Fragmento de Alfabeto. Nueva familia tipográfica, del colectivo Tercerunquinto
Los sueños distorsionan el sonido pues
tienen que atravesar muchas aguas.
Anne Carson
Construir un sueño desde tus recuerdos es la forma más fácil
de perder la noción de qué es real y qué es un sueño.
El origen, Christopher Nolan
Coloque bajo la almohada el libro o diario abierto en una página en blanco, para que al despertar anote elementos y rasgos que logre extraer del sueño y, de ser posible deje a la vista la llave de acceso a la caja oscura, memoria vacía u obnubilación. He transcurrido horas en esta cama, el cuerpo físico en la misma postura; el astral, sin rasguños ni señas, tampoco recuerdo haber deambulado con los pies por encima del suelo, a través de callejones próximos a la casa, perseguía el camión de la basura, aparentemente. Ese cuerpo ligero regresa a los huesos, antes de abrir los párpados se acomoda, fugitivo, entre las coyunturas de las extremidades; hace desaparecer la caja negra para amanecer al unísono del canto del gallo.
Vivimos, en caso de ocho horas de sueño, un tercio del día en posición horizontal. Entre la psique y las imágenes proyectadas por el inconsciente, accedemos a través de nuestra propia cámara oscura a esa caja interior. Recoja papel y lápiz, anote las primeras imágenes que recuerde al despertar: identifique colores primarios, figuras, objetos, animales, describa su forma y textura; clasifique sensaciones: miedo, angustia, exaltación, alegría, tristeza; intente no narrar los hechos, dar otra voz a la suya, contar una historia; nombrar a los personajes por su nombre onírico, captar sus posturas, gestos, acciones, hacerlos presentes. No olvide que los sueños atraviesan muchas aguas.
Identifique escenarios de ensueño. ¿Había estado ahí antes?, ¿cuántas veces? Encuentre el archivo encarpetado, ¿qué estación del año era?, ¿había flores al lado del camino?, ¿llovía?, ¿resplandecía la nieve?, ¿era soportable el frío? La ciudad se vislumbra a lo lejos, construcciones gigantescas en piedra, parecidas a las ruinas de otro desierto, antiguas. Más allá de aquella ciudad, brotes pequeños de flores silvestres, lila, amarillo, naranja, parecidos a los que bordean carreteras ahora en septiembre, apacibles. Hay construcciones minúsculas moldeadas en barro, diversas formas al ras del suelo; la hierba siempre fresca. He vuelto, tampoco me permiten acercarme esta vez, como si fuera a perturbar otro sueño, al aproximar mis pasos. No hay transporte que conduzca al lugar, paso prohibido. Desde aquí, espectadora de una tranquilidad sublime.
Coloque el mazo del tarot esparcido bajo la almohada o la carta de la consulta previa a dormir. El arquetipo se arrulla en el inconsciente, es posible pedir su guía a través de la ensoñación. Es preciso recordar que no hay distinción entre los vocablos ‘sueño’ y ‘soñar’ cuando verbo y sustantivo actúan de igual manera, deslindar la función gramatical integra el sueño a la vida. Otra que no soy yo transita las aguas. Tengo sed. Estoy en un camión de pasajeros, las butacas son verdes, el exterior es rojo; toco mi rostro, al frotarlo siento el calor de mis manos sobre mis pómulos. No necesito artilugios ni un caleidoscopio para enfocar la vista, la hipermetropía yace oculta en el Diccionario de Sueños. Ahora sé que estoy dentro, despierto.
Beba traguitos de agua antes de acostarse para que el cuerpo endeble no extravíe su ruta. A menudo confundo el trazo entre memoria y ensueño. Tengo un déjà vu, la sensación de haber estado ahí, (el flashback ocurre en coordenadas legibles), aquí y ahora. Con los dedos reconstruyo imágenes, olvido otras, reescribo fragmentos de lo que no puedo nombrar más. Sostenga la pregunta o frase, colóquela entre los párpados y la almohada; una especie de ósmosis ocurrirá mientras no pierda de vista el objeto, como los que atesora en su mano, versos que repite consecutivamente, un mantra; ambos disueltos, arena no visible entre los labios al despertar.
Realice una meditación con frecuencias binaurales, de poderoso hipnotismo, repetición de sonidos o martilleo continuo. Resonancia producida por los grillos: estridulación incesante. En la primera escucha, el hormigueo constante en extremidades, dedos, bajo la lengua. Cerciórese de atar un hilo rojo a la cintura o al pie, la separación del cuerpo físico del astral podría causar vértigo en cosmonautas primerizos.
Siglas del sueño profundo, marea de procesos inconscientes, imágenes arquetípicas manifestadas profundamente cada hora y media de sueño. Oleaje nocturno. Parte de la proyección con duración aproximada de veinte minutos, la que recordamos, puesta en escena sin guion definido, personajes “reales” o amorfos, voces, indeterminados. No es común la utilización de máscaras en escena, sin intención, hay una trama con plot twist a la vuelta de la esquina, el desenlace es inconcluso. ¿De dónde viene esa voz, dicta la escritura, antropomorfa? Me presento ante aquellas figuras cornadas de hocico oscuro y alargado, en medio del círculo de fuego, en la danza de la vida. Alrededor del árbol, axis mundi, se inicia la ceremonia hacia el lugar donde emerge el Sol.
Veo un entramado de símbolos, similares al Ojo de Dios de los wixárikas, rombos multicolor entretejidos, plumaje de pavo real. Si el algoritmo de lo que denominan matrix fuera un holograma, se representaría así. Cúmulo de fractales desplegado en el cielo. Información, lenguaje no verbal, legible, Galatea frente a mí. Observo el engranaje del mecanismo, he atravesado un portal, aprehendo. No he logrado recordar palabras, mensajes, dictado alguno.
Se denomina a la pérdida involuntaria de memoria. Existen numerosas técnicas para recordar los sueños, aunque la mayoría de las veces la historia es nebulosa, se olvida. Sin imágenes precisas, algún rastro ocurre de pronto en el ensueño diurno, consciente. Ocurre el mismo efecto tras ciertas consumir sustancias y enervantes, tras la pérdida de conciencia, a veces, el salto de luz, reminiscencia. Otra forma de encarnar al personaje es dejar al espíritu apoderarse del cuerpo, el habla. Busco a través de las palabras otorgar mandíbulas al dispositivo: memoria. Cuide no disociar más el discurso. Soy la de cuerpo elástico, traspaso paredes, techos, me impulso a poco, adquiero la altura del vuelo. Rodeo fortalezas iluminadas por antorchas, civilizaciones atemporales, (¿maquetas elaboradas por el sueño?). Existe una cámara oculta, archivo muerto, imágenes que decidimos olvidar para almacenar nuevos recuerdos, salvaguardarlos.
En la película Mullholand Drive, de David Lynch, la caja negra, de color azul, abre un túnel hacia el abismo, sobresalto en la cama. Soy saltamontes de un sueño a otro. Tomo entre mis manos a los arcanos del tarot, imágenes representan seres elementales, atraviesan de un estanque a una pradera, detrás de una cascada, a una cueva en bosque entre coníferas y hongos. Figuras aladas de ropajes vaporosos húmedos, transparentes. Ríen. Intercambian escenarios. Pauso mi respiración, observo. Aquí viene, aprenderé a deletrear sus formas, pequeñas manos elaboran pócimas; entrañan amuletos e insignias. Aprenderé a descifrar el dictado, viene a mí.
(Guanajuato, 1984) Doctora en Artes, autora de Spoiler Alert (2022), Damas Errantes (2019), Ese cuerpo no soy (2015), Verde fuego de espíritus (2014), Desparpajados (2012); del ensayo Voracidad, grito y belleza animal (2015). Beneficiaria del PECDA en creadores con Trayectoria 2019 y del FONCA, jóvenes creadores en 2017. Recientemente recibió una nominación al Pushcart Prize, Best of small presses, por poemas de la edición bilingüe de Ese cuerpo no soy, mismo que obtuvo el “Pub House Press” de Québec 2020 y el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde (2014); también, en ese año recibió el Premio Dolores Castro de Poesía. Su obra se ha traducido principalmente al inglés y al francés.