida entre jóvenes lectores.

Llama la atención su interés por la literatura de imaginación. Lector de H. G. Wells (1866-1946), a quien no admiró,2 y de Olaf Stapledon (1886-1950), autor de Sirio y El hacedor de estrellas, quien lo repudió, a C. S. Lewis no le es fácil escapar de una narrativa que se interna en el misterio subyacente de la creación y de la naturaleza de los habitantes de los diversos mundos fantásticos que evoca en su obra.

A lo largo de los siglos ha sido intensa la proliferación de textos que refieren la existencia de seres y mundos extraordinarios más allá de nuestro planeta. Muchos  continúan tradiciones que se remontan a mitos y relatos muy antiguos, que se funden posteriormente en diversas leyendas. Sagas y narraciones se han multiplicado junto con la evocación de otras teogonías y versiones de la existencia en diversas regiones del cosmos.

En tal sentido, la necesidad de C. S. Lewis por estructurar su propia teogonía —que destaca por encuadrarse en un contexto cristiano a partir de la literatura artúrica—, va en sentido inverso al usual: así, la Tierra no será invadida en Out of the Silent Planet (Lejos del planeta silencioso), sino a la inversa, los terrícolas seremos el germen de la plaga portadora del mal en la trilogía cósmica compuesta por el mencionado Lejos del planeta silencioso (1938), Perelandra (1943) y Esa horrible fortaleza (1945).

La historia de Lejos del planeta silencioso seinicia en la campiña inglesa, un verano al atardecer, cuando un excursionista le pregunta a una mujer dónde puede hospedarse. Ella le señala un camino próximo y le recomienda un destino. Su inocente respuesta es el origen de una compleja situación: ella le pide de favor al paseante, de nombre Elwin Ransom,3 que a su paso por una finca, The Rise (El ascenso), avise a su hijo que ella lo espera con ansiedad. Él así lo hace con un resultado imprevisible: el dueño de la finca y otro hombre lo secuestrarán. Al siguiente amanecer, asombrado, Ransom es parte de la carga de una nave espacial.

Ransom es soltero, un filólogo de Wedenshaw que gusta de excursionar durante sus vacaciones. Sabe que al carecer de familia nadie lo extrañará, que será un desaparecido al que nadie reclame. Conforme transcurre el viaje, la tensión entre Weston y sus secuestradores disminuye un poco. Devine resulta ser un viejo colega de sus años mozos; Weston, por su parte, es un físico y un pragmático cruel. ¿A dónde van? Al espacio exterior, a Malacandra (Marte): un viaje de 28 días. Weston y Devine, se sobreentiende, ya han estado ahí.

Ransom a lo largo del trayecto tratará de averiguar cuál es la finalidad de su jornada. En particular porque muchas cuestiones durante el viaje le hacen sospechar que el planeta está habitado, lo que lo atemoriza ante su indefensión.

Al llegar a Malacandra recibe un constante maltrato de sus captores. Averigua de ellos que los sorns son unos humanoides que habitan el planeta: los intuye como enemigos. Tras el aterrizaje, descubre una especie de choza, que resultará ser el refugio de sus custodios. El paisaje que contempla lo seduce, en tanto descarga las bodegas de la nave. Tiene planes para escapar. Esconde entre sus ropas un cuchillo. Y esperará el momento cuando le sea posible liberarse. Eso sucederá más pronto que tarde, ya que desea salvarse de sus captores que lo sacrificarán a los sorns a cambio de oro. Huye entre disparos y logra refugiarse en unos humedales.

La huida de Ransom permitirá presentarnos a las tres especies inteligentes del planeta. Poco a poco, él creará un vínculo de amistad con los hrossa, cuya lengua aprende (para su fortuna, ya que es la preponderante en Malacandra). El terrícola se adapta con facilidad, lo que le permite convivir en las actividades de los habitantes de ese mundo.

Contrastan las descripciones de las distintas etnias que atestiguamos: los laboriosos pfifltriggi, los extremadamente inteligentes sorns y los cordiales hrossa. Todo un abanico de posibilidades narrativas, y la sospecha de que en su primera fase esta obra tuvo un distinto y más amplio proyecto y sentido.

Porque, poco a poco, Ransom debe recorrer diferentes sitios del planeta y visitar diversas entidades. Diferirá mucho su forma de relacionarse con los hrossa, de la que adoptará con los sorns. Y como lectores resentiremos, por ejemplo, que Lewis no amplíe la perspectiva de la relación de Ransom con los pfifltriggi de Malacandra, donde tenía una amplia veta narrativa por desarrollar.

El clímax de la novela nos llevará a la revelación del destino de Ransom ante Oyarsa, la máxima manifestación de la divinidad en Malacandra. A su vez, el desenlace, o lo que vendría a ser el epítome de la trilogía, es el precio del regreso a Thulcandra, la Tierra —el planeta silencioso—, el lugar que no está en contacto con Maleldil, el benefactor, el creador de todas las cosas.

Si bien las visiones y fantasías de C. S. Lewis proponen culturas y civilizaciones fascinantes, mucho desconcierta el giro hacia temas de inspiración divina en torno a la caída del género humano que irrumpe en una obra de este género.

La trilogía fue escrita en un periodo de siete años. Su lectura, ochenta años después, no es fácilmente clasificable dentro de las diversas categorías de la ciencia ficción: la obra en su conjunto es mucho más una reflexión, una alegoría acerca del bien y el mal, que desemboca en una réplica de las posibilidades de la Creación en un mundo que decae, en el caso de Malacandra; en tanto que, en Perelandra, C. S. Lewis se desboca hacia la especulación y descripción acerca de un planeta océano magnífico, punteado con pequeños archipiélagos, donde se replica con extensión sobreabundante el mito de la pareja original, en función de una hierogamia de apariencia alquímica, que ha sido posible gracias a un crimen sin castigo.

La pregunta viene a ser: ¿funciona Perelandra para el lector moderno?; o bien, ¿es la curiosidad por conocer el desenlace último de la entreverada historia de Ransom en Esa horrible fortaleza, cuya temática no es ciencia-ficción, sino un caldero de temas (para decirlo en términos de Tolkien) que se acerca mucho más en su argumento a distopías que fascinan a autores como Norman Spinard o J. G. Ballard.

Porque la lectura contemporánea de esta resurrección de las historias de Logres, de Merlín, de Uther Pendragon y del mito del Rey Pescador, y la fortaleza de las contrastantes Bretañas históricas, la céltica y la latina, contra un fascismo demoniaco basado en una ciencia perversa, que se evocan en este volumen final, permite una vasta serie de alegorías, metáforas o imágenes de un mundo apocalíptico al que, a toda costa, los personajes cotidianos que se suman a Ransom y su cruzada, deben combatir hoy.


 

1. Loconte, Joseph. A Hobbit, a Wardrobe and a Great War. How J. R. R. Tolkien and C. S. Lewis Rediscovered Faith, Friendship, & Heroism in the Cataclysm of 1914-1918. Nelson Books, Nashville, Tenn. 2015 (ISBN 978-07180-2177-1)

2. “El autor se disculpa si algún lector supone que fue tan estúpido como para disfrutar las obras de fantasía del señor H. G. Wells o muy ingrato para reconocer su deuda con él.” De la Nota introductoria de Lejos del planeta silencioso.

3. Ransom se traduce al español como Recompensa.

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Bernardo Ruiz

(Ciudad de México, 1953)

Es profesor fundador de la uam, donde se desempeña como Director de Publicaciones y Promoción Editorial. Escribe cuento, novela, poesía, ensayo y teatro. Entre sus títulos más recientes están De escritura (ensayo), Los espacios transparentes/ La orquesta negra (poesía); los relatos Más allá de sus ojos, y Asunto de familia (ensayos). Sexto continente es su más reciente poemario.