Pamela Moore y la nostalgia del verano
Chocolates for breakfast

Nora de la Cruz
Septiembre-octubre de 2021

Retrato de Pamela Moore

 

En una entrevista, José Agustín relata que cuando presentó su novela La tumba en el taller que dirigía Juan José Arreola, la reacción generalizada fue adversa. José Carlos Becerra descalificaba la obra por ser, según él, una copia de los trabajos de Françoise Sagan y Pamela Moore. Pausé el video en YouTube y anoté los títulos de esos libros. En el desierto eran fáciles de encontrar por Internet, usados, a centavos de dólar (más envío). Leí el de Sagan en cuanto llegó y fue deslumbrante; aplacé el de Moore, sin saber por qué.

Más de un año después, la novela me llama. Devoro cien páginas en un día: unputdownable, dirían los anglos. Chocolates for breakfast es un bildungsroman de apariencia frívola, pero de corazón sombrío. Courtney Farrell, la protagonista, transita de los quince a los diecisiete años entre internados, hoteles en Hollywood y bares en Nueva York. Hija de un editor y una actriz cuyo declive comienza, vive permanentemente curiosa y desesperanzada: busca el amor, pero siempre con cinismo. En su mundo no hay antídoto para la soledad, pero todos lo buscan con desesperación por distintos medios: el sexo, el alcohol, el dinero. Nadie puede salvarse. Courtney está rodeada de jóvenes bellos, adinerados, incluso talentosos, pero todos parecen arrojarse sonrientes a la autodestrucción. Los hijos tienen vidas secretas, los padres son peligrosos e inescrutables. Un panorama desolador.

Moore sabía de lo que hablaba: hija de dos escritores y alumna de un colegio privado, conocía el mundillo editorial y cinematográfico. A raíz del divorcio de sus padres, tuvo que dividir su tiempo entre Los Angeles y Nueva York, igual que Courtney. Ese conocimiento se refleja en los vagabundeos de la protagonista, y en su sensación de ser una especie de espectadora en ambos escenarios. La distancia le da margen para mirar su entorno con crítica severidad; en ello se nota la influencia de su héroe literario, Francis Scott Fitzgerald. Chocolates for breakfast ofrece una mirada directa, por momentos asqueada y por momentos herida, de la hipocresía y los vicios de las clases altas neoyorquinas, y de la decadencia hollywoodense. Courtney desprecia a quienes la rodean, pero también ansía desesperadamente pertenecer, ser aceptada por ellos. En esa ambigüedad radica la honestidad de la novela, más allá de su retrato de las primeras experiencias sexuales, la depresión y las rivalidades mezquinas.

De eso también aprendería más tarde Pamela Moore: publicó Chocolates for breakfast a los dieciocho años y se convirtió en una autora de éxito casi de inmediato. La novela fue traducida a once idiomas y las críticas la recibieron con entusiasmo. Respetada en Estados Unidos y Europa como una joven intelectual, usó el dinero de su adelanto para viajar por París, mientras trabajaba en nuevos proyectos de escritura. Pero su deslumbrante debut se convertiría muy pronto en una pesada sombra, su inexperiencia le haría caer en las mentiras de un embaucador, los celos profesionales de su madre se convertirían en resentimiento y la presión por superar su primera publicación se volvería insalvable. Ninguno de sus libros siguientes gozó de la misma recepción comercial ni crítica. Moore se casó, tuvo un hijo y continuó escribiendo, pero terminaría disparándose con un rifle calibre 22 a la edad de veintiseis años, mientras su bebé dormía en la habitación contigua, vencida por una depresión que había comenzado a padecer desde la adolescencia. A la edad de su célebre heroína, tal vez.

Pese a todo, Chocolates for breakfast tiene el brillo y el candor del descubrimiento. Courtney avanza con vigor y carácter por el camino de sus circunstancias, se enfrenta a la necesidad de la introspección cuando la realidad le entrega las consecuencias de sus acciones y, finalmente, descubre que la huella del dolor a veces es irreversible. Pero, aun con la vergüenza y el rechazo, con la soledad y la incomprensión, esos días de verano —de fumar a escondidas en la escuela, de guardar secretos, de nadar en albercas soleadas, de vagar por las calles de Los Ángeles, de beber hasta el amanecer con una mejor amiga y de tener citas furtivas en hoteles de Nueva York— parecen luminosos y perfectos: amplios, frescos, libres. Cuando Courtney descubre que no todo es un juego y que la infancia terminó, el pasado no es un edén sino un camino de espinas. Pero qué liviandad tenía ese aire entibiado por un sol oscuro. Qué nostalgia del verano que termina.

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Nora de la Cruz

(Estado de México, 1983)

Autora de la novela Te amaba y me chingaste (Vodevil, 2018), y el libro de relatos Orillas (Paraíso Perdido, 2018). Compiladora del volumen Bidi Bidi Bom Bom: diez y cinco writers en torno a Selena (Paraíso Perdido, 2019).