No se tomen todo esto demasiado en serio: Campo de Mayo, de Félix Bruzzone

Casandra Gómez
Noviembre-diciembre de 2020

 

 

Una vez el escritor Mario Goloboff me dijo que los argentinos tenían la mejor literatura de América Latina. Así, sin rodeos. No pude objetar. Me lo dijo mientras almorzábamos en la misma universidad que estudió Ricardo Piglia, en el mismo campus que años atrás fue un campo clandestino de tortura.

En el pasado reciente, la Argentina padeció una de las dictaduras más violentas en su historia. Esto dio paso a la llamada literatura de la “posmemoria”, narraciones, en su mayoría, donde los hijos de militantes y desaparecidos construyeron el pasado difuso de aquellos años.

 El 24 de marzo de 1976, la Junta Militar, encabezada por Jorge Rafael Videla, dio un Golpe de Estado que trajo consigo alrededor de 30 000 desaparecidos. Entre ellos, Félix Roque Giménez y Marcela Bruzzone, ambos militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y padres del escritor Félix Bruzzone.

Con tan sólo tres meses de nacido, Bruzzone fue despojado de los brazos de su madre. De ella y de su padre, la Dictadura se encargó de borrar cualquier rastro. Años más tarde, la inquietud y el carácter extrovertido del autor lo llevaron a indagar sobre el paradero de sus padres y, tras encontrarse con varios vacíos de información, decidió que la mejor forma de contar su historia era mediante la ficción.

Félix Bruzzone es un autor aún desconocido en México. Afortunadamente, por lo pronto, la magia de la tecnología permite conseguir sus libros de manera digital.

Es imposible encasillar su literatura sólo en el género de la posmemoria. Sí, está de telón de fondo la Dictadura y su condición como hijo de desaparecidos, pero lo que hace va más allá del testimonio o una autoficción convencional.

Campo de Mayo (2019) llega a mis manos para completar la cartografía de este escritor. Mientras que la mayoría de la generación de la posmemoria apuesta por un tono más solemne en sus narrativas, Bruzzone nos recuerda que la construcción de este pasado no necesariamente debe corresponder con la realidad, pues, ¿cuál es la realidad? Para él fue casi imposible seguir el rastro de sus padres. La mejor forma de contar su historia fue mediante los recursos que nos regala la literatura. Creó un universo propio, con prostitutas, marcianos, superhéroes, secuestradores y desaparecidos.

Esta no es la primera vez que el argentino escribe sobre la Dictadura y su vida como hijo. Desde su primer libro de cuentos, 76 (2008), y su novela Los topos (2008) ya había dejado en claro que él no quería ser un autor más de la posmemoria. Quizá esto se deba a que su infancia fue muy diferente a la de los otros hijos. En casa no se hablaba de sus padres, ni su abuela perteneció al grupo de mujeres, las Abuelas de la Plaza de Mayo, que reclamaban la aparición de sus hijos. Bruzzone creció leyendo y aceptando que sus padres jamás iban a regresar. Cuando, más tarde, decidió buscar información sobre ellos, se dio cuenta que la mayoría de los que estaban en grupos como HIJOS, u organizaciones similares, dedicaron toda su vida a una búsqueda en vano.

Esto último se puede ver reflejado en Campo de Mayo. El libro narra la historia de Fleje, un hijo de desaparecidos que decidió mudarse, junto a su esposa y su futuro bebé, cerca del excampo clandestino de tortura, que da el nombre al libro, Campo de Mayo. En este lugar fue torturada y secuestrada la mamá del protagonista, y existen algunos testimonios de que la madre de Bruzzone también estuvo ahí. Fleje decide convertirse en corredor profesional, y comienza a correr alrededor del Campo con la intención de encontrar a su madre.

Desde el inicio, nos damos cuenta de su absurda búsqueda. Hace años que dicho lugar dejó de ser un campo de tortura y no queda ningún secuestrado adentro. O eso es lo que queremos creer, piensa Fleje. Movido por esta falsa esperanza, el hombre pierde la cordura y termina convirtiéndose en un mendigo. Se olvida de su familia y comienza su carrera infinita en búsqueda de su madre. Esto lo lleva a crearse una fantasía, donde existe la posibilidad de que su mamá haya escapado del Campo pero decidió no regresar con su familia.

Sin embargo, de alguna forma tuvo que sobrevivir afuera. Fleje encuentra otra explicación para justificar su nueva búsqueda: se convence, sin razón alguna, que su madre es una prostituta, y ahora indaga en cada prostíbulo del barrio. Esto no descarta la posibilidad de que Fleje podría tener relaciones sexuales con su madre, pero estas nimiedades no importan en la narrativa de Bruzzone. Constantemente, compara la figura de los desaparecidos con prostitutas, travestis e incluso marcianos. Quizá esto no parezca algo nuevo en la literatura, pero sí es algo transgresor en las narrativas de posmemoria.

Esta novela, y la mayoría de sus textos, ridiculizan y muestran la otra parte de la búsqueda, de la que no se habla. Fleje es una apología de todas las personas que siguen buscando de forma desenfrenada a sus desaparecidos. Muchos de ellos se olvidaron de continuar con su vida, o encontrar una normalidad, si es que se puede tener en algún momento, al grado que se obsesionaron como Fleje y muchos de sus otros personajes, en sus diferentes novelas y cuentos.

El libro —como dice Bruzzone en una entrevista con Luciano Lamberti— no busca centrarse en los conflictos del protagonista: “no quiero hacer una novela sobre un sujeto, quería concentrarme más en el territorio que en el sujeto, la idea del salirse del yo. Es como si de algún modo mostrara la imposibilidad de otro plan en estas condiciones. Es un poco la paradoja que se me termina formulando”.

 Campo de Mayo llega a completar esta serie de libros sobre la Dictadura y sobre el propio Bruzzone. Si bien ningún personaje, tanto de sus otros libros como de este último, corresponde de forma directa con la identidad nominal del autor, cada uno de ellos nos cuenta diferentes momentos en la vida de Bruzzone. Mientras que muchos de los autores de la posmemoria apostaron por narrar de forma lineal, y hasta cierto punto clásica, su historia y la de sus padres; Bruzzone coloca de forma desordenada todos estos datos en sus libros para que sea el lector quien los encuentre. En el caso de Campo de Mayo, la novela se centra en la desaparición de su madre que, hasta al momento, no había profundizado en otros libros.

 

*

Es, probablemente, Félix Bruzzone uno de los autores que pasarán a la historia argentina no sólo por ser un hijo de desaparecidos, sino por su increíble escritura. Al estilo de César Aira, aunque jure que su literatura nada tiene que ver con la de él, Bruzzone presenta personajes trasgresores. Si como lectores están buscando un libro que hable de la historia de aquellos años, se llevarán una terrible decepción. Ni Campo de Mayo ni ninguno de sus otros textos pretenden documentar el pasado argentino. Pero si lo que quieren es leer una propuesta estética diferente sobre la Dictadura, este, y todos los libros del autor, son una buena opción. Como diría Bruzzone, nada más “No se tomen todo esto demasiado en serio”.

Campo de Mayo

Félix Bruzzone

Buenos Aires, Literatura Random House, 2019, 128 pp.

 
Ir al inicio

Casandra Gómez

(Xalapa, 1996). Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas. Primer lugar en la categoría de Ensayo y tercer lugar en la categoría de Relato del Premio Nacional al Estudiante Universitario 2020, organizado por la Universidad Veracruzana. Becada en 2018 por la Fundación para las Letras Mexicanas, en el Curso de Creación Literaria para Jóvenes. Algunos de sus textos pueden leerse en Revista Literaria Taller Ígitur y Revista Literaria Tintero Blanco.


Compartir